La era del ¡®beb¨¦ data¡¯
Los gur¨²s tecnol¨®gicos dictaminan que 2015 es el a?o de los dispositivos para beb¨¦s Los expertos alertan de la obsesi¨®n de algunos padres por monitorizar y compartir cada dato
Sof¨ªa, un beb¨¦ nacido en Oakland, la ciudad vecina de San Francisco, gatea por la casa con su pa?al inteligente. Lo lleva casi desde que naci¨®. Hoy cumple seis meses. El pa?al que a primera vista parece normal e inofensivo analiza los fluidos que se depositan en ¨¦l y expone los resultados en una peque?a pantalla en su parte frontal que los padres escanean con su m¨®vil con cierta frecuencia, digamos que elevada. El pa?al env¨ªa datos de riesgo de deshidrataci¨®n, infecciones de orina o problemas renales. Sof¨ªa gatea cada vez m¨¢s r¨¢pido ignorante de su condici¨®n de early adopter, el t¨¦rmino cool para designar lo que podr¨ªa considerarse una cobaya tecnol¨®gica. Sus padres, ambos ingenieros, tambi¨¦n lo han sido. Empezaron probando varias pulseras para contar sus pasos y medir su frecuencia card¨ªaca, luego se colocaron un dispositivo para medir los patrones de sue?o. En sus crisis de pareja determinan con un software qui¨¦n lleva la voz cantante en las broncas contando las palabras y midiendo los decibelios de cada quien. Sof¨ªa es su primera hija y para ella quieren lo mejor.
Al beb¨¦ tambi¨¦n se le miden la calidad del sue?o y las veces que se mueve en la cama. Cuando se queda quieta durante m¨¢s de 20 segundos a sus padres les llega una alerta al tel¨¦fono. Puede ser una situaci¨®n de emergencia. O no. Pero la alerta suena en cualquier caso. Para el mercado tecnol¨®gico, los padres primerizos, paranoicos e inseguros son una aut¨¦ntica mina de oro. Y si adem¨¢s, son un poco tecnoadictos, mucho mejor. Por las ma?anas mientras la madre de Sof¨ªa, llam¨¦mosle Judith, prepara el desayuno, el m¨®vil le avisa: ¡°En 45 minutos Sof¨ªa empezar¨¢ a despertarse¡±. Tiene que darse prisa.
Sproutling es un monitor para beb¨¦s que se ha agotado en San Francisco
Las tecnomadres y sus tecnobeb¨¦s podr¨ªan parecer una an¨¦cdota ex¨®tica y snob de la burbuja tecnol¨®gica de la zona de la bah¨ªa de San Francisco ¨Cburbuja por cerrada y no porque vaya explotar alg¨²n d¨ªa-. Fue all¨ª donde se agotaron los dispositivos Sproutling solo con los encargos previos a su salida a venta. Sproutling es un monitor para beb¨¦s con forma de coraz¨®n que se coloca como una tobillera, mide la temperatura, la frecuencia cardiaca, los movimientos mientras el beb¨¦ duerme, la temperatura y la luz de la habitaci¨®n. Como no pod¨ªa ser de otra manera est¨¢ sincronizado al tel¨¦fono, IOS o Android, y all¨ª manda todas las notificaciones que se tercien. En su ¨²ltima ronda de financiaci¨®n el dispositivo ha conseguido 2,6 millones de d¨®lares de los avispados capitalistas de Sand Hill Road. Es uno de los tres dispositivos estrellas de 2015 en el ¨¢mbito de los wearables para beb¨¦s y ya est¨¢ agotado. Pero tambi¨¦n se agot¨® en seis semanas Mimo, un body conectado y sincronizado con el tel¨¦fono y equipado con sensores respiratorios y de movimientos. Cualquier anomal¨ªa tambi¨¦n llegar¨¢ al m¨®vil en forma de notificaci¨®n sonora.
El 81% de los beb¨¦s ya tiene alg¨²n tipo de presencia en Internet al cumplir los seis meses de edad
El caldo de cultivo ya est¨¢ listo. Los padres y madres que no se lo piensan dos veces antes de atar a su beb¨¦ a un dispositivo que vomita todo tipo de datos susceptibles de ser medidos y comparados en Internet son personas normales, que buscan, como casi todos, el bienestar de sus hijos. En general, se f¨ªan de esta tecnolog¨ªa porque la han usado, casi todos han llevado o llevan una pulsera o alg¨²n tipo de dispositivo para auto rastrear sus constantes vitales. Y este h¨¢bito les a ha ayudado a ser mejores y a?optimizar su modo de vida. Optimizar es una gran palabra de la que se abusa en este ¨¢mbito donde se piensa que todo lo medible debe ser medido.
