Los robots aprenden modales
La Universidad Pablo de Olavide desarrolla m¨¢quinas con inteligencia social, que prev¨¦n tus intenciones, reconocen por la cara el estado de ¨¢nimo y saben comportarse en p¨²blico
Los robots de f¨¢brica tienen pocos modales. No los necesitan para sus tareas. Pero los creados para desenvolverse en entornos humanos de alta afluencia necesitan inteligencia social. Es uno de los campos en los que trabaja el Service Robotics Lab (Laboratorio de Rob¨®tica de Servicios) de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla, que llevar¨¢ sus trabajos y sus investigaciones a la pr¨®xima International Conference on Robotics and Automation (ICRA), que se celebra este mes en Australia. Multinacionales japonesas ya han pedido la colaboraci¨®n de este laboratorio espa?ol.
Mientras Luis Merino, codirector del laboratorio sevillano, muestra el centro, su equipo empaqueta una de sus creaciones para una prueba en Barcelona. Es un robot creado para inspeccionar canalizaciones subterr¨¢neas capaz de moverse solo y comunicarse a trav¨¦s de una red inal¨¢mbrica propia. Esta m¨¢quina, que evita trabajos peligrosos e ingratos a los humanos y es capaz de hacer mapas en tres dimensiones, fue su respuesta a un proyecto europeo en el que las ciudades planteaban necesidades a los desarrolladores. Ya han pasado todas las fases y las empresas han empezado a probarlo.
Pero una de las especialidades de este equipo de la UPO es la rob¨®tica social, aquella destinada a labores con colectivos humanos y que ayuda a prestar asistencia sin la necesidad de pilotos y con capacidad de aprender de las emociones de los destinatarios de los servicios.
Est¨¢n pensados para escuelas, hospitales, centros de mayores o monumentos de alta intensidad tur¨ªstica, donde tienen que aprender a desenvolverse en entornos con mucha afluencia de personas sin molestar ni causar da?os ni entrometerse. El laboratorio universitario les da autonom¨ªa para moverse entre las personas sin necesidad de piloto y a respetar las normas de interacci¨®n.
El robot identifica los estados de ¨¢nimo de sus interlocutores y act¨²a en consecuencia. Frog (siglas de Fun Robotic Outdoor Guide) ha trabajado en el Alc¨¢zar de Sevilla como gu¨ªa tur¨ªstico y, adem¨¢s de llevar a los visitantes por las estancias que sedujeron a los creadores de la serie Juego de tronos, respond¨ªa a sus preguntas y daba explicaciones. Si detectaba aburrimiento, a partir de la informaci¨®n de im¨¢genes que almacenaba, acortaba la informaci¨®n o cambiaba de espacio.
Adem¨¢s, Frog aprende a reconocer el escenario y normas de conducta entre el p¨²blico. ¡°No te da la espalda si habla contigo, te mira a los ojos y sabe aproximarse sin invadir tu espacio. Durante su tarea en Sevilla, tambi¨¦n ten¨ªa una cuenta de Twitter y sub¨ªa fotos¡±, relata Luis Merino.
Frog ha viajado a Portugal y a Holanda. Su compa?era Teresa, por el contrario, se encuentra en Sevilla tras su paso por Troyes (Francia). Es un robot de telepresencia que permite a un familiar o a un asistente de un centro de mayores, donde ha hecho pr¨¢cticas, acompa?ar al residente de forma remota, seguirle y hablar con ¨¦l como si estuviera cerca, vi¨¦ndose cara a cara.
¡°El objetivo es que los robots entiendan nuestras intenciones y emociones y aprendan de ellas¡±, comenta Merino, quien viaja en breve a Australia a uno de los dos grandes encuentros mundiales que se celebran cada a?o. All¨ª tiene previsto participar en un taller con expertos en animaci¨®n para aprender de ellos c¨®mo reflejan las emociones en sus dibujos. El equipo de la UPO tambi¨¦n presentar¨¢ dos investigaciones sobre c¨®mo Teresa ha aprendido a moverse y otra sobre cooperaci¨®n eficiente entre drones en la que ha colaborado el Centro Aeroespacial Alem¨¢n en M¨²nich.
¡°Una de las ventajas de que el robot de telepresencia aprenda a moverse solo es que evita la sobrecarga cognitiva de quien lo usa. Un m¨¦dico o un asistente o un familiar no pueden prestar atenci¨®n a la persona a la que se dirigen si tienen que estar pilotando el robot¡±, explica Merino.
Esta humanidad de las creaciones del equipo de la universidad sevillana ha llamado la atenci¨®n de empresas japonesas, donde la capacidad de interacci¨®n de las m¨¢quinas se ve como una soluci¨®n a muchos campos de servicios sociales y educativos.
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