?Est¨¢ triste o alegre?
La inform¨¢tica afectiva quiere conocer el estado de ¨¢nimo de los usuarios de ordenador
En el s¨®tano de una escuela de El Cairo dos docenas de mujeres analizan expresiones faciales en ordenadores port¨¢tiles y entrenan a estos para que reconozcan la ira, la tristeza y la frustraci¨®n.
En la Universidad de Cambridge, una cabeza rob¨®tica inquietantemente realista llamada Charles se sienta en un simulador de conducci¨®n frunciendo las cejas, con aspecto interesado o confuso.
Y este oto?o, en unas cuantas aulas estadounidenses del primer ciclo de secundaria, los ordenadores analizar¨¢n las emociones de los estudiantes para comprobar cu¨¢ndo est¨¢n perdiendo el inter¨¦s por las lecciones o entusiasm¨¢ndose con ellas.
Nace un nuevo acercamiento a la tecnolog¨ªa llamada inform¨¢tica afectiva, cuyo fin es dar a los ordenadores la capacidad de leer las emociones de los usuarios o c¨®mo les afectan las cosas
Los tres son ejemplos de un nuevo acercamiento a la tecnolog¨ªa llamada inform¨¢tica afectiva, que tiene como fin dar a los ordenadores la capacidad de leer las emociones de los usuarios o c¨®mo les afectan las cosas.
A las personas se les da bien comprender las emociones de los dem¨¢s. Nos damos cuenta de que este no es un buen momento para acercarse al jefe o de que alguien a quien queremos tiene un mal d¨ªa. Pero, hasta hace poco, nuestras m¨¢quinas ni siquiera eran capaces de identificar emociones aparentemente simples como la ira o la frustraci¨®n. El dispositivo GPS pita alegremente incluso cuando el conductor est¨¢ a punto de tirarlo por la ventana. La clase a trav¨¦s de Internet sigue adelante aunque la mitad de los estudiantes est¨¦n perdidos en la confusi¨®n. La tecnolog¨ªa que controle esas habilidades tambi¨¦n podr¨ªa ayudar a las personas que tienen dificultades para leer las emociones de los dem¨¢s, como aquellas con un trastorno autista, u ofrecer compa?¨ªa y ¨¢nimo a los residentes de los hogares de ancianos. Algunos investigadores sostienen que, si no pueden identificar las emociones, los ordenadores nunca alcanzar¨¢n todo su potencial para ayudar a las personas.
¡°Nuestro mundo digital est¨¢ en su mayor parte desprovisto de formas ricas de expresi¨®n de nuestras emociones¡±, dice Rosalind Picard, directora del grupo de investigaci¨®n en inform¨¢tica afectiva del Laboratorio de Medios de Comunicaci¨®n del Massachusetts Institute of Technology. Lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas trabajando en el modo de traducir las emociones en unos y ceros, el lenguaje de las m¨¢quinas.
?Realmente queremos que nuestras cuentas de Facebook o los anuncios de Internet sepan c¨®mo nos sentimos en cada momento?
Uno de sus primeros proyectos, realizado en colaboraci¨®n con Rana el Kaliuby, consisti¨® en dise?ar unas gafas para personas con s¨ªndrome de Asperger, una variante leve del autismo, que las avisaba cuando estaban aburriendo a alguien. Las personas con Asperger suelen tener fijaci¨®n con temas determinados y para ellas es dif¨ªcil captar los indicios sociales.El prototipo llevaba un sem¨¢foro diminuto, visible ¨²nicamente para el portador, que se pon¨ªa amarillo cuando la conversaci¨®n empezaba a hacerse pesada y rojo cuando quien escuchaba hab¨ªa desconectado por completo.
M¨¢s recientemente, Picard y el El Kaliuby desarrollaron programas que representan gr¨¢ficamente 24 puntos de la cara para intuir una emoci¨®n. En el pasado, los algoritmos inform¨¢ticos ten¨ªan dificultades para distinguir las sonrisas genuinas de las forzadas o los dientes apretados que acompa?an a la frustraci¨®n, explica El Kaliuby, porque solo producen cambios muy peque?os en el aspecto general de la cara. Para captar estas sutilezas, las c¨¢maras web ten¨ªan que contar con velocidades secuenciales y resoluciones altas que no han sido posibles hasta hace poco.
La cabeza rob¨®tica construida en la Universidad de Cambridge es una creaci¨®n de Peter Robinson, catedr¨¢tico de tecnolog¨ªa inform¨¢tica, que un d¨ªa se enfad¨® porque su dispositivo GPS no dejaba de meterle en un atasco tras otro mientras lanzaba pitidos sin parar. ?Y si pudiese dise?ar un copiloto rob¨®tico capaz de detectar el estado de ¨¢nimo y alejar a los conductores de los atascos cuando tuviesen prisa o se sintiesen angustiados? Charles es la primera iteraci¨®n de un intento de juzgar c¨®mo reacciona la gente a los distintos grados de realismo en una m¨¢quina.
La inform¨¢tica afectiva tiene buenas intenciones pero hace que surjan dudas acerca de lo que la sociedad espera de la tecnolog¨ªa. ?Realmente queremos que nuestras cuentas de Facebook o los anuncios de Internet sepan c¨®mo nos sentimos en cada momento?
Adem¨¢s, la tecnolog¨ªa afectiva siempre se ver¨¢ limitada por nuestra propia capacidad para interpretar las emociones, advierte Arvid Kappas-, catedr¨¢tico de investigaci¨®n en la Universidad Jacobs de Bremen, Alemania.¡°La relaci¨®n entre lo que mostramos en nuestro rostro y lo que sentimos es muy variable¡±, se?ala.
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