No se apresure a sentirse lejos y liberado de esta realidad. En Estados Unidos, pa¨ªs donde ha empezado la tendencia, una encuesta del Pew Research Center¡¯s Internet & American Life Project revela que uno de cada siete adultos lleva encima alg¨²n dispositivo de seguimiento de sus constantes vitales. Y en Espa?a, seg¨²n un estudio el Center of Retail Research en colaboraci¨®n con Samsung, en 2014 se vendieron 1,6 millones de estos dispositivos. Se estima que aqu¨ª el 51% de los propietarios de un smartphone lo usa mientras practica ejercicio f¨ªsico, y de ellos, el 43% est¨¢ rastreando su ritmo card¨ªaco, las calor¨ªas consumidas y los pasos andados. As¨ª que nunca diga de esta agua no beber¨¦, sobre todo no lo haga en materia de tendencias y tecnolog¨ªa.
La pol¨¦mica de sobre si es o no conveniente colocar uno de estos gadgtes a un beb¨¦ empieza porque se trata de una persona que a¨²n no puede tomar decisiones y cuya presencia en Internet es cada vez m¨¢s precoz. Muchas veces meses antes de llegar a este mundo cuando sus padres comparten con j¨²bilo la primera ecograf¨ªa en alguna red social. Si luego se empiezan a rastrear sus datos con aparatos sincronizados a Internet al llegar a los cinco a?os su vida digital puede ser m¨¢s extensa que su propia existencia anal¨®gica. Una encuesta de la empresa de seguridad inform¨¢tica AVG realizada a 2.000 madres de diez pa¨ªses, entre ellos, Espa?a revela que el 81% de los beb¨¦s ya tiene alg¨²n tipo de presencia en Internet al cumplir los seis meses de edad. La cuarta parte de ellos tiene su bautizo digital mucho antes, cuando su madre publica el primer ultrasonido. De momento nadie tiene elementos para juzgar si esto es bueno o malo para el beb¨¦. Son solo cifras y hechos.
Centr¨¦monos entonces en la eficacia de poner un dispositivo para monitorizar al peque?o. ¡°Paz¡±, ¡°tranquilidad¡±, ¡°sensaci¨®n de control¡± dicen los padres que consiguen con el uso de estos dispositivos. Pero los pediatras acostumbrados a monitorizar beb¨¦s y a tratar con sus padres no lo ven tan claro. Existe una unanimidad entre los profesionales que est¨¢ avalada por m¨²ltiples estudios: no es ¨²til monitorizar a ni?os sanos. ¡°Los ni?os que se conectan a un monitor suelen tener riesgos porque sufren problemas cardiovasculares o tienen un hermano que ha muerto del S¨ªndrome de la Muerte S¨²bita del lactante, una enfermedad cuyo origen se desconoce, pero ni siquiera en esos casos se ha demostrado que los dispositivos de monitorizaci¨®n cardiorrespiratoria hayan sido capaces de prevenir este s¨ªndrome. No han funcionado ni en poblaci¨®n de riesgo¡±, indica Enrique Villalobos, pediatra del Hospital Ni?o Jes¨²s. ¡°Los padres siempre tienen un deseo de control, y el uso de estos dispositivos podr¨ªa tener una utilidad te¨®rica pero no est¨¢ demostrada", concede el neonat¨®logo del Hospital Cl¨ªnico de Madrid, Enrique Criado.
Lo que iba a ser un alivio inicial se convierte en un elemento de tortura"
El S¨ªndrome de la Muerte S¨²bita del Lactante se relaciona con el deceso de 4.000 beb¨¦s al a?o en Estados Unidos, que murieron mientras dorm¨ªan sin causa aparente. En Espa?a, seg¨²n explica el doctor Villalobos no existe un registro espec¨ªfico de ese s¨ªndrome y se estima que su incidencia est¨¢ en torno a 1 a 3 por mil nacidos vivos. Los expertos creen que el miedo a este acontecimiento es uno de los factores que favorecen que los padres quieran adquirir un dispositivo que les proporcione cierta paz.
