B¨¢jatela ya
Olv¨ªdate del compacto. El iPod se ha comido al 'disc-man'. La m¨²sica es digital. Y ahora vive en Internet. Visitamos los cinco mejores sitios de pago.
"La revoluci¨®n no ser¨¢ televisada", cantaba en los setenta Gil Scott-Heron, el rapero de Chicago. Le falt¨® decir que ocurrir¨ªa por Internet, al menos en el caso de la m¨²sica. En estos momentos, vivimos cambios tan profundos como cuando se inventaron los vinilos. Nuestra forma de concebir y de consumir este arte est¨¢ modific¨¢ndose sin vuelta atr¨¢s. Dijimos adi¨®s al tocadiscos y al radiocasete, y tarde o temprano celebraremos el funeral del compacto. A¨²n buscamos las canciones de nuestros artistas favoritos en las tiendas, pero cada vez hay m¨¢s gente, en gran medida joven y urbana, que las encuentra sobre todo en la Red. No es el futuro, es el ahora.
Todo empez¨® en 1987, cuando unos ingenieros alemanes crearon un sistema que permit¨ªa hacer m¨¢s peque?os los archivos de audio, es decir, que las canciones pesaran menos sin perder calidad de sonido. El invento, llamado MP3, permiti¨® que la m¨²sica circulara por la Red a una velocidad razonable. Y logr¨® el absoluto milagro de que cualquier persona, en cualquier lugar, pudiera bajar a su ordenador cualquier sonido del planeta.
Desde entonces ha llovido mucho. Sobre todo, palos. Las multinacionales discogr¨¢ficas y las entidades que controlan los derechos de autor no supieron o no pudieron adaptarse a las nuevas tecnolog¨ªas. En vez de intentar llegar a una soluci¨®n razonable para que los autores recibieran de alguna nueva forma dinero por su trabajo, como ya se hiciera con la aparici¨®n de las grabaciones, la radio o la televisi¨®n en el siglo pasado, se han dedicado a criminalizar las redes de intercambio de m¨²sica en Internet y a sus usuarios.
Como explic¨® el activista digital Cory Doctorow en su reciente visita a Madrid, el ¨¦xito de tal persecuci¨®n es patente: no hay una sola canci¨®n en el mundo cuya masiva distribuci¨®n ilegal haya sido impedida. Sin embargo, hay motivos para la alegr¨ªa. Aunque tarde, las discogr¨¢ficas se han dado cuenta por fin del enorme potencial de Internet para el negocio musical, y ya han colocado buena parte de sus cat¨¢logos a disposici¨®n del p¨²blico en sitios legales de pago.
La respuesta no ha podido ser m¨¢s positiva: en la segunda mitad de 2004, se vendieron 91 millones de canciones digitales, cifra que multiplica por seis a la del a?o anterior.
Por ahora, el sitio que encabeza este mercado es iTunes, con un ritmo de 1.250.000 descargas diarias, aunque dentro de poco entrar¨¢n en liza Sony y la Virgin de Richard Branson con nuevas plataformas. Algunos estudios estiman que para el a?o 2010, una de cada cuatro piezas de m¨²sica se vender¨¢ por esta v¨ªa.
Espa?a ha acogido con entusiasmo este fen¨®meno. Seg¨²n una encuesta de Lycos Europe, el 75% de los internautas espa?oles se bajan m¨²sica en Internet, frente a un 59% en el conjunto de Europa.
Es cierto que la mayor¨ªa lo hace ilegalmente, pero si se siguen las pautas de otros pa¨ªses, la disponibilidad de webs legales de pago ¡ªinfinitamente m¨¢s r¨¢pidas y seguras¡ª har¨¢ bajar las cifras de la pirater¨ªa.
Algunos artistas comienzan a entender el poder de la Red, y en vez de interponer demandas como Metallica, la utilizan con inteligencia. Es el caso de Wilco, banda cuya historia incluye moraleja: despu¨¦s de que Warner rechazara su disco Yankee hotel Foxtrot por "poco comercial", el grupo lo puso gratis en Internet.
