Todos somos astros en la Red
Time nombra a los usuarios “Personaje del a?o”, y YouTube paga una fortuna por una amalgama de videos caseros y piratas. Los internautas ya son, y esta vez de verdad, los protagonistas
Imag¨ªnense pagar 450 millones de euros por un interminable mont¨®n de anuncios personales, fotos aleatorias, charlas privadas, grabaciones de mala calidad y videoclips caseros. Eso es lo que hizo Rupert Murdoch cuando su News Corporation compr¨® MySpace en julio. Imag¨ªnense pagar 1.250 millones de euros por un aluvi¨®n de extractos televisivos granulados, clips visuales editados con sarcasmo, diarios en v¨ªdeo hechos en casa, v¨ªdeos musicales de aficionados y grabaciones de gente cantando con m¨²sica de fondo. Eso es lo que hizo Google al comprar YouTube en octubre.
Todo ese material es “contenido generado por el usuario”, la frase cultural m¨¢s pegadiza de 2006. Yo prefiero algo m¨¢s tradicional: expresi¨®n personal. Dejando a un lado la terminolog¨ªa, este a?o ser¨¢ recordado como el a?o en el que el gigante de los medios tradicionales, el tit¨¢n de los medios electr¨®nicos y millones de cibernautas se pusieron de acuerdo: es algo que requiere atenci¨®n.
Est¨¢ en ciberp¨¢ginas como YouTube, MySpace, Dailymotion, PureVolume, GarageBand y Metacafe. Es arte hecho en casa, que se distribuye de forma independiente y se promociona creativamente. Es arte prestado que ha sido distorsionado, estropeado, ridiculizado y en ocasiones mejorado. Son blogs y software de c¨®digo abierto y wikis de colaboraci¨®n y ciberp¨¢ginas personales. Es el boca a boca que llega a todo el planeta.
Del anonimato al estrellato, con s¨®lo tres clics
A menudo es torpe, pero tambi¨¦n tiene su gracia, o al menos merece un clic del rat¨®n. Ha convertido en estrellas, al menos de momento, a personajes como la creadora del v¨ªdeo diario Lonelygirl (que result¨® ser una creaci¨®n ficticia) y la banda de power-pop OK Go. Y ahora que los nuevos empresarios de la Red se han percatado del potencial que tiene para incrementar los beneficios, tambi¨¦n es una ganga: los aficionados, y unos pocos y calculadores profesionales, proporcionan la materia prima gratuitamente. Los individuos privados ya no son privados.
Todo el mundo quiere lucirse. Todo ese torrente de expresi¨®n de la personalidad presenta una anarqu¨ªa que promete mucho, un asalto a las nociones establecidas de profesionalidad, una laguna legal y una remezcla tecnol¨®gica de los procesos de la cultura popular. La parte f¨¢cil podr¨ªa ser simplemente desencadenarlo. Ahora tenemos que pensar qu¨¦ hacemos con ello: ?Lo ignoramos? ?Lo ordenamos? ?A?adimos m¨¢s de cosecha propia?
En t¨¦rminos ut¨®picos, la gran abundancia de autoexpresi¨®n pone punto final a los mecanismos de seguridad antiguos y supuestamente mal enfocados: empresas de grabaci¨®n a las que s¨®lo interesan los grandes ¨¦xitos, los jer¨¢rquicos estudios de cine, las t¨ªmidas emisoras de radio, los medios de comunicaci¨®n esclavos de lo que se lleva. Pero se eliminan los viejos obst¨¢culos a la creatividad, y, vaya por dios, la gente empieza a desear un nuevo tipo de filtros.
