Una lucha de todos
Defender los derechos de la mujer est¨¢ inseparablemente ligado a nuestra vida democr¨¢tica, al tipo de sociedad al que aspiramos
Nuestra brillante fil¨®sofa Mar¨ªa Zambrano, cuya figura ha cobrado en las ¨²ltimas d¨¦cadas una just¨ªsima centralidad en el pensamiento espa?ol del siglo XX, prepar¨® en 1942, para la mexicana revista Rueca, un hermoso ensayo en el que, ¡°lejos ya del debate feminista¡±, espigaba algunos de los grandes momentos y fen¨®menos hist¨®ricos que hab¨ªan resultado decisivos para llevar al primer plano la cuesti¨®n de la igualdad de la mujer. En ese texto, la autora de El hombre y lo divino destacaba un valor que no debe pasar desapercibido en este 2020, cuando celebramos a un verdadero ¡°profeta mayor¡± de las letras hisp¨¢nicas y, en general, de toda la literatura universal. ¡°Gald¨®s ¡ªnos dice Mar¨ªa Zambrano¡ª es el primer escritor espa?ol que introduce valientemente las mujeres en su mundo. Las mujeres, m¨²ltiples y diversas, las mujeres reales y distintas, ontol¨®gicamente iguales al var¨®n. Y esa es la novedad, esa es la deslumbrante conquista. Existe como el hombre, tiene el mismo g¨¦nero de realidad; es lo primero que ten¨ªamos que ver¡±.
Ciertamente, y aunque no tuviese la forma de un manifiesto o de una declaraci¨®n program¨¢tica, constitu¨ªa un notable cambio de paradigma el hecho de que la mujer se mostrase en la prosa galdosiana con toda su humanidad y sus expectativas vitales; con sus problemas; con sus opiniones; con el enorme vigor de sus interacciones en los m¨¢s diversos ¨¢mbitos de la sociedad ¡ªincluso en aquellos que le estaban vedados¡ª. Y, como observaba Zambrano, una comprensi¨®n semejante acerca de la mujer no pod¨ªa derivar m¨¢s que del impulso democr¨¢tico caracter¨ªstico del mundo contempor¨¢neo: uno y otro fen¨®meno ¡ªmujer y libertades¡ª hund¨ªan sus ra¨ªces en los mismos principios, se asentaban sobre los mismos valores: ¡°El mundo de Gald¨®s es, pues, mundo moderno, netamente moderno, mundo cuya m¨¢xima realidad estriba en la multiplicidad de destinos individuales¡±, explica la penetrante pensadora malague?a.
Fue, desde luego, esa conciencia moderna del individuo lo que dio origen al protagonismo ciudadano y lo que consagr¨® la idea de unos derechos fundamentales e inalienables.
Alcanzamos el umbral del siglo XXI asumiendo que la lucha por la igualdad de la mujer ¡ªrepresentada hist¨®ricamente por movimientos como el sufragismo o la liberaci¨®n femenina de los a?os sesenta¡ª pod¨ªa quedar inscrita en alguna de esas fases que hoy constituyen la cr¨®nica de la expansi¨®n democr¨¢tica. Pero, en cambio, los ¨²ltimos tiempos nos han mostrado que la mujer, como agente decisivo de la vida social, es mucho m¨¢s que la protagonista de un simple momento hist¨®rico, y que sus derechos representan tambi¨¦n mucho m¨¢s que un mero cap¨ªtulo de la emancipaci¨®n contempor¨¢nea. La enorme significaci¨®n que tiene la mujer, en tanto que mujer, para el avance de la sociedad en todas sus dimensiones, ha logrado convencernos de que esa presencia y ese aporte deben quedar incorporados definitivamente a la visi¨®n del mundo; deben conformar, como hoy se dice, una consideraci¨®n transversal a todas las reflexiones y decisiones relativas a la condici¨®n y al destino del ser humano.
Por otra parte, la nueva lucha por la igualdad ha puesto de manifiesto todo el camino que nos faltaba por recorrer. Precisamente porque nuestro mundo se vuelve cada d¨ªa m¨¢s complejo; porque asume cada vez mayores empresas; porque se proyecta a un futuro lleno de posibilidades y de desaf¨ªos, la mujer no puede conformarse con sus logros del pasado. M¨¢xime cuando subsisten en nuestro tiempo situaciones discriminatorias, techos de cristal para el ejercicio de determinadas funciones, inadmisibles brechas ocupacionales o salariales. Y, por supuesto, cuando la lista de v¨ªctimas de la violencia machista sigue constituyendo un bochornoso lastre para la calidad de nuestro Estado de derecho.
En efecto, esta lucha no es ¨²nicamente cosa de mujeres, sino un asunto inseparablemente ligado a nuestra vida democr¨¢tica; al tipo de sociedad al que aspiramos; al grado de libertad que debe caracterizar a nuestro pa¨ªs. Porque ¡ªvolviendo a Mar¨ªa Zambrano, y a su idea inclusiva del feminismo¡ª, defender los derechos de la mujer es tambi¨¦n una b¨²squeda de unidad, de solidaridad, de todo aquello que, lejos de separarnos o segregarnos, nos proporciona un espacio com¨²n dentro de nuestra igual condici¨®n de ciudadanos.
Ana Pastor Juli¨¢n es vicepresidenta segunda del Congreso de los Diputados.
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