El INE no sabe d¨®nde est¨¢s ahora mismo

Hace tres semanas el INE hizo p¨²blico un proyecto, que arranca este mismo lunes, que va a aprovechar informaci¨®n derivada de datos de la red de telefon¨ªa m¨®vil para entender mejor la movilidad de la sociedad espa?ola a gran escala. El proyecto ha suscitado controversia, recelo y alarmismo al mismo tiempo que ha colocado a los datos y su uso en la primera l¨ªnea del debate social.

?Qu¨¦ oportunidades estamos perdiendo por no aprovechar estos datos para el bien social? No podemos olvidar que es nuestro derecho vivir en una sociedad informada

Porque ciertamente vivimos en un mundo de datos que llamamos big data. Datos que en gran parte generamos cada uno de nosotros como resultado de la "huella digital" que dejan nuestras interacciones con los m¨®viles y servicios digitales. Adem¨¢s, la digitalizaci¨®n del mundo f¨ªsico a trav¨¦s de todo tipo de sensores tanto en la ciencia (por ejemplo, aceleradores de part¨ªculas o secuenciamiento de ADN) como en nuestro entorno con los dispositivos del llamado Internet de las Cosas (por ejemplo, sensores de poluci¨®n, temperatura o ruido en las ciudades, coches conectados¡­) genera grandes cantidades de datos adicionales.

Junto a los datos, necesitamos la capacidad de analizarlos, interpretarlos y utilizarlos para generar valor. Por ello, la ¡°Revoluci¨®n de los Datos¡± ha sido posible gracias no solo a la existencia de los mismos, sino tambi¨¦n gracias al desarrollo de capacidades tecnol¨®gicas y humanas para captar, almacenar, analizar y sacarles partido usando algoritmos de inteligencia artificial. En consecuencia, se ha desarrollado la llamada econom¨ªa de datos que el a?o pr¨®ximo podr¨ªa superar los 700.000 millones de euros en Europa. Sin embargo, estas cifras han sido calculadas fundamentalmente desde una perspectiva de negocio porque la gran mayor¨ªa de datos est¨¢n en manos de empresas privadas que los monetizan en sus productos y servicios.

M¨¢s all¨¢ de las empresas, la revoluci¨®n de los datos tambi¨¦n ha llegado al sector p¨²blico, abriendo un abanico de oportunidades sin precedentes. Surge inevitablemente una pregunta: ?c¨®mo podr¨ªan estos datos ¨Cy sobre todo el conocimiento derivado de ellos¡ª que hoy en d¨ªa est¨¢n en manos mayoritariamente privadas ser compartidos para maximizar su potencial para tener impacto social positivo? ?Qu¨¦ oportunidades estamos perdiendo por no aprovechar estos datos para el bien social? Contestar estas preguntas ha sido objeto de parte de mi trabajo desde hace m¨¢s de diez a?os. C¨®mo compartamos y usemos los datos determinar¨¢, en gran parte, el futuro de la democracia y el progreso humano.

Es importante encontrar el equilibrio entre el derecho a una sociedad informada y el temor de una sociedad hipervigilada donde los organismos con poder puedan abusar de los datos

La aspiraci¨®n es conseguir tomar mejores decisiones, decisiones basadas en la evidencia (reflejada en los datos) que nos permitan superar algunas de las limitaciones de las decisiones humanas, incluyendo la corrupci¨®n, los sesgos cognitivos, los conflictos de inter¨¦s o el ego¨ªsmo. El objetivo es conseguir un mundo m¨¢s justo, m¨¢s saludable y m¨¢s igualitario gracias al uso de los datos.

Cuando hablamos de datos, es preciso detallar de qu¨¦ tipo de datos estamos hablando. Los datos pueden ser personales, es decir, datos que permiten la identificaci¨®n de una persona o no personales, es decir, datos a partir de los cuales es imposible identificar a nadie. Los datos personales est¨¢n protegidos en Europa por el Reglamento Europeo de Protecci¨®n de Datos (RGPD) que establece entre otras cosas la necesidad de disponer de consentimiento informado antes de poder analizarlos. Los datos personales pueden dejar de serlo cuando se agregan, es decir, cuando se combinan datos de muchas personas, de manera que es imposible identificar a ninguna de ellas en el conjunto. Adem¨¢s, en muchos de los escenarios de uso de los datos para el bien social, lo que se comparte es el conocimiento derivado de los mismos, y no los datos en s¨ª.