Sin embargo, los pediatras consultados sugieren que puede ser peor el remedio que la enfermedad. ¡°No existe ninguna indicaci¨®n m¨¦dica, ni base cient¨ªfica alguna que justifique monitorizar el sue?o de ni?os sanos. Hacerlo puede ser incluso contraproducente: los padres podr¨ªan obsesionarse con el monitor o con las variaciones normales de la frecuencia cardiaca y respiratoria que tienen los ni?os¡±, asegura el pediatra Aser Garc¨ªa Rada. Al neon¨¢tologo Enrique Criado su experiencia con padres de ni?os monitorizados le ha ense?ado que incluso el sonido del monitor es un generador de ansiedad, no digamos ya si salta una alarma. ¡°Hasta que los padres no aprenden que los monitores no son Dios, su relaci¨®n con ellos es complicada, no quiero imaginar lo que ser¨¢ que reciban las notificaciones en el m¨®vil. Al doctor Enrique Villalobos m¨¢s de un padre le ha pedido, por favor, que retire el monitor a su hijo. ¡°Lo que iba a ser un alivio inicial se convierte en un elemento de tortura. Tienes una m¨¢quina delante de ti pitando cada dos por tres y no siempre porque haya problemas, sino porque incluso los dispositivos hospitalarios tienen muchos fallos, hay muchos factores que intervienen que producen falsos negativos y tambi¨¦n falsos positivos: por ejemplo, si el dispositivo no est¨¢ bien ajustado puede dejar de enviar latidos o no captar los movimientos del beb¨¦¡±.
Los falsos positivos despertaban durante la noche a Elisa, una madre de 28 a?os que monitorizaba a su hija con la app Baby Connect capaz de registrar hasta 100 millones de eventos en un mismo beb¨¦. Al final dej¨® de prestar atenci¨®n, a¨²n la lleva en su tel¨¦fono pero como un talism¨¢n, no como una herramienta de utilidad.
El marketing de los dispositivos de seguimiento y monitorizaci¨®n para beb¨¦s va dirigido a un blanco muy concreto: Padres primerizos millenials, nacidos a partir de 1981 (el 83% de las nuevas madres estadounidenses est¨¢n en ese rango) acostumbrados a tener en sus vidas la asistencia permanente de un c¨²mulo de apps y dispositivos. Dependientes de la tecnolog¨ªa s¨ª, pero que llegado el caso tambi¨¦n tienen m¨²sculo para ignorarla o para cambiar la vieja app por una de m¨¢s reciente aparici¨®n sin muchos remordimientos.
Acostumbrados a vivir apabullados por la informaci¨®n. Como indicaba un art¨ªculo del diario The New York Times: ¡°De momento es dif¨ªcil determinar qu¨¦ pueden hacer los padres con tanta informaci¨®n¡±. Unos datos que a veces son confusos hasta para los m¨¦dicos.
La proliferaci¨®n de esta obsesi¨®n por las cifras, incluso por la incomprensibles, tiene su origen en el movimiento Quantified self y su versi¨®n para beb¨¦s, cuyo ideal es el autoconocimiento y la optimizaci¨®n del estilo de vida a trav¨¦s del minucioso seguimiento de las cifras que emite tu cuerpo, apps y dispositivos varios mediante. Adoran a Nicholas Feltron, uno de los 50 dise?adores m¨¢s influyentes de Estados Unidos y pionero del selftracking (autorastreo), famoso por las infograf¨ªas de su vida publicadas en The New York Times y The Wired, que le han permitido determinar, por ejemplo, que en 2008 bebi¨® 408 cervezas. Ni una m¨¢s ni una menos. Y su l¨ªder es el f¨ªsico y profesor de Ciencias de la Computaci¨®n Larry Smarr, capaz de autodiagnosticarse la enfermedad de Crohn gracias a las propias mediciones de su intestino. Smarr propone un nuevo tipo de medicina basada en los datos, pero no en los que consiga averiguar su m¨¦dico, sino en los que vaya usted recopilando sobre s¨ª mismo a lo largo de su vida, mientras est¨¢ sano. En teor¨ªa, si usted se conoce por dentro sabr¨¢ detectar cualquier alteraci¨®n por el cambio de aspecto de alguno de sus ¨®rganos. Para Smarr, lo que ¨¦l llama self quantification ser¨ªa la clave de una revoluci¨®n sanitaria que tendr¨ªa como resultado una vida m¨¢s saludable y autocontrolada. ¡°Es absurdo que estemos recopilando datos sobre cualquier cosa, menos de nuestra salud¡±, dijo el profesor en una entrevista a la revista alemana Der Spiegel. ¡°Durante miles de a?os los m¨¦dicos han preguntado a sus pacientes: ?C¨®mo se siente? La idea es que esta pregunta sea reemplazada por otra: ?Qu¨¦ tendencia est¨¢n marcando sus datos?¡±.
