Odiar no es delito (aunque s¨ª es reprochable)
Los mal llamados "delitos de odio" se suelen relacionar o confundir con los delitos contra el honor. Pero no es lo mismo odiar a alguien que incitar a otros a odiar
Cada vez que se habla del odio, me acuerdo de una escena de la pel¨ªcula Hook (1991), de Steven Spielberg, en la que Dustin Hoffman (que interpreta el papel del capit¨¢n Garfio) exclamaba con rabia: ¡°?Yo odio,¡ yo odio,¡ yo odio a Peter Pan!¡±
La escena es interesante, porque inmediatamente antes de esas palabras afirma: ¡°Estoy tan decepcionado... Odio vivir en este cuerpo imperfecto y odio vivir en el pa¨ªs de Nunca jam¨¢s¡±, como explicaci¨®n de las ra¨ªces de ese odio hacia Peter Pan.
Pues bien, si hubiera que juzgar al capit¨¢n Garfio en Espa?a, se le podr¨ªa juzgar por intento (insistente) de asesinato de Peter Pan, pero no por odiarle, porque odiar no es delito. Si lo fuera, no habr¨ªa c¨¢rceles suficientes en Espa?a para tanta gente.
El odio y las redes sociales
Odiamos mucho: a nuestro jefe, a un compa?ero de trabajo, a la suegra, a nuestro ex, a los jugadores o seguidores de otro equipo, a los extranjeros, a los del pueblo de al lado, al vecino del quinto, a un famoso o famosa, a los ricos, a los pol¨ªticos, a los de otra raza, religi¨®n o ideolog¨ªa, a los neo-machistas, a las feministas radicales, a los homosexuales, a los hom¨®fobos, a los taurinos, a los anti-taurinos, etc.
Y lo decimos; tanto en el mundo f¨ªsico o ¡°presencial¡±, como en el mundo ¡°virtual¡±; que -en realidad- no existe, porque no hay dos mundos, con reglas distintas, sino uno solo, con distintos medios o formas de comunicarse las ideas y sentimientos, los buenos y los no tan buenos. La diferencia es la audiencia inicial y la repercusi¨®n que puede llegar a tener las cosas que se dicen en las redes sociales.
?Son especialmente ¡°odiosas¡± las redes sociales? Sinceramente, yo creo que no. S¨ª es verdad que, con una pantalla por medio, mucha gente saca el odio que tiene dentro, pero es porque lo tiene. Digamos que en las redes sociales aflora m¨¢s que en la vida presencial p¨²blica, pero muchas de las barbaridades (por no decir todas) que circulan por las redes sociales, las hemos escuchado antes en petit comit¨¦.
Los (mal) llamados ¡°delitos de odio¡±
Se habla mucho ¨²ltimamente de los (mal) llamados ¡°delitos de odio¡± y se suelen relacionar o confundir con los delitos contra el honor (injurias y calumnias) y el tipo espec¨ªfico del delito de enaltecimiento del terrorismo o humillaci¨®n de las v¨ªctimas.
Y todo ello, dentro una categor¨ªa m¨¢s amplia, denominada tradicionalmente ¡°delitos de opini¨®n¡±, en el marco de un debate sobre los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n; porque tener, los tiene -como cualquier derecho- como dice nuestra Constituci¨®n.
Y aunque es verdad que alguna relaci¨®n o base com¨²n existe, sin embargo, son ¡°tipos¡± o delitos distintos y, sobre todo, no pueden interpretarse de forma expansiva, ampli¨¢ndolos a otros supuestos, porque en derecho penal se proh¨ªbe la analog¨ªa.
No es lo mismo odiar que incitar al odio
La palabra ¡°odio¡± solo aparece cinco veces en nuestro C¨®digo Penal: cuatro en el art¨ªculo 510, referido a las persona f¨ªsicas, y una en el art¨ªculo 515.4?, referido a las asociaciones, que ¡°fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminaci¨®n o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por raz¨®n de su pertenencia a aqu¨¦l¡±.
Aparte de que no es lo mismo odiar a alguien (y decirlo) que ¡°fomentar, promover o incitar¡± a otros a odiar (tambi¨¦n) a ese alguien, un requisito de los ¡°delitos de odio¡± es que el odio debe fomentarse contra un grupo (vulnerable) o una parte del mismo. Y, si es contra una persona determinada, debe serlo por su pertenencia a ese grupo o subgrupo, y no por razones exclusivamente individuales.
Por ¨²ltimo, los motivos de los ¡°delitos de odio¡± son: ¡°racistas, antisemitas u otros referentes a la ideolog¨ªa, religi¨®n o creencias, situaci¨®n familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o naci¨®n, su origen nacional, su sexo, orientaci¨®n o identidad sexual, por razones de g¨¦nero, enfermedad o discapacidad¡±. No parece que en las ¡°creencias¡± se puedan incluir las profesiones, las aficiones o los gustos.
Pero ?qu¨¦ es el odio?
