La falacia del m¨®vil de pensionista o c¨®mo cerrar mal la brecha digital de los mayores
Investigadores del proyecto transeuropeo Euroageism alertan de que esfuerzos aparentemente bienintencionados pueden contribuir a excluir a los colectivos de m¨¢s edad
Estar vivo implica recibir peri¨®dicamente la visita de una idea que probablemente nos asalt¨® el d¨ªa que perdimos el inter¨¦s por nuestro primer juguete: ¡°Estoy muy mayor para esto¡±. Los ecos de esta frase acompa?ar¨¢n en cada nueva etapa: cuando abandonemos una costumbre o rechacemos una nueva actividad porque creemos que no encaja con nuestra edad y cada vez que juzguemos a los dem¨¢s de acuerdo con estas ideas. Hanna K?ttl e Ittay Mannheim investigadores del proyecto Horizonte 2020 Euroageism, centrado en el an¨¢lisis del edadismo (estereotipos, prejuicios y discriminaci¨®n basados en la edad), han estudiado sus efectos en el desarrollo de la tecnolog¨ªa y el modo en que los colectivos m¨¢s mayores se relacionan con ella. Y advierten que nos estamos equivocando.
¡°Hay una muy fuerte asociaci¨®n entre el envejecimiento y la idea de ser menos capaz f¨ªsica y cognitivamente competentes para usar la tecnolog¨ªa¡±, se?ala Mannheim. Esto determina el modo en que se desarrollan productos y servicios en el contexto de la edad, con una amplia mayor¨ªa de propuestas de la llamada agetech centradas en la salud y los cuidados. Pero tambi¨¦n excluye a los m¨¢s mayores del proceso de dise?o de los sistemas que supuestamente est¨¢n pensados para incluirles. ¡°Normalmente se les consulta en la fase de evaluaci¨®n, cuando ya hay un prototipo y no hay mucho que puedan cambiar¡±.
Roger Guasch, director ejecutivo de Berdac, una startup que desarrolla sistemas de gesti¨®n medicaci¨®n, identifica problemas parecidos: ¡°Muchas veces infantilizamos a la gente mayor y olvidamos que ellos son los primeros que se han adaptado a un mont¨®n de cambios; de la radio a la televisi¨®n de la televisi¨®n al ordenador, del ordenador a internet¡¡±.
Esta idea deformada de las implicaciones de la edad desemboca en errores como el ¡°m¨®vil de pensionista¡±. Estos tel¨¦fonos, caracterizados limitarse a permitir llamadas e incorporar teclados de gran tama?o, se presentan como una v¨ªa de inclusi¨®n, pero en muchos casos logran precisamente lo contrario: les impiden el acceso a tecnolog¨ªas contempor¨¢neas b¨¢sicas. ¡°En nuestra investigaci¨®n hemos visto que la gente no quiere tener productos desarrollados espec¨ªficamente para ellos. Quieren usar lo mismo que todo el mundo. Las personas mayores ven el tel¨¦fono de pensionista como un estigma porque nuestra sociedad asocia el envejecimiento con cosas negativas¡±, precisa K?ttl.
Otros dispositivos potencialmente problem¨¢ticos son los sistemas de prevenci¨®n de ca¨ªdas. ¡°Muchos de ellos dan mucho control a los familiares, de manera que la persona mayor necesita ceder un poco de su autonom¨ªa o su privacidad¡±, se?ala Manheim. Los investigadores consideran que estos productos puedan resultar ¨²tiles en casos concretos, pero alertan de que generalizar y aceptarlos como la ¨²nica v¨ªa nos llevan a cerrar la puerta a soluciones m¨¢s inclusivas. ¡°Es importante pensar qu¨¦ entendemos por vejez. En ocasiones vemos que el discurso tecnol¨®gico define esto como los mayores de 50¡±, comenta Mannheim. ¡°Esto nos deja con la gente que tiene entre 50 y 100 a?os. Un grupo muy heterog¨¦neo y con diferentes deseos y necesidades¡±.
Una mayor inclusi¨®n por incorporar del punto de vista de personas de m¨¢s edad en fases tempranas del proceso de dise?o de productos que, al fin y al cabo, est¨¢n pensados para ser usados por una sociedad diversa. ¡°Normalmente se les consulta en la fase de evaluaci¨®n, cuando ya hay un prototipo y no hay mucho que puedan cambiar¡±, se?ala Mannheim. Lo mismo ocurre con las campa?as de publicidad para estos productos, que normalmente se componen de anuncios donde solo sale gente joven: aumentar la representaci¨®n de colectivos m¨¢s mayores contribuir¨ªa a debilitar esos estereotipos.
