¡°Tu paciente ha muerto¡±: la experiencia de un m¨¦dico novato en la pandemia
EL PA?S ha seleccionado hoy cuatro cartas de profesionales sanitarios a los que les ha tocado estar en primera l¨ªnea frente al coronavirus
Pertenezco a la ¨²ltima promoci¨®n de Medicina, estaba entre esos que hicieron el examen MIR y que en abril deber¨ªan haber escogido la plaza donde desarrollar una especialidad. Yo ahora deber¨ªa estar form¨¢ndome en mi pasi¨®n, la psiquiatr¨ªa. Pero el mundo tom¨® un rumbo diferente.
Soy de Andaluc¨ªa, de un pueblecito de Ja¨¦n, y all¨ª estaba pasando mis d¨ªas de vacaciones post-MIR. Plane¨¦ con tiempo un viaje a Madrid para visitar hospitales y decidir d¨®nde querr¨ªa especializarme. Pero fue pisar la ciudad y empezaron a cancelarse las jornadas de puertas abiertas. De repente, los casos de covid se disparaban. Como necesitaba visitar tambi¨¦n los hospitales en Barcelona, cog¨ª un blablacar que sal¨ªa ese mismo d¨ªa y me fui para la Ciudad Condal. Pronto me di cuenta de que era muy arriesgado, pues era justo en los hospitales donde se concentraban los contagiados. Entonces el estado de alarma lleg¨® y qued¨¦ encerrado, sinti¨¦ndome in¨²til por haberme embarcado en un viaje que hab¨ªa resultado un completo desastre.
D¨ªa a d¨ªa, los casos se multiplicaban, pero fue el brote en Igualada lo que me hizo reaccionar. Aunque jam¨¢s hab¨ªa ejercido como m¨¦dico y no me ve¨ªa capacitado, se necesitaba personal sanitario, as¨ª que mand¨¦ emails a hospitales de Barcelona. Un d¨ªa despu¨¦s estaba a primera hora en la sala covid del Sant Pau.
Recuerdo que al llegar al hospital me ense?aron a usar el sistema inform¨¢tico y vi que hab¨ªa 369 infectados all¨ª ingresados. Me pareci¨® una absoluta barbaridad la cantidad de plantas del edificio que estaban dedicadas a una sola enfermedad. ?Y los otros pacientes, los habituales? ?Han desaparecido? M¨¢s tarde sabr¨ªamos que no, evitaban venir por miedo a infectarse y sus enfermedades se hac¨ªan m¨¢s graves.
As¨ª empec¨¦. Turnos de 12 horas, un d¨ªa de 8.00 a 20.00 y al d¨ªa siguiente de 20.00 a 8.00. Con profesionales sanitarios de todas las edades y especialidades, juntos volcados en una misma misi¨®n.
Jam¨¢s olvidar¨¦ a mi primera paciente, una mujer de 85 a?os. Mientras era atendida en Urgencias me pasaron su historial para que me fuese preparando. Me concentr¨¦ en su lectura, haciendo anotaciones, no quer¨ªa que se me pasara nada. Entonces apareci¨® una enfermera y pregunt¨® por el m¨¦dico encargado de aquel caso. Por primera vez, era yo. Me gir¨¦ y me dijo: ¡°Tu paciente ha muerto¡±. Ni siquiera la hab¨ªa llegado a ver. A¨²n no era mi responsabilidad, estaba en Urgencias, pero para m¨ª era mi primera paciente. Y ya hab¨ªa acabado. Antes de que pudiese reaccionar, escuch¨¦ ¡°nuevo ingreso¡± y ¡°para ?lvaro¡±. Empec¨¦ a estudiar el nuevo caso sin poder recuperarme de lo ocurrido con el anterior. En aquel momento no sab¨ªa que esa misma sensaci¨®n la experimentar¨ªa una vez tras otra en las semanas que vendr¨ªan.
