Elon Musk quiere una red social sin l¨ªmites a la libertad de expresi¨®n: ?Es posible?
El magnate amenaza con crear una alternativa para competir con Twitter, aunque otros intentos han acabado moderando contenidos
Elon Musk, el empresario al frente de Space X y Tesla, ha insinuado que podr¨ªa lanzar una nueva red social. Todo comenz¨® con unas encuestas en Twitter el pasado viernes: Musk pregunt¨® si esta plataforma respeta la libertad de expresi¨®n y el ¡°no¡± se llev¨® m¨¢s de un 70% de los votos. ¡°Las consecuencias de esta encuesta ser¨¢n importantes -advert¨ªa Musk-. Por favor, votad con cuidado¡±. Al d¨ªa siguiente, el empresario preguntaba qu¨¦ se puede hacer y si hace falta otra plataforma. Cuando el estudiante (y fan) Pranay Pathole le propuso crear una nueva red social, Musk respondi¨® que se lo estaba planteando en serio.
Free speech is essential to a functioning democracy.
— Elon Musk (@elonmusk) March 25, 2022
Do you believe Twitter rigorously adheres to this principle?
Am giving serious thought to this
— Elon Musk (@elonmusk) March 27, 2022
No conviene fiarse de Musk, conocido por tuitear demasiado: en noviembre del a?o pasado someti¨® a votaci¨®n en Twitter la venta del 10% de sus acciones en Tesla. Pero luego se supo que ya hab¨ªa vendido parte de esas acciones antes de publicar la encuesta. En cualquier caso, vender acciones es much¨ªsimo m¨¢s f¨¢cil que montar una red social que d¨¦ prioridad a la libertad de expresi¨®n. Entre otras cosas, porque ni siquiera est¨¢ claro c¨®mo se hace algo tan b¨¢sico como eso.
Hay dos extremos claros:
Primero, el que ser¨ªa m¨¢s c¨®modo para muchas plataformas: permitirlo todo. No son medios de comunicaci¨®n, sino herramientas para que sus usuarios se expresen. Si es legal, se puede hacer. Y si no es legal, que venga un juez y cierre cuentas o borre tuits.
Pero no es tan f¨¢cil: la ley puede tardar en actuar ante un plagio o una campa?a de calumnias, por ejemplo. Adem¨¢s, estas plataformas tampoco quieren que se las identifique como p¨¢ginas hostiles para sus usuarios o como centros de difusi¨®n de bulos, sobre todo si hablamos de temas sensibles como la pandemia o la guerra de Ucrania. Tambi¨¦n hay que tener en cuenta que las plataformas no son neutras: si sus algoritmos dan m¨¢s presencia a unos mensajes que a otros, ?no deber¨ªan tener al menos alguna responsabilidad sobre los contenidos que promocionan?
El otro extremo es el de recordar que las redes sociales son empresas privadas y pueden poner las normas que quieran. Del mismo modo que yo no puedo ir a un restaurante con un camping gas y ponerme a cocinar mi cena, Twitter puede prohibir discursos de odio, Facebook puede etiquetar las noticias enga?osas e Instagram puede censurar los pezones femeninos.
Pero, de nuevo, tampoco es tan f¨¢cil: teniendo en cuenta que estas empresas funcionan como un oligopolio sin apenas alternativas, en la actualidad tienen un poder sobre nuestra libertad de expresi¨®n mucho mayor de lo que, probablemente, nadie imaginaba hace diez a?os. Adem¨¢s, tambi¨¦n se les reclama mayor transparencia y coherencia en la redacci¨®n y aplicaci¨®n de estas normas, que a menudo parecen arbitrarias y cambiantes.
?Cu¨¢ntas redes sociales han muerto ya?
Otras plataformas alternativas han intentado ya antes arreglar los problemas de Twitter, Facebook y dem¨¢s. Pero, por un lado, no han alcanzado la repercusi¨®n de estas redes ni de lejos. Y, por otro, incluso las que se presentan como refugio de la libertad de expresi¨®n tambi¨¦n tienen sus normas.
Por ejemplo, Gab, cuya cuenta de Twitter contest¨® a Musk asegurando que esta red era la respuesta a su problema. Gab naci¨® en 2016 como una alternativa a Twitter despu¨¦s de que varios acosadores de extrema derecha se quedaran sin su cuenta. Tiene unos cuatro millones de usuarios, 100.000 de ellos activos. Por comparar, Twitter tiene 330 millones de usuarios activos al mes.
Gab se ha presentado como un espacio en el que uno puede decir cualquier cosa que permita la primera enmienda de la constituci¨®n estadounidense. Pero esto en realidad significa que tambi¨¦n act¨²a sin consultar con ning¨²n juez y decide si una publicaci¨®n cuenta como calumnia o como intento de estafa, por ejemplo. Y en realidad va algo m¨¢s all¨¢ de lo que promete: los desnudos y la pornograf¨ªa son legales en Estados Unidos, pero Gab no permite la publicaci¨®n de esos contenidos su plataforma (en Twitter s¨ª se puede, guste o no). Es decir, Gab tambi¨¦n modera, aunque sea menos. Otras redes, como Parler y Gettr (tambi¨¦n similares a Twitter) ni siquiera niegan esta moderaci¨®n, pero aseguran que no se basa en criterios pol¨ªticos o partidistas.
?Y qu¨¦ ha ocurrido con estas redes? Pues que se han llenado de usuarios rebotados de Twitter con ganas de defender teor¨ªas racistas y extremistas. Por ejemplo, en estas plataformas se publicaron mensajes violentos antes del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Y, antes, en 2018, Robert Bowers asesin¨® a 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh despu¨¦s de anunciarlo en Gab. Los responsables de Gettr y Parler hablaban hace poco de su voluntad de crear una plataforma que atrajera a todo el mundo, pero lo cierto es que siempre atraen a los mismos, a supremacistas que quieren compartir sus ideas sin exponerse a cr¨ªticas. Quiz¨¢s las ideas a la izquierda del supremacismo blanco est¨¢n permitidas, pero a efectos pr¨¢cticos a ver qui¨¦n se mete ah¨ª dentro a compartirlas.
Por otro lado, hay que recordar que a casi todos los pol¨ªticos y periodistas de derecha (y m¨¢s all¨¢ de la derecha) les va muy bien en las redes convencionales, por mucho que se quejen. No tienen ninguna intenci¨®n de dejar Twitter, Facebook e Instagram, y a la que puedan se meter¨¢n en TikTok, a pesar de ser una de las redes con m¨¢s control sobre lo que se publica. De hecho, las cuentas en plataformas alternativas como Gab se suelen abandonar al poco tiempo o solo sirven para repetir los mensajes que ya se han compartido en otros sitios.
?Y qu¨¦ hay de Truth Social, la plataforma que cre¨® Donald Trump en respuesta a la supuesta censura de Twitter y Facebook? Pues de momento solo est¨¢ disponible para usuarios estadounidenses, pero los medios del pa¨ªs ya han recogido ejemplos de mensajes y cuentas cerradas¡