Seg¨²n la Real Academia Espa?ola, odio (del lat¨ªn odium) es la ¡°antipat¨ªa y aversi¨®n hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea¡±. Pero est¨¢ claro que, para que haya un ¡°delito de odio¡± no basta con sentir ¡°antipat¨ªa o aversi¨®n¡± hacia algo (odio los lunes, odio que me digas/hagas eso) o hacia alguien (me cae gordo, no lo soporto); ni basta con desearle un mal (ojal¨¢ tenga una enfermedad y/o se muera).
El origen etimol¨®gico tampoco nos aporta mucha informaci¨®n, porque los t¨¦rminos espa?ol y portugu¨¦s (odiar) e italiano (odiare) vienen de la ra¨ªz indoeuropea od-*, que significa ¡°irritarse¡± y de la que deriva ¡°enojar¡±: aburrir, molestar, inspirar horror.
Y, por su parte, los t¨¦rminos ingl¨¦s (hate), franc¨¦s (haine) o alem¨¢n (hasse) vienen de la ra¨ªz indoeuropea kad-*, que significa ¡°tristeza, ansia, pena, molestia, pesar¡±, que pueden ser tambi¨¦n posibles ra¨ªces del odio, junto al miedo a lo desconocido.
El odio en Google
Si introducimos las palabras ¡°odio a¡± y ¡°odio a los que¡± en el buscador de Google, el autocompletado tampoco nos ofrece muchas pistas sobre el tipo o la cantidad de odio que puede considerarse como delictivo.
Sin embargo, el algoritmo del buscador parece que lo tiene m¨¢s claro, pues en los resultados que ofrece, aparte de las definiciones de la Wikipedia y otras p¨¢ginas, s¨ª diferencia y da mayor relevancia a las noticias referidas a los ¡°delitos de odio¡±.
No as¨ª en Google Im¨¢genes, donde predominan las ilustraciones que contemplan el odio en el marco de las relaciones personales o sentimentales, contraponi¨¦ndolo al amor. Y no parece que sea ese el sentido al que se refieren los ¡°delitos de odio¡±.
Conclusiones
?Cu¨¢l es, entonces, la clase o la intensidad de odio necesaria para que se pueda considerar que el fomento, promoci¨®n o incitaci¨®n -directa o indirecta- de ese odio constituye un delito, castigado con una pena de prisi¨®n de uno a cuatro a?os?
1. Haciendo una interpretaci¨®n del art¨ªculo 510 del C¨®digo Penal ¡°seg¨²n el sentido propio de sus palabras, en relaci¨®n con el contexto¡± (como dice el art¨ªculo 3.1 del C¨®digo Civil), debemos concluir que el odio constitutivo de delito es un odio ¡°cualificado¡±, especialmente grave, que debe estar relacionado y dirigido a la ¡°hostilidad, discriminaci¨®n o violencia contra un grupo¡± vulnerable.
2. Por otra parte, para considerar que se ¡°fomenta, promueve o incita¡± al odio debe existir una persistencia y una ¡°proximidad¡± o ¡°contig¨¹idad temporal¡± (por no decir una relaci¨®n causa-efecto) de la expresi¨®n o del discurso del odio con la posible ejecuci¨®n de ¡°actos concretos de discriminaci¨®n, hostilidad y violencia¡±. No llega a la provocaci¨®n e inducci¨®n del art¨ªculo 18 del C¨®digo Penal, pero se aproxima.
3. No basta, por tanto, expresar una opini¨®n ofensiva contra una persona o contra un grupo, que, en todo caso, podr¨ªa constituir un delito de injuria. Pero, seg¨²n el art¨ªculo 208 del C¨®digo Penal: ¡°solamente ser¨¢n constitutivas de delito las injurias que, por su naturaleza, efectos y circunstancias, sean tenidas en el concepto p¨²blico por graves¡± (en la ¨²ltima reforma se suprimieron las faltas).
4. Esto le parece raro a mucha gente, que cree que ¡°lo que no es delito es legal¡±; pero no es as¨ª. El C¨®digo Penal es la ¡°¨²ltima ratio¡± (el ¨²ltimo recurso a aplicar) del ordenamiento jur¨ªdico, para los casos m¨¢s graves, pues supone la c¨¢rcel. Pero hay conductas que, sin llegar a constituir delito, pueden ser perseguidas por v¨ªa civil, pudiendo pedirse indemnizaciones por da?os y perjuicios morales.
5. Pero, sobre todo, para combatir los delitos de odio y las expresiones o discursos del odio que no llegan a constituir delito, lo que hay que hacer es ir a la ra¨ªz del problema; es decir, a la ra¨ªz del odio. Y este no se combate solo con la sanci¨®n, sino con la educaci¨®n. Si le dedic¨¢semos m¨¢s tiempo y recursos a prevenir las causas del odio, quiz¨¢ tendr¨ªamos que dedicarles menos a las consecuencias.
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