En este contexto es comprensible querer acumular la mayor cantidad de datos biom¨¦tricos posibles sobre su hijo durante su estancia en este mundo. Y si ahora no son ¨²tiles ya lo ser¨¢n.
Todav¨ªa hay un efecto colateral m¨¢s de esta tendencia. ¡°Sustituir la percepci¨®n sobre nuestros hijos por el feedback de un dispositivo electr¨®nico conectado al tel¨¦fono debe alterar el conocimiento que tenemos sobre ellos¡±, opina Enrique Villalobos que cree que confiar en una herramienta que da ilusi¨®n de control y falsa seguridad tambi¨¦n puede ser peligroso. ¡°La base del conocimiento es el aprendizaje continuo no son las cifras. Los n¨²meros de la infancia no existen¡±, apunta por su parte el neonat¨®logo Enrique Criado.
Los padres siempre tienen un deseo de control, y el uso de estos dispositivos podr¨ªa tener una utilidad te¨®rica pero no est¨¢ demostrada"
En medio de la euforia que siempre supone la llegada al mercado de una nueva familia de gadgtes tecnol¨®gicos, en este caso los dispositivos de monitorizaciones varias para beb¨¦s, unos estudiantes suecos de dise?o analizaron algunos los dispositivos de los que se espera un gran ¨¦xito entre este a?o y el pr¨®ximo. A saber: MimoBaby, Owlet, Sproutling y Monbaby. El trabajo firmado por Kevin Gaunt, J¨²lia Nacsa y Marcel Pens, se preguntaba: ¡°La tendencia manda que todo lo que es medible ser¨¢ medido, pero ?debe serlo?¡±.
¡°Nuestro instinto de dise?adores nos suger¨ªa que esto no era tan sencillo como colocar sensores en los juguetes y la ropa de beb¨¦ y luego conectarlos a Internet. Los dise?adores tenemos una gran responsabilidad en la influencia que los productos tienen en el comportamiento de las personas¡±, dijeron a EL PA?S v¨ªa correo electr¨®nico. Aclaran que su trabajo no es un estudio comparativo entre dispositivos y que nunca tuvieron acceso a ninguno de ellos, sino a los padres o futuros padres que hab¨ªan adquirido uno de estos wearables o planeaban hacerlo. Sus conclusiones fueron, por un lado que los datos puros ofrecidos a los padres fuera de un contexto m¨¦dico pueden llevarlos a conclusiones err¨®neas y al autodiagn¨®stico con la siempre valiosa ayuda de Google. Por otro, que el uso de estos dispositivos disparaba la ansiedad de los progenitores primerizos y retardaba el conocimiento sobre sus propios hijos, un aprendizaje, se?alan , que siempre ha sucedido a trav¨¦s de la intuici¨®n. ¡°Nos gusten o no los dispositivos para llevar dise?ados para beb¨¦s aparecer¨¢n en nuestra vida en los pr¨®ximos a?os y deseamos que las compa?¨ªas que los fabrican no usen el miedo y la inseguridad de los nuevos padres como blanco perfecto de marketing. Si est¨¢n bien dise?ados pueden tener un impacto muy positivo pero deben cumplir su promesa: ser ¨²tiles y no sustituir a los padres. Es el ¨²nico modo de evitar que proporcionen un sentimiento falso de seguridad¡±. El doctor Enrique Criado se atreve a adelantarse a los dictados del mercado: ¡°Esos cacharros para beb¨¦s se van a vender bien, hay padres que se sentir¨¢n m¨¢s seguros mirando la pantalla del m¨®vil. Ahora solo nos importan los n¨²meros¡±.
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