Llamar a familiares y decir que no pueden visitar a sus seres queridos sabiendo que muy posiblemente no sobrevivir¨ªan. Esa fue la primera mala noticia que he dado como m¨¦dico. La segunda fue comunicarle a dos hijos que su madre morir¨ªa en menos de 24 horas y que por el elevado riesgo de contagio no pod¨ªamos permitir que ambos la visitaran, ten¨ªan que elegir qui¨¦n de los dos se despedir¨ªa de ella. El silencio que me gritaba al o¨ªdo desde el otro lado del tel¨¦fono tampoco lo olvidar¨¦.
No quiero que me llamen h¨¦roe. Quiero que me vean simplemente como una persona m¨¢s que intent¨® contribuir, dando lo mejor de s¨ª. Creo que es lo mejor que se puede decir de alguien, que dio lo mejor de s¨ª, como tantas otras personas que han contribuido estos meses a crear un mundo m¨¢s cercano, m¨¢s social y m¨¢s humano. Tenemos un gran potencial para mejorar la sociedad.
No puedo acabar esta carta sin pedir que pensemos en nuestros mayores. Quienes han pasado tantas adversidades en la vida y ahora les ha tocado sufrir esto. Son nuestra historia viva, un precios¨ªsimo bien a proteger. No son entes de baja productividad econ¨®mica, son seres humanos de alt¨ªsima productividad social y cultural. Escuch¨¦mosles, tienen mucho que decirnos.
El miedo de un enfermero
Jos¨¦ Alberto Quesada Gald¨®n / La Zubia (Granada)
Soy enfermero de la UCI del Hospital PTS de Granada y llevo ya casi 30 a?os en esta profesi¨®n. Va a ser muy dif¨ªcil de olvidar todo lo que hemos vivido y experimentado el personal sanitario en esta pandemia, toda la carga f¨ªsica y ps¨ªquica a la que d¨ªa a d¨ªa nos hemos enfrentado. La gente puede ver desde un televisor en su casa a los enfermos en las UCI colapsadas, pero desde dentro, se vive de forma diferente. El otro d¨ªa le¨ª a un m¨¦dico intensivista que dec¨ªa que hab¨ªa sentido miedo por primera vez en su vida laboral. Es cierto, miedo al contagio, miedo al desabastecimiento, miedo a lo desconocido, a no poder atender a un paciente de UCI tal y como llevamos tantos a?os haci¨¦ndolo.
Sinceramente, no espero nada de nuestros pol¨ªticos ni de los que nos gobiernan. S¨®lo espero y deseo que, si llegamos a otra situaci¨®n parecida en unos meses, que aquellos que nos gestionan sean capaces de tener la mil¨¦sima parte de la valent¨ªa y la dedicaci¨®n que hemos tenido todo el personal sanitario.
La mano de ese paciente
Anech Casado / Madrid
Soy enfermera del Hospital Universitario de Torrej¨®n y estaba reci¨¦n incorporada de mi baja maternal, tomando contacto de nuevo con mi quir¨®fano, cuando nos dijeron a unas cuantas que ten¨ªamos que ir a cuidados intensivos. As¨ª fue como me encontr¨¦ metida en una UCI, sin haber rotado nunca por ese servicio, cubierta con unos EPI que son todo menos c¨®modos y con un miedo en el cuerpo que ten¨ªa que mantener a raya. Me iba un d¨ªa y al siguiente ya no estaban algunos pacientes, hab¨ªan muerto. Daba igual lo que hici¨¦semos, sent¨ªamos que nuestros esfuerzos apenas produc¨ªan resultados, nos frustraba no poder hacer m¨¢s, no entender por qu¨¦ est¨¢ pasando esto.
