¡°Nos gusta la idea de que los algoritmos o la desinformaci¨®n polarizan porque es f¨¢cil de afrontar¡±
Chris Bail, cient¨ªfico social y director del Polarization Lab de la Universidad de Duke, lleva a?os estudiando por qu¨¦ usamos las plataformas. Sus conclusiones son muy distintas a las del documental ¡®El dilema social¡¯, de Netflix
El profesor Chris Bail lleva a?os haciendo experimentos con los usuarios de las redes sociales. ¡°No pensamos lo suficiente en los motivos para utilizarlas¡±, dice. Es fundador en 2017 y director del Polarization Lab en la Universidad de Duke. Acaba de publicar un libro con un t¨ªtulo algo acad¨¦mico: Romper el prisma de las redes sociales, de momento sin traducci¨®n prevista al espa?ol. Explica sus a?os de investigaci¨®n, cuyos resultados difieren del diagn¨®stico de expertos m¨¢s populares, como Tristan Harris, protagonista de El dilema social, de Netflix, y que acaba de declarar en el Congreso de EE UU sobre algoritmos.
La conclusi¨®n de Bail es que una sola explicaci¨®n no aclara todos los problemas y que queda mucho por hacer para entender con certeza qu¨¦ desastres y ventajas nos han tra¨ªdo las redes. En una charla por Zoom con EL PA?S, Bail ofrece este panorama sobre las redes y su impacto.
1. Las redes no causan la polarizaci¨®n
La polarizaci¨®n exist¨ªa en los a?os 90. Lo ve¨ªamos en la famosa crispaci¨®n pol¨ªtica. ¡°Es dif¨ªcil desentra?ar los efectos espec¨ªficos de las redes sociales¡±, dice Bail. ¡°Entiendo que la gente quiera hacerlo [atribuir la responsabilidad a las redes] porque es una explicaci¨®n conveniente, pero hay muchos otros fen¨®menos hist¨®ricos¡±, a?ade.
Eso no quita que las redes sean un culpable perfecto para el malestar actual. ¡°Nos gusta la idea de que los algoritmos o la desinformaci¨®n nos polarizan porque es una idea f¨¢cil de afrontar, se reduce a cambiar un poco el algoritmo o regular una compa?¨ªa¡±, dice Bail. La culpa ser¨ªa por tanto de alguien en Silicon Valley. Pero para Bail los responsables est¨¢n m¨¢s cerca.
2. Nosotros fomentamos los problemas
Los humanos somos seres sociales. Las redes nos han dado una manera nueva de cuantificar nuestro estatus: seguidores, likes, retuits, actividad. Estos falsos incentivos ayudan a crear este ambiente de falsa polarizaci¨®n.
¡°Las redes nos animan a experimentar con nuestras identidades y ver c¨®mo reaccionan los dem¨¢s. T¨² presentas distintas identidades y cultivas las que te dan una sensaci¨®n de mayor estatus social¡±, dice Bail. En un paseo por nuestras cronolog¨ªas es f¨¢cil ver qu¨¦ premian nuestro estatus las redes: zascas, bromas, emociones. ¡°La raz¨®n por la que somos adictos a las redes dise?adas para liberar serotonina es saber qu¨¦ piensa otra gente de nosotros. Esa es la adici¨®n¡±, dice Bail.
?Sirve de algo borrar la cuentas en redes? Para un usuario igual s¨ª. Pero la sociedad est¨¢ destinada a hablar en redes, seg¨²n Bail. ¡°Viviremos m¨¢s aislados geogr¨¢ficamente debido a amplias tendencias sociales. No hay otro lugar claro donde el compromiso y la deliberaci¨®n pol¨ªticas sean posibles. Es una revelaci¨®n terror¨ªfica porque las redes est¨¢n rotas, lo que implica una mayor urgencia para arreglarlas¡±; dice.
3. ?A qu¨¦ vamos a las redes?
¡°No pensamos suficiente en los motivos del usuario de redes¡±, dice Bail. ?Vamos a buscar informaci¨®n? No te equivoques. ¡°Las redes tienen esta idea muy pasada de moda de que queremos buscar informaci¨®n. La idea de que la gente va a las redes a tener discusiones razonables de pol¨ªtica es rid¨ªcula¡±.
Si el estatus es central, quien ya lo tiene fuera no suele ir a las redes a buscarlo. M¨¢s bien al contrario. ¡°El estatus conforma el comportamiento. No entramos en discusiones pol¨ªticas porque amenazan el otro tipo de estatus que hemos conseguido¡±, dice Bail. En cambio, ?qu¨¦ perfiles buscan ganar estatus en redes gracias a la pol¨ªtica? Perfiles extremos. Bail cita en su libro un estudio de la empresa de sondeos Pew: ¡°Los extremistas constituyen casi la mitad de todos los tuiteros pol¨ªticos prol¨ªficos en EE UU. Aunque la gente que tiene puntos de vista extremos constituya sobre un 6% de la poblaci¨®n, el informe de Pew encontr¨® que el 55% de tuiteros m¨¢s prol¨ªficos se identificaban como muy progresistas o muy conservadores¡±.