Arte democr¨¢tico
Los or¨¢culos de la tecnolog¨ªa predijeron hace tiempo que al convertir la distribuci¨®n mundial en instant¨¢nea, Internet democratizar¨ªa el arte, al menos para los que est¨¢n conectados. ?Por qu¨¦ guardarse la creatividad, o su carencia, para uno mismo cuando se puede tener al mundo como espectador? De vez en cuando, el mundo toma nota. M¨²sicos ingleses como los Arctic Monkeys o Lily Allen se ganaron muchos seguidores en su pa¨ªs y en el extranjero publicando su m¨²sica en MySpace, donde los grupos pueden colgar canciones y v¨ªdeoclips enteros.
Cuando los Arctic Monkeys lanzaron su primer disco a comienzos de 2006, lleno de canciones que los fans ya ten¨ªan en sus ordenadores e iPods, lograron las mayores ventas iniciales de un disco de deb¨² en la historia de las listas inglesas.
Pero ambos son excepciones. Muchos m¨²sicos siguen esperando que alg¨²n extra?o visite su p¨¢gina de MySpace. Las grabaciones de bajo presupuesto e Internet han devuelto la producci¨®n y la distribuci¨®n a los artistas, y las colecciones de contenido generado por el usuario dan al p¨²blico la oportunidad de encontrar sus obras. Ahora que los guardianes de las puertas est¨¢n fuera de combate, es posible materializar los sue?os de hacer punk y hip-hop en casa, de volver al tipo de arte casero que ya exist¨ªa mucho antes de los conglomerados medi¨¢ticos y la distribuci¨®n masiva.
Con este maremoto de autoexpresi¨®n, el p¨²blico se ha visto obligado a enfrentarse a una tarea mucho m¨¢s dif¨ªcil: escoger entre todo el material nuevo. Para los m¨²sicos, Internet se ha convertido en una ininterrupida audici¨®n p¨²blica. Lo que en su momento no pas¨® el filtro de los departamentos de publicidad y fue rechazado por emisoras de radio y otros medios, ahora est¨¢ en Internet en toda su esperanzada profusi¨®n. Un oyente podr¨ªa pasarse la vida escuchando canciones no publicadas. Las multiplicadas opciones prometen infinitas posibilidades. Pero tambi¨¦n apuntan hacia una audiencia m¨¢s atomizada, una cultura popular compuesta de billones de mini-cultos no relacionados entre s¨ª. Tanta autoexpresi¨®n disponible s¨®lo puede acelerar la separaci¨®n de la cultura en nichos cada vez m¨¢s peque?os.
Somos humanos. Seguimos necesitando tendencias
Pero la atomizaci¨®n tiene un l¨ªmite, psicol¨®gico y est¨¦tico. A los humanos les gusta congregarse en una multitud, al menos hasta cierto punto. Algo que Internet hace extraordinariamente bien es tabular, y no es casualidad que los sitios con contenido generado por el usuario destaquen sus propias listas de lo m¨¢s visto y lo m¨¢s o¨ªdo. Aunque se enorgullezcan de ignorar los Top 10 del mercado de masas, los usuarios siguen queriendo un poco de compa?¨ªa, y quiz¨¢ esperen que las opciones colectivas les sirvan de orientaci¨®n.
Lo que est¨¢ creciendo es la abundancia no s¨®lo de contenido generado por el usuario, sino de contenido filtrado por el usuario (incluso hay p¨¢ginas como elbo.ws que lista canciones encontradas en blogs musicales, creando otro Top 10). Sin embargo, a diferencia de otras barreras medi¨¢ticas, sus filtros se pueden ignorar f¨¢cilmente. La promesa de tener toda esa autoexpresi¨®n en Internet es que el talento llegar¨¢ al p¨²blico con menos obst¨¢culos, puenteando los medios de comunicaci¨®n atrincherados.
El sector del entretenimiento ya echa de menos los d¨ªas en los que creaba y crec¨ªa gracias a las grandes estrellas. Una parte del p¨²blico echa de menos un sentido de la unidad cultural que quiz¨¢ no vuelva nunca. Pero ambos tienen que enfrentarse a la irrevocable Internet: siempre hay otra opci¨®n.
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