Un d¨ªa son¨® una alarma en el monitor central. ¡°?Qu¨¦ le pasa al 1?¡±, dije. La respuesta fue: ¡°Nada, tiene esa gr¨¢fica porque se est¨¢ muriendo, han limitado el esfuerzo terap¨¦utico porque ya no podemos hacer nada m¨¢s¡±. Entonces, pregunt¨¦ por su familia, pues hemos sido la ¨²nica UCI de la Comunidad de Madrid que ha dejado entrar a familiares en esta pandemia. ¡°Est¨¢ solo, hemos llamado a su hijo y no puede venir porque est¨¢ en no s¨¦ d¨®nde¡±. Mir¨¦ en la pantalla la imagen que llegaba desde el box donde estaba el paciente y me pareci¨® terrible morir solo. Empec¨¦ a vestirme con el EPI lo m¨¢s r¨¢pido que pude, iba de camino al box y solo me quedaba ponerme las gafas, cuando las compa?eras del control m¨¢s cercano me pararon: ¡°D¨¦jalo, acaba de morir¡±.
En ese momento se me vino todo el peso de la pandemia encima, el dolor de tantas vidas perdidas, la incertidumbre de c¨®mo quedar¨¢n esos supervivientes, el enfado por la mala gesti¨®n de TODOS los pol¨ªticos y la culpa por no haber llegado a tiempo de coger la mano de ese paciente.
Sin tocar a mi hija y mi marido
Nevis Fonseca Mart¨ªn / Palma de Mallorca
El 14 de marzo por la ma?ana recibimos una llamada con la muerte inesperada de mi suegra, de 74 a?os, en Albania. A la sorpresa y dolor inicial se sum¨® la angustia de ver c¨®mo a lo largo de las horas se iban cancelando vuelos y cerrando fronteras. A media tarde est¨¢bamos confinados y sin oportunidad de volar. Albania se hab¨ªa cerrado y estaban prohibidos los entierros y funerales. Al d¨ªa siguiente, aprovechando que era domingo, la enterraron a escondidas. Nadie acudi¨® al entierro. Lo que ahora nos parece normal, aquel d¨ªa era algo incomprensible que se juntaba con el dolor.
El domingo yo tuve que acudir a formarme. Soy enfermera y mi planta se hab¨ªa convertido de la noche a la ma?ana en unidad covid. Acud¨ª a prepararme para tranquilizarme, pero ver los ojos aterrados tras las mascarillas de mis compa?eras me gener¨® m¨¢s angustia de la que llevaba.
Me contamin¨¦ al retirarme mi primer EPI tras atender a un paciente covid.
La primera semana no dorm¨ªamos, est¨¢bamos aterrados. La segunda conseguimos dormir algo, ya solo est¨¢bamos asustados. A la cuarta, dorm¨ªamos de pleno agotamiento.
Decid¨ª autoaislarme en mi casa. Fue un mes y medio sin abrazar ni tocar a mi hija ni a mi marido; vi¨¦ndoles sufrir sin acercarme. Las calles estaban vac¨ªas, todo era siniestro, y yo deseaba poder estar encerrada en casa y no tener que ir a trabajar.
Mi hermano en Madrid estuvo dos semanas enfermo con s¨ªntomas leves, sin opci¨®n a diagn¨®stico. Durante 15 d¨ªas tem¨ª por que su estado se agravase por antecedentes de asma en la infancia. Dos primos de mi madre fallecieron en ?vila el mismo d¨ªa en la UCI. Y el padre de mi t¨ªa falleci¨® en una residencia, aunque le dijeron que no fue por covid, tampoco pudo estar con ¨¦l en sus ¨²ltimos d¨ªas.
Hubo un momento en que pens¨¦ que lo que hasta entonces eran nuestras vidas solo hab¨ªa sido un sue?o. En las Islas Baleares no hemos vivido la saturaci¨®n de los hospitales como en la Pen¨ªnsula. Incluso hemos podido cerrar la planta covid y retomar nuestro trabajo el 1 de mayo. Volvemos a ser enfermeras quir¨²rgicas, aunque ya nada es lo mismo, nunca volver¨¢ a serlo.
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