Guasch, reconoce que ha tenido que revisar sus propios estereotipos para adaptar sus productos a las verdaderas necesidades de las personas mayores, que constituyen una buena parte de su mercado. En el caso de su dispensador de medicaci¨®n, comenzaron el desarrollo dando por hecho que los usuarios pasar¨ªan el d¨ªa en casa. ¡°Luego nos dimos cuenta de que muchas personas de setenta a?os han dejado de trabajar, pero tienen mil cosas que hacer. Salen a pasear, comen con los amigos, van por la tarde a buscar a los nietos. La sociedad ha cambiado mucho¡±, recuerda. ¡°Por eso tuvimos que implementar un sistema para que pudieran coger las pastillas antes de la hora¡±.
Los peligros del ¡®Ok, boomer¡¯
¡°Hoy en d¨ªa somos muy conscientes del sexismo y el racismo. No es aceptable hacer chistes sexistas, pero nos parece bien hacer chistes sobre la edad. El edadismo es una forma de discriminaci¨®n que est¨¢ socialmente aceptada¡±, explica Mannheim. Un ejemplo de esto el uso de la expresi¨®n ok, boomer entre los m¨¢s j¨®venes y el modo en que retrata los baby boomers (la generaci¨®n nacida entre 1946 y 1964) como digitalmente inferiores y resistentes al cambio. La recurrencia de esta f¨®rmula sirve para consolidar el estereotipo y ahonda en una brecha cuyo cierre exige precisamente m¨¢s contacto intergeneracional.
Por otra parte, las mismas redes sociales que han popularizado esta expresi¨®n y las ideas preconcebidas que est¨¢n asociadas a ella tienen el potencial para convertirse en altavoz que promueva el cambio, como ha ocurrido con otros movimientos como me too o black lives matter. ¡°Tenemos que plantarle cara a esto. Igual que hacemos con los estereotipos de g¨¦nero¡±, subraya K?ttl.
?Qui¨¦n necesita cambiar? Todos. De acuerdo con los investigadores de Euroageism, el edadismo no es exclusivo de quienes dise?an productos tecnol¨®gicos. Se deja ver incluso en las relaciones familiares, cuando los m¨¢s j¨®venes se compran un tel¨¦fono nuevo y dejan su viejo dispositivo a los abuelos. ¡°Parece un acto de solidaridad. Pero puede ser un obst¨¢culo, si tenemos en cuenta que los cambios sensomotores que ocurren en las edades m¨¢s avanzadas. Un tel¨¦fono m¨¢s viejo es menos sensible al tacto, por ejemplo¡±, explica K?ttl.
Lo mismo ocurre con los prestadores de servicios. Mannheim pone de ejemplo la experiencia de una participante de un seminario reciente: ¡°Nos contaba que siempre ha sido muy tecnol¨®gica y sabe m¨¢s que sus nietos. Pero cuando entra a una tienda a comprar un m¨®vil nuevo, el vendedor le habla como si no tuviera ni idea¡±. Como receta para corregir este desajuste prescriben programas de formaci¨®n que incidan sobre esos estereotipos, de manera que podamos ver m¨¢s all¨¢ de la edad cronol¨®gica y entender las particularidades de cada persona antes de decidir qu¨¦ necesita. En Berdac tambi¨¦n han ido adaptando sus mensajes a esta perspectiva. ¡°Ya no nos dirigimos a nuestros clientes en t¨¦rminos de ¡®cuidamos de ti¡¯. Eso es infantilizar a la persona mayor. Lo que hacemos es ayudar a hacer las cosas m¨¢s f¨¢ciles. Es un cambio peque?o, pero importante¡±, razona Guasch.
Pero el edadismo tambi¨¦n puede ejercerse sobre uno mismo. ¡°Darnos cuenta de que hemos interiorizado esto es el primer paso y el m¨¢s importante¡±, se?ala K?ttl. Para escapar del estereotipo, los investigadores recomiendan empezar por entender que tal vez el problema no es que no seamos capaces de utilizar una determinada tecnolog¨ªa, sino que estamos condicionados para pensar as¨ª.
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