El enorme ¨¦xito del ¨¢lbum y de la gira posterior oblig¨® a la multinacional a recomprar los derechos del ¨¢lbum por su valor original multiplicado por tres. Desde entonces, Wilco ha mantenido la escucha de su m¨²sica o emitiendo conciertos y documentales a trav¨¦s de la web, lo que hace crecer d¨ªa a d¨ªa su n¨²mero de seguidores.
Otros m¨²sicos se casan con los dispositivos port¨¢tiles de MP3: tras el i-Pod de U2, un modelo Zen de Creative incorpora las ¨²ltimas canciones y v¨ªdeos de Miguel Bos¨¦. Y es que las cifras de ventas imponen: Apple factur¨® 4,5 millones de iPods en el ¨²ltimo trimestre de 2004; Creative, dos millones de reproductores, y en Philips ¨¦sta es la categor¨ªa de productos que m¨¢s ha crecido en 2004 respecto a la Navidad del a?o anterior.
A la vez, surgen alternativas que tratan de conciliar las nuevas tecnolog¨ªas con el respeto a los creadores. Un sitio como weed.com paga a los m¨²sicos y tambi¨¦n a los usuarios que difundan la m¨²sica. Iniciativas como Creative Commons, respaldadas por David Byrne, Beastie Boys o Gilberto Gil, proponen una nueva visi¨®n m¨¢s abierta de la autor¨ªa que supere el obsoleto "todos los derechos reservados".
En definitiva, el futuro incita al optimismo. Un ¨²ltimo dato para justificarlo: antes de Internet, el 80% de la m¨²sica grabada a lo largo de la historia no estaba disponible en el mercado. Hoy, casi toda est¨¢ al alcance de unos cuantos clics.
tambi¨¦n Existen algunas opciones legales para los al¨¦rgicos al pago y para quienes no saben qu¨¦ es una tarjeta de cr¨¦dito. Una de las m¨¢s jugosas la proponen algunas tiendas online, que tratan de captar clientela regalando descargas. Suele tratarse de m¨²sica de artistas nuevos o que militan en sellos independientes, m¨¢s liberales que las multinacionales a la hora de promocionar de esta manera su cat¨¢logo. Como no pod¨ªa ser menos, la m¨¢s grande del mundo, Amazon, es la que cuenta con una oferta m¨¢s rica y variada. All¨ª te puedes bajar canciones de los Strokes, Pavement o Guided By Voices.
Si todos estos artistas no son lo suficientemente raros para ti, echa un vistazo a In Sound. La ¨²nica tienda de este planeta en la que The Mars Volta es n¨²mero 1 en ventas posee un amplio fondo de m¨²sica alternativa gratuita. ?Ejemplos? Badly Drawn Boy, Basement Jaxx, The Delgados o Yeah Yeah Yeahs.
El sitio de descargas de programas Download ofrece gratis una buena selecci¨®n de artistas nuevos e independientes. Sus editores poseen bastante olfato para las recomendaciones: es un buen lugar para descubrir a los pr¨®ximos White Stripes un a?o antes que tus amigos. Para los m¨¢s perezosos, hay artistas con algo de nombre como The Postal Service, The Faint o el supergrupo de hip-hop 213.
Otra v¨ªa para la exploraci¨®n gratuita de sonidos frescos son las bit¨¢coras de MP3. Los creadores de estos diarios suben durante un tiempo limitado las canciones y v¨ªdeos sobre los que escriben, para que el lector las pueda o¨ªr y ver. Es dif¨ªcil buscar material de artistas espec¨ªficos: consiste m¨¢s bien en saltar de weblog en weblog hasta dar con uno que coincida con tus gustos, y disfrutar con sus recomendaciones y hallazgos. Un buen inicio en este inabarcable mundo puede ser MP3blogs, que destaca novedades de las bit¨¢coras musicales.
Por ¨²ltimo, y ya en terrenos pantanosos, est¨¢n los P2P, programas para el libre intercambio de m¨²sica entre usuarios. De todos los sucesores de Napster, hoy sitio de pago, los m¨¢s populares en Espa?a son Kazaa, Soulseek y E-mule. Si los usas, recuerda que est¨¢s abriendo tu ordenador a extra?os, corres riesgo de infectarlo con virus, puedes violar la ley ¡ªbajar o compartir m¨²sica con copyright est¨¢ prohibido¡ª y la Sociedad General de Autores de Espa?a (SGAE) te har¨¢ vud¨².
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