Libre, por fin
Tras varios a?os de c¨¢rcel y alejamiento de cualquier dispositivo electr¨®nico, Mitnick podr¨¢ sentarse hoy delante de un ordenador
Kevin Mitnick sali¨® de la c¨¢rcel abatido. Las limitaciones iniciales de su libertad, que pr¨¢cticamente le imped¨ªan utilizar cualquier tecnolog¨ªa que no fuera un tel¨¦fono fijo, supon¨ªan, seg¨²n ¨¦l, que no podr¨ªa trabajar "ni en un McDonald's". El gobierno lleg¨®, incluso, a retirarle su licencia de radio, que es el pasatiempo preferido de Mitnick desde ni?o, por su "propensi¨®n a implicarse en actividades criminales". Pero las condiciones se han ido suavizando con el paso del tiempo. Mitnick ha escrito columnas de opini¨®n para Newsweek o Time; ha sido comentarista de cadenas de televisi¨®n como CNN o Fox News; ha dado conferencias por todo el mundo y ha creado una consultora, llamada Defensive Thinking -algo as¨ª como "pensar a la defensiva"-. Siempre, con un objetivo: aconsejar a empresas y gobiernos sobre c¨®mo evitar ataques de tipos como ¨¦l. "Ahora, soy un hombre nuevo", dice en su libro. "Estoy utilizando mi talento y mi extenso conocimiento para ayudar a empresas, gobiernos e individuos a prevenir, detectar y responder a las amenazas en la seguridad de su informaci¨®n". En una vuelta de tuerca que sus seguidores tratan de pasar por alto, ha llegado a pronunciar conferencias patrocinadas por la BSA (Business Software Alliance), la m¨¢s poderosa y aborrecida asociaci¨®n de multinacionales, que lucha contra la pirater¨ªa con m¨¦todos poco ortodoxos como el pago por delaci¨®n.
P. F. DE L.
Kevin Mitnick ha declarado a la revista Wired que lo primero que har¨¢ el 20 de enero, cuando por fin pueda volver a conectarse a Internet, ser¨¢ visitar la p¨¢gina web que ha creado su novia. Despu¨¦s, entre sus proyectos m¨¢s cercanos est¨¢ filmar una serie de documentales, producidos por el actor Kevin Spacey, para explicar a las empresas c¨®mo mejorar su seguridad inform¨¢tico. Hay quien duda de que sea ¨¦tico que Mitnick saque dinero de sus cr¨ªmenes. "Pobre Kevin", escribe, con iron¨ªa, Scott McCollum, el editor de la revista Worldtech. "Todo lo que el pobre Kevin quiere hacer es ganarse la vida honestamente escribiendo sobre c¨®mo enga?¨® a miles de personas y caus¨® p¨¦rdidas de millones de d¨®lares". "Si yo fuera un empresario, no me fiar¨ªa de un tipo que escribe un libro titulado El arte del enga?o", resume Markoff. "Kevin es una persona fascinante", dice su coautor, Bill Simon. "Despu¨¦s de todo lo ocurrido, no guarda rencor a nadie, y ha decidido cambiar su vida para ayudar a la gente, incluidos los gobiernos de todo el mundo, a proteger sus sistemas inform¨¢ticos".
Sin ¨¢nimo de lucro
Lo que los mares de tinta han escondido durante todos estos a?os de huidas, detenciones y luchas entre piratas buenos y malvados eran los cr¨ªmenes que se ha probado que Mitnick cometi¨®. Fue condenado por violaci¨®n de la propiedad intelectual, fraude inform¨¢tico y manipulaci¨®n de las comunicaciones. Pero nunca se logr¨® demostrar que hiciera un solo d¨®lar de sus fechor¨ªas. "?l nunca hizo ning¨²n da?o a nadie, nunca comparti¨® lo que descubri¨®, nunca se benefici¨® de ello", explica a este peri¨®dico el coautor de su ¨²ltimo libro, Bill Simon. "Admite que lo que hizo fue ilegal. Pero nunca perjudic¨® a nadie, no merec¨ªa ser tratado como un terrorista", insiste.
Acceder, husmear, huir. ?Hackear es un delito o el equivalente digital de leer por encima del hombro el informe de un ejecutivo en el metro, como gr¨¢ficamente explic¨® el abogado del pirata en el juicio? "Kevin tiene una mente curiosa, simplemente", asegur¨® en el proceso su abuela, Reba Vartanian. "Nunca ha destruido nada. Ama la tecnolog¨ªa, nunca la da?ar¨ªa". John Markoff, que reconoce no tener "la menor simpat¨ªa" por Mitnick, tiene otra opin¨®n: "Si usted entra en mi casa porque las puertas son de cristal y yo no he tomado las suficientes medidas de seguridad, podr¨¢ hacerlo, pero no est¨¢ bien. Incluso aunque s¨®lo quiera echar un vistazo, es ilegal e inmoral", opina. El aut¨¦ntico debate comenzar¨¢ a plantearse ahora, cuando la digitalizaci¨®n de todo tipo de informaci¨®n, el constante intercambio de datos personales y la protecci¨®n de esta intimidad comience a preocupar a cada uno de los ciudadanos del planeta.El veterano columnista de la revista electr¨®nica Salon, Scott Rosenberg, concluye, en un art¨ªculo publicado en 1999: "Nadie convirti¨® a Mitnick en un hacker. ?sa fue su propia elecci¨®n, y su responsabilidad. Pero los medios transformaron sus ataques en leyenda. Cuando ofrecemos im¨¢genes simples a cuestiones complejas, perdemos la visi¨®n de lo que realmente est¨¢ en juego: la batalla por la intimidad y la libertad en las redes electr¨®nicas del futuro".
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