Google defiende sus sistema de b¨²squeda ante el Senado de EE UU
La declaraci¨®n ante el Capitolio del presidente ejecutivo de la empresa no aclara si el buscador favorece a sus propios productos
Cuando Google naci¨®, en 1998, el lema no oficial de la empresa era "no hagas el mal". Con ese aire de benignidad ha llegado este mi¨¦rcoles al Capitolio el presidente ejecutivo de la empresa, Eric Schmidt, a testificar en la que, hasta la fecha, es la investigaci¨®n legislativa de m¨¢s alto nivel sobre el posible poder monopol¨ªstico de la compa?¨ªa, en el Comit¨¦ de Asuntos Judiciales del Senado. Schmidt se ha defendido como ha podido frente a unos senadores que le han repetido la misma pregunta una y otra vez, en todos los enunciados posibles: ?Da preferencia Google a sus propios productos en sus buscadores?
Esa pregunta, tan sencilla, parece no tener una respuesta f¨¢cil. Y menos para alguien como Schmidt, graduado en ingenier¨ªa y dado a caer en las especificidades t¨¦cnicas. "?Se somete a los productos y servicios de Google a los mismos criterios de clasificaci¨®n algor¨ªtmica que otros resultados org¨¢nicos de b¨²squedas?", le pregunt¨® el senador republicano Mike Lee. "S¨ª, cuando est¨¢n en rango dentro de las respuestas sobre las que se pregunta", respondi¨® Schmidt. "Que nosotros sepamos de antemano las respuestas, siempre beneficia al consumidor".
Ni s¨ª, ni no; sino todo lo contrario. Ese ha sido el tono de la comparecencia de Schmidt, al que el propio senador Lee ha sometido a una evidencia pr¨¢ctica muy elocuente. En un gr¨¢fico, mostr¨® resultados de las b¨²squedas en Google de productos de la propia empresa comparados con los de los agregadores de NexTag, PriceGrabber y Shopping. Los resultados de productos de Google aparec¨ªan siempre en tercer lugar, un puesto nada desde?able y suficientemente destacado.
Google controla entre un 60 y un 70% de las b¨²squedas en Internet en Estados Unidos. Esa cifra crece hasta un 90% en el caso de las b¨²squedas a trav¨¦s de dispositivos m¨®viles. En el pasado, la compa?¨ªa siempre se ha defendido diciendo que su negocio, y su forma de obtener ingresos, no proviene de las b¨²squedas, que ofrece de forma gratuita, sino de la publicidad, y que no tiene inter¨¦s en dar preferencia a unos productos sobre otros. Sin embargo, con las recientes adquisiciones de empresas de todo calado, desde la fabricante de m¨®viles Motorola a la editorial gastron¨®mica Zagat, ese argumento se descalabra.
"Ustedes gestionan el circuito. Son tambi¨¦n los due?os de ese mismo circuito", dijo, recurriendo a una met¨¢fora, el senador dem¨®crata Richard Blumenthal. "Durante mucho tiempo no ten¨ªan caballos. Ahora, s¨ª que tienen caballos. Y tienen control sobre d¨®nde se colocan esos caballos. La consecuencia es que, seg¨²n parece, ahora sus caballos est¨¢n ganando". Fue esa la explicaci¨®n m¨¢s sencilla y directa de la vista oral, que dur¨® dos horas. En clave humor¨ªstica, el senador dem¨®crata Al Franken a?adi¨®: "Me da la impresi¨®n de que adem¨¢s dopan a sus propios caballos".
Schmidt anduvo con mucho cuidado para no pronunciar un nombre que plane¨® sobre la sala de audiencias del Senado durante toda la tarde. "Hace 20 a?os, una gran empresa tecnol¨®gica prendi¨® el mundo en llamas. Sus programas estaban en pr¨¢cticamente todos los ordenadores. Su nombre era sin¨®nimo de innovaci¨®n. Pero esa compa?¨ªa perdi¨® la perspectiva de sus prioridades. Entonces Washington tom¨® cartas en el asunto", dijo. "Lo entendemos. Quiero decir que hemos aprendido de los errores de nuestros predecesores corporativos".
As¨ª es: Google no quiere ser un nuevo Microsoft. Pero el Capitolio parece empe?ado en que demuestre que no se comporta como se comport¨® la empresa de Bill Gates en los a?os noventa. Y le conviene dar una explicaci¨®n convincente, porque en 1998, investigaciones como esta llevaron al Departamento de Justicia a presentar una serie de demandas civiles contra Microsoft. El proceso dur¨® a?os y la empresa sali¨® de ¨¦l debilitada, perdiendo terreno frente a poderosos competidores, como Apple, y como un jugador casi marginal en nuevos desarrollos del Internet sin barreras. De Google depende evitar esa misma suerte.
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