En este contexto, las oficinas de estad¨ªstica de todo el mundo est¨¢n explorando oportunidades para elaborar estad¨ªsticas oficiales y censos de manera m¨¢s precisa, m¨¢s econ¨®mica y m¨¢s frecuente a trav¨¦s del an¨¢lisis de los datos. No podemos olvidar que es nuestro derecho vivir en una sociedad informada, donde la ciudadan¨ªa conozca el impacto de las pol¨ªticas p¨²blicas y donde haya una clara rendici¨®n de cuentas.

Lo que nos devuelve al proyecto del INE. Un proyecto que podr¨ªa haberse comunicado e interpretado como una iniciativa pionera en Europa, que aprovecha datos privados de manera agregada y respetando siempre la privacidad de las personas para elaborar estad¨ªsticas de movilidad m¨¢s precisas y por tanto ayudarnos a tomar mejores decisiones p¨²blicas, se ha percibido como un ataque directo a la privacidad de las personas. En ning¨²n caso el INE acceder¨ªa a datos individuales ni a datos personales. En ning¨²n caso acceder¨ªa a los datos en s¨ª mismos, sino al conocimiento derivado de los mismos como estimaciones de n¨²mero de personas en ¨¢reas con como m¨ªnimo 5000 personas o estimaciones de flujos de movilidad agregada. En ning¨²n caso el INE podr¨¢ identificar a ninguna persona. Sin embargo, los titulares de la mayor¨ªa de medios de comunicaci¨®n subrayan lo contrario, generando alarmismo innecesario y fomentando una p¨¦rdida de confianza hacia un proyecto del que nos beneficiaremos todos.

Los titulares de la mayor¨ªa de medios de comunicaci¨®n subrayan lo contrario, generando alarmismo innecesario y fomentando una p¨¦rdida de confianza hacia un proyecto del que nos beneficiaremos todos

La mayor¨ªa de nosotros no queremos que nuestros datos sean utilizados ¡ªlamentablemente a veces de manera poco ¨¦tica, aunque s¨ª legal¡ª para el lucro de unos pocos. No queremos que nuestros datos sean vendidos sin nuestro consentimiento ni nuestro conocimiento. Pero imagino que muchos estar¨ªamos abiertos a aportar nuestro granito de arena ¡ªdigital, en este caso, a trav¨¦s de nuestros datos¡ª para ayudar a tomar mejores decisiones p¨²blicas, decisiones que nos afectan a todos. ?Qu¨¦ ha fallado entonces?

Desde mi perspectiva, ha habido un fallo de comunicaci¨®n en tiempo, forma y fondo; de educaci¨®n a la sociedad sobre el contexto del proyecto y sobre el uso no de datos en s¨ª, sino de informaci¨®n derivada de los mismos, siempre agregada a miles de personas, sin ning¨²n tipo de conexi¨®n con ning¨²n ciudadano/a en particular; y de falta de transparencia e involucraci¨®n de la ciudadan¨ªa, como sujeto no solo pasivo sino activo de esta nueva manera de tomar decisiones. Tambi¨¦n, hemos echado de menos oportunidades de control, para que los ciudadanos y ciudadanas podamos decidir contribuir o no con nuestros datos a mejorar la toma de decisiones p¨²blicas. Es importante encontrar el equilibrio entre el derecho a una sociedad informada, donde las decisiones se tomen bas¨¢ndose en la evidencia, con transparencia y rendici¨®n de cuentas, y el temor de una sociedad hipervigilada donde los organismos con poder puedan usar (?abusar?) los datos como herramienta para el ejercicio de dicho poder.

Sin duda, el uso de datos privados para fines de inter¨¦s p¨²blico es un tema de plena actualidad y de inmenso potencial. Es importante entender que la Revoluci¨®n de los Datos plantea grandes retos tecnol¨®gicos, legales, econ¨®micos, ¨¦ticos y sociales, como ilustra el ejemplo del INE. Por ello, la Comisi¨®n Europea conform¨® hace un a?o un grupo de expertos de alto nivel para identificar las barreras existentes que nos impiden aprovechar los datos para el bien social y proponer soluciones a las mismas. Este grupo ¡ªal que pertenezco¡ª publicar¨¢ sus recomendaciones a principios del 2020.

Ojal¨¢ nuestro trabajo sirva para inspirar y educar. Ojal¨¢ contribuya a realizar el sue?o de conseguir una sociedad m¨¢s justa gracias a la toma de decisiones basadas en la evidencia. Les invito a que se unan a este movimiento mundial de uso de los datos para el bien social, de manera transparente, fiable y con una aproximaci¨®n siempre centrada en las personas. Porque, como dir¨ªamos en ingl¨¦s, sharing is caring.

Nuria Oliver es miembro del grupo de expertos de alto nivel en la Comision Europea sobre Business to Government Data Sharing.