Esta percepci¨®n err¨®nea de la realidad que vemos a trav¨¦s de las redes es lo que Bail llama ¡°prisma¡± en el t¨ªtulo del libro. ¡°La gente que exagera el extremismo del otro bando es significativamente mayor entre los que usan las redes para informarse¡±, explica. Esto provoca una idea equivocada de la sociedad para quienes est¨¢n mucho ah¨ª y para quienes usan Twitter de term¨®metro de opini¨®n. ¡°M¨¢s pernicioso es cuando los medios usan Twitter como una muestra de la opini¨®n p¨²blica, porque amplifica esta percepci¨®n err¨®nea¡±, dice.
Bail es esc¨¦ptico con la importancia de las c¨¢maras de eco, pero no descarta su peso: ¡°Quiz¨¢ no est¨¢n muy extendidas y no tienen un gran efecto en general, pero para una peque?a parte de la poblaci¨®n, que por cierto es muy importante, s¨ª tienen un efecto¡±.
4. El documental de Netflix no acierta
Bail valora el esfuerzo de los ex ingenieros de Silicon Valley que llaman la atenci¨®n sobre su industria. El documental El dilema social de Netflix es uno de sus m¨¢ximos ejemplos. Pero cree que centrarse en el algoritmo no basta porque es una soluci¨®n insuficiente e incluso conveniente para las redes: ¡°Desafortunadamente, todo el mundo se traga esa explicaci¨®n¡±, dice Bail. Esto da una atenci¨®n desmesurada al poder las redes, lo que agradecen, seg¨²n Bail: ¡°Esto llama la atenci¨®n de anunciantes y, segundo, dicen que les regulen de alg¨²n modo, pero nadie en pol¨ªtica sabe c¨®mo¡±.
5. Las redes no son obviamente inocentes
Aunque el famoso algoritmo y las c¨¢maras de eco no sean los ¨²nicos culpables de la polarizaci¨®n de nuestras sociedades, no implica que las redes sean inocentes. Primero, con la transparencia de los datos podr¨ªan hacer m¨¢s. ¡°Facebook acaba de gastarse 180 millones de d¨®lares en un tribunal supremo con expertos de todo el mundo [dedicado a cuestiones de moderaci¨®n de contenido], ?por qu¨¦ no hacer lo mismo con expertos en algoritmos y polarizaci¨®n?¡±, pide Bail.
Otra cosa que las redes pueden hacer es obviamente cambiar los incentivos. ¡°Mi recomendaci¨®n principal ser¨ªa explorar maneras de promover contenido que atrae a diferentes tipos de persona en lugar del que atrae al mismo tipo de persona¡±, dice Bail. ¡°El ejemplo m¨¢s obvio es progresistas y conservadores, pero tambi¨¦n se puede hacer por g¨¦nero, raza, lo que sea. La tecnolog¨ªa podr¨ªa optimizarse para mejorar la democracia. Podr¨ªamos saber qu¨¦ contenido es m¨¢s atractivo para distintos grupos y tener potencial para construir consensos¡±, a?ade.
Bail no cree que esto hiciera menos atractivas las plataformas. ?Al fina no es la emoci¨®n y la rabia la que atrae a la gente una y otra vez? ¡°Dir¨ªa lo contrario. La mayor¨ªa de gente est¨¢ insatisfecha con las redes sociales hoy. Conozco a muy pocos que digan ¡®me encanta entrar en Facebook o Twitter¡¯. Lo usamos, pero ?nos gusta?¡±
6. Hay espacio para redes nuevas
Visto el ritmo de crecimiento y variedad de redes en esta primera d¨¦cada, parece evidente que no vamos a quedarnos en las que tenemos. Aunque sea dif¨ªcil llegar a su tama?o, hay espacio para m¨¢s. ¡°Quiz¨¢ no debemos tener a gente hablando de gatos y ni?os al lado de otros hablando de pol¨ªtica y debamos poner en cuarentena el debate p¨²blico¡±, dice.
En el Polarization Lab han probado con una red propia con fines acad¨¦micos con varias diferencias: anonimato obligatorio, solo dos personas en una sala y un tema espec¨ªfico (inmigraci¨®n, armas, raza). El resultado es que han visto gente hablando normal (no siempre, claro), sin incentivos de dejar en rid¨ªculo al bando rival y ganar estatus: ¡°Aqu¨ª el estatus ser¨ªa para la gente que encuentre mensajes que resuenen entre grupos pol¨ªticos opuestos¡±, dice.
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