¡°Si no me gusta un restaurante lo digo, mis seguidores quieren sangre¡±
El cr¨ªtico y abogado Alberto de Luna tiene una de las cuentas m¨¢s sinceras de Instagram sobre gastronom¨ªa madrile?a
Alberto de Luna (Ourense, 1982) empez¨® a comentar restaurantes en 2005 porque no encontraba lo que quer¨ªa. Ve¨ªa sobre todo tres problemas: nadie era del todo sincero, nadie hablaba de precios y las cr¨ªticas se enrollaban mucho. ¡°A m¨ª me da igual si el at¨²n se pesc¨® con el modo tradicional o en tal mar, ?est¨¢ rico o no?¡±, dice. Con esa intenci¨®n, empez¨® a rese?ar restaurantes en la vieja web 11870.com, una especie de p¨¢ginas amarillas comentadas por sus usuarios. Tras varios a?os, cuando averigu¨® que era uno de los comentaristas m¨¢s le¨ªdos, salt¨® a Instagram, donde tiene 61.000 seguidores, y a su propia web: dimeunrestaurante.com.
¡°Mi objetivo es ser un servicio p¨²blico¡±, dice. Si alguien necesita un restaurante en Madrid para ir con amigos, con un ligue, muy caro, con terraza, en la web est¨¢n clasificados y brevemente comentados. ¡°Otros cr¨ªticos me reconocen que si un sitio no les gusta no lo suben, para no da?ar el restaurante. Pero yo escribo para el cliente y lo que no quiero es da?ar su bolsillo¡±, explica. As¨ª que no tiene reparos en contar sus decepciones: ¡°Si voy a un restaurante y no me gusta, me da igual quien haya detr¨¢s. Adem¨¢s a mis seguidores les gusta la sangre. Me da igual un tres estrellas Michel¨ªn o el sitio m¨¢s de moda de Madrid¡±, explica.
La gastronom¨ªa es un mundo peque?o. Todos se conocen. De Luna tuvo una reyerta c¨¦lebre en Instagram con Quique Dacosta, el chef de un tres estrella Michelin en Denia (Alicante): ¡°?Hab¨ªa productos que justificaran tan alto precio o el precio solo se paga por texturas y t¨¦cnicas? ?Vamos a un restaurante o a un laboratorio? Siendo un defensor del parip¨¦, ?este no resulta rid¨ªculo si no se acompa?a de un resultado acojonante?¡±, escribi¨®. Dacosta le respondi¨® en Instagram: ¡°Si dices que ven¨ªas sin gusto ni ganas, no s¨¦ para qu¨¦ vienes y fastidiar a tu chica la experiencia con lo feliz y guapa que ven¨ªa¡±. No es nada personal, admite De Luna, porque ahora Dacosta ha abierto el restaurante Deessa en Madrid y le ha gustado. De Luna lleva en estos ¨²ltimos a?os en Instagram m¨¢s de mil restaurantes analizados, el 80% en Madrid.
Pero en su experiencia de cerca de 20 a?os de comentar todos los restaurantes observa que algo est¨¢ cambiando: ¡°Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil comer mal¡±, dice. ¡°Antes hab¨ªa m¨¢s mierdones en la relaci¨®n placer / precio¡±. ?Por qu¨¦? En parte por esfuerzos como el suyo y de otros cientos de comentaristas en redes sociales e internet: ¡°Que todo sea p¨²blico y sea tan f¨¢cil opinar de un restaurante hace que vigilen m¨¢s¡±. Antes el boca oreja estaba limitado. Ahora un restaurante sabe que un cliente decepcionado tiene un altavoz. M¨¢s si es Alberto de Luna. Por ese motivo, y aunque a sus seguidores les guste leer cr¨ªticas malas, no hace tantas: ¡°Quiz¨¢ ni una de cada diez ya¡±, explica.
La demostraci¨®n de la sinceridad de De Luna es la publicaci¨®n siempre de una foto de la cuenta. Paga m¨¢s de lo que es habitual porque, con la excusa de probar, pide m¨¢s platos y vinos. ?Y todo esto lo hace a cambio de nada? ¡°No gano ni un euro¡±, dice. Las cuentas influyentes como la de De Luna suelen vivir de patrocinios o ¡°recomendaciones¡± pagadas. No es algo que De Luna haga: ¡°A muchas marcas no les interesa. Si por ejemplo Mahou quisiera patrocinarme y digo que un restaurante donde se sirve esa cerveza es malo, ?qu¨¦?¡±, dice.
De Luna no es el instagramer culinario m¨¢s seguido. Sus m¨¦ritos son otros. El algoritmo de las redes premia la constancia y es algo que De Luna no puede permitirse: ¡°Mi trabajo es otro¡±. Acaba de abrir un despacho de abogados. A pesar de que no vea un euro directamente de sus comentarios gastron¨®micos, entre sus seguidores hay gente con dinero que a menudo necesita abogados. Ahora varios son clientes. Su voz culinaria en las redes le sirve indirectamente para su carrera de abogado.
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