Un proyecto alrededor de la cultura
El diario inicia una etapa clave con la implementaci¨®n de un modelo de suscripci¨®n digital. Los lectores podr¨¢n acceder a 10 art¨ªculos mensuales; despu¨¦s necesitar¨¢n suscribirse. El precio es de 10 euros al mes, con una oferta del primero por un euro. Este art¨ªculo pertenece a una serie sobre los pilares de EL PA?S
La cultura siempre ha desbordado las p¨¢ginas de Cultura de EL PA?S. Forma parte de su esqueleto, de su forma de mirar el mundo y de su esfuerzo por mantener un di¨¢logo permanente con los lectores. No es una casualidad que los principales impulsores del diario ¡ªJes¨²s de Polanco y Jos¨¦ Ortega Spottorno¡ª proviniesen del mundo de la edici¨®n, ni que varias generaciones de escritores de las dos orillas del Atl¨¢ntico estuviesen ligados al proyecto desde incluso antes de que los primeros ejemplares llegasen a la rotativa. Como tampoco lo es que, ahora, cuando este peri¨®dico se lee, pero tambi¨¦n se escucha y se ve, sobre todo en tel¨¦fonos m¨®viles, se haya convertido en un espacio multimedia en el que resuenan palabras, m¨²sicas, im¨¢genes y literaturas de todo el mundo y de todas las entonaciones del espa?ol.
A lo largo de sus casi 44 a?os de historia, escritores, m¨²sicos, pintores, caricaturistas, humoristas, fot¨®grafos, pensadores, dibujantes de c¨®mics, polit¨®logos, profesores, economistas, novelistas underground y premios Nobel, guionistas de cl¨¢sicos del cine espa?ol o cineastas oscarizados han estado presentes en un espacio que siempre se ha mostrado abierto a la pol¨¦mica y al debate. Si ¡°un peri¨®dico es una naci¨®n que dialoga consigo misma¡±, como escribi¨® el dramaturgo Arthur Miller, esta conversaci¨®n solo se puede realizar a trav¨¦s de la cultura y de una apuesta clara por la diversidad de voces. En el caso de EL PA?S, adem¨¢s, este di¨¢logo se produce en todo el ¨¢mbito del espa?ol sin importar las fronteras, ni el lado del Atl¨¢ntico en el que se produce.
Una condici¨®n indispensable para lograrlo es que alcance todos los espacios a trav¨¦s de los que un diario se comunica con sus lectores, incluso los editoriales ¡ªalgunos de ellos son aut¨¦nticas piezas literarias¡ª, pero tambi¨¦n es esencial que sepa intuir las inquietudes de una sociedad global y de un momento hist¨®rico, que cuide la forma en que se narran el presente y el pasado, pero tambi¨¦n que sea capaz de abrirse a los debates y tendencias que van a marcar el futuro. EL PA?S ha sido uno de los primeros peri¨®dicos en publicar reportajes en forma de c¨®mic y fue uno de los primeros en dedicar una portada de su entonces suplemento de cine a una serie, Los Soprano.
Pero, aunque la importancia que un peri¨®dico otorga a la cultura se mide tambi¨¦n por el espacio que le concede, igualmente es importante evaluar qu¨¦ considera cultura y su papel prescriptor. En el primer suplemento de libros, que dirigi¨® Rafael Conte, periodista y cr¨ªtico fallecido en 2009, fundamental en la historia literaria de EL PA?S, se public¨® una cr¨ªtica de una novela de Stephen King, pero tambi¨¦n un comentario de una nueva edici¨®n de La rebeli¨®n de las masas, de Jos¨¦ Ortega y Gasset; un art¨ªculo del fil¨®sofo rumano en lengua francesa Emil Cioran sobre Mar¨ªa Zambrano, uno de los grandes nombres del exilio espa?ol, y una cr¨®nica de Juan Arias sobre el escritor siciliano Leonardo Sciascia. La idea de que la cultura es tan diversa como los lectores de un peri¨®dico que siempre ha tenido vocaci¨®n global se ha mantenido. Esta dial¨¦ctica entre la alta cultura y la cultura popular ¡ªuna diferencia que en realidad no existe como ya dej¨® claro Marcel Proust en su maravilloso Elogio de la mala m¨²sica¡ª ha provocado un interminable debate que siempre se ha saldado manteniendo la amplitud de miras y de temas. La cr¨ªtica, que en el fondo representa la voluntad de acercar la creaci¨®n a los lectores, ha tocado todos los g¨¦neros y todos los ¨¢ngulos, con nombres que forman parte de la cultura espa?ola como ?ngel Fern¨¢ndez-Santos, Joaqu¨ªn Vidal, Santiago Am¨®n o Eduardo Haro Tecglen. Su herencia se mantiene en la continuidad de su apuesta por la innovaci¨®n y las nuevas narrativas.
Una de las cr¨ªticas m¨¢s influyentes de la historia del diario ¡ªinfluyente en el sentido de que en cuesti¨®n de semanas convirti¨® un libro que hab¨ªa pasado desapercibido en un best-seller¡ª la firm¨® Rafael Conte y se titulaba ¡°Una de las mejores novelas del siglo¡±. Hablaba de Bella del Se?or, de Albert Cohen, un novel¨®n nada sencillo de m¨¢s de 600 p¨¢ginas, que llegaba a Espa?a con 20 a?os de retraso despu¨¦s de su primera edici¨®n francesa. Son los lectores los que al final eligen lo que es cultura, y la experiencia demuestra que todas las formas de expresi¨®n han tenido, y deben tener, cabida. Rosal¨ªa y Wagner en el Teatro Real, Par¨¢sitos y Brad Pitt o la resurrecci¨®n art¨ªstica de Ren¨¦e Zellweger; Francisco Ib¨¢?ez, Cristina Dur¨¢n o Laura Ballester (ganadoras del ¨²ltimo premio Nacional de C¨®mic) con Antonio L¨®pez o Artemisia Gentileschi, la gran olvidada de la pintura del barroco, o Juego de tronos comparten espacio con Jia Tolentino, Karl Ove Knausg?rd, Hannah Arendt, Carl Jung o Martin Heidegger (estos dos ¨²ltimos se encuentran entre los grandes ¨¦xitos digitales de Babelia).
Para tratar de explicar por qu¨¦ se hab¨ªa dedicado toda su vida a las letras, Jean Paul Sartre escribi¨® al final de la autobiograf¨ªa Las palabras: ¡°La cultura no salva a nada ni a nadie, no justifica. Pero es un producto de la humanidad: se proyecta en ¨¦l, se reconoce, solo este espejo cr¨ªtico le ofrece su imagen¡±. M¨¢s all¨¢ del formato en el que ha llegado a sus lectores (y ahora espectadores y oyentes) a lo largo de las d¨¦cadas, EL PA?S siempre ha ofrecido ese espejo cr¨ªtico como una parte de su ADN period¨ªstico, ha considerado la cultura no solo como una prioridad informativa, sino existencial.
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