¡°Abrir el acceso al cerebro permite experiencias diferentes a las que son t¨ªpicamente humanas¡±
Sara Goering, profesora de Filosof¨ªa de la Universidad de Washington, explica c¨®mo la tecnolog¨ªa puede cambiar los pensamientos humanos y cu¨¢les son sus implicaciones ¨¦ticas. Este s¨¢bado, el especial completo sobre tecnolog¨ªa y neurociencia en la revista Retina, gratis con EL PA?S
Sara Goering es coautora de un art¨ªculo publicado en la revista Nature donde aboga, como parte de un grupo de expertos de renombre internacional, por la necesidad de establecer un c¨®digo ¨¦tico y una legislaci¨®n que regule la aplicaci¨®n de dispositivos cerebrales. Explica c¨®mo esta tecnolog¨ªa podr¨ªa condicionar la forma de ser de los ciudadanos.
- P. ?Por qu¨¦ es necesario establecer un c¨®digo ¨¦tico para la implantaci¨®n de dispositivos cerebrales?
- R. Los dispositivos cerebrales implantados son muy prometedores para abordar enfermedades o lesiones, pero tambi¨¦n proporcionan un tipo de acceso ¨²nico que podr¨ªa servir para alterar nuestra actividad neuronal. Dado que nuestra actividad neuronal es la base que define la forma en que pensamos y qui¨¦nes somos (nuestra conciencia, nuestros recuerdos, nuestra personalidad, nuestra responsabilidad de acci¨®n, todo est¨¢ en nuestra actividad cerebral), debemos tener cuidado al avanzar en el dise?o de dispositivos que pueden alterar significativamente la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
- P. ?C¨®mo podr¨ªan estos dispositivos cambiar nuestro cerebro?
- R. Los estimuladores cerebrales profundos [como los microchips implantados en el cerebro] ayudan significativamente a los pacientes de P¨¢rkinson con los problemas de temblor y rigidez muscular. Pero algunas personas tambi¨¦n experimentan cambios psicosociales, sienten un aumento de la impulsividad, cambios de personalidad... Los dispositivos tienen efectos sobre nuestro comportamiento pero esos efectos son dif¨ªciles de percibir, as¨ª que pueden hacer que el paciente tenga una sensaci¨®n ambigua sobre el control de sus acciones. Pueden sentir que no saben cu¨¢nto est¨¢ influyendo el dispositivo en sus comportamientos o pensamientos y cu¨¢nto es decisi¨®n solo suya.
- P. Entonces, ?ser¨ªa posible hackear humanos y cambiar su voluntad, por ejemplo?
- R. Actualmente, que yo sepa, ese nivel de especificidad no es posible, pero la vulnerabilidad de un dispositivo a la pirater¨ªa es muy preocupante. Si un pirata inform¨¢tico puede alterar la forma en que funciona un dispositivo, entonces podr¨ªa ordenar a un brazo rob¨®tico que se mueva de una manera concreta que no estaba pensada por el usuario. O podr¨ªa cambiar los patrones de estimulaci¨®n en un microchip cerebral para que alguien se sienta diferente. Dado que esos estados tambi¨¦n influyen en la voluntad, s¨ª ser¨ªa una manipulaci¨®n indirecta de la voluntad.
- P. ?Qui¨¦n decide si un dispositivo va a mejorar el cerebro o no?
- R. Las personas podr¨ªan decidir por s¨ª mismas si quieren un dispositivo o si este supone una mejora para ellos. Pero determinar qu¨¦ dispositivos fabricar requiere una conversaci¨®n social m¨¢s amplia sobre los posibles beneficios individuales y los peligros de ciertos tipos de control y acceso al cerebro. Es particularmente importante que se escuche a las personas con discapacidad, que son a quienes m¨¢s podr¨ªa beneficiar esta tecnolog¨ªa, para tener claro qu¨¦ tipos de dispositivos son preferibles y por qu¨¦ razones; y a cu¨¢nto es razonable que renunciemos en privacidad, por ejemplo.
La memoria mejorada es atractiva para la mayor¨ªa de nosotros pero la capacidad de olvidar tambi¨¦n es incre¨ªblemente valiosa
- P. ?Qu¨¦ pasa si solo unos pocos pueden darse el lujo de tener estos dispositivos implantados?
- R. Es posible que esto suceda al principio. Es necesario plantearse estas cuestiones, dado que algunas de las capacidades mejoradas podr¨ªan llegar a ofrecer a las personas que las utilizan ventajas competitivas, aunque no es algo que est¨¦ pasando ahora. Creo que una pregunta a¨²n m¨¢s importante es que consideremos las implicaciones de mejorar algunas de las capacidades que parecen prometedoras pero que podr¨ªan no ser tan valiosas como parecen. Por ejemplo, la memoria mejorada es atractiva para la mayor¨ªa de nosotros a medida que envejecemos, pero la capacidad de olvidar tambi¨¦n es incre¨ªblemente valiosa y no debe subestimarse.
- P. ?Podr¨ªa crearse una nueva brecha social entre aquellos que tienen acceso a las mejoras de capacidades cognitivas y aquellos que no pueden coste¨¢rselo?
- R. Posiblemente, pero depende del tipo de tecnolog¨ªas que se utilicen. Que alguien pueda conectarse directamente a Internet con su mente o que pueda pasar de los pensamientos a los mensajes de texto sin la necesidad de escribir (como esperan Facebook y Neuralink) le permitir¨ªa acceder a informaci¨®n m¨¢s r¨¢pido, pero eso no ser¨ªa suficiente para que pensara con m¨¢s claridad o mejor. Tener capacidades controladas por interfaces cerebro-computadora podr¨ªa permitirnos hacer cosas con el pensamiento y podr¨ªa hacernos m¨¢s productivos o menos dependientes de las limitaciones de nuestra propia musculatura, lo que podr¨ªa crear una especie de brecha.
- P. Si se extiende el uso de estos dispositivos pero no todos tenemos el mismo acceso a ellos, ?podr¨ªamos llegar a convertirnos en casi dos tipos diferentes de humanos?
- R. Depende de la tecnolog¨ªa que consideremos. La mayor¨ªa de los dispositivos actuales est¨¢n dise?ados para ayudar a las personas a lograr un funcionamiento que es normal y no sobrehumano o completamente diferente del humano. Sin embargo, abrir el acceso al cerebro permite experiencias diferentes a las que son t¨ªpicamente humanas. Si un dispositivo puede estimular mi corteza sensorial para hacerme sentir que estoy tocando algo que mi cuerpo no est¨¢ tocando, entonces los mundos virtuales pueden volverse convincentemente reales. Si los dispositivos pueden mejorar significativamente la memoria de una persona o darle una manera de enviar mensajes al cerebro de otras personas sin hablar (como sugieren algunos estudios de interfaz cerebro a cerebro), entonces al menos las normas sobre el ser humano tal y como las entendemos a d¨ªa de hoy podr¨ªan cambiar, dependiendo de si las personas tienen implantes o no.
- P. ?Cree que es posible lograr un acceso equitativo a las neurotecnolog¨ªas para mejorar el cerebro?
- R. Para empezar, no tenemos el mismo acceso a la atenci¨®n b¨¢sica de salud mental, al menos en EE UU, por lo que no tengo muchas esperanzas de tener el mismo acceso a las tecnolog¨ªas de mejora mental. Abordar la igualdad de acceso es una preocupaci¨®n seria, pero tal vez sea m¨¢s importante determinar si las supuestas mejoras son realmente mejoras y si vale la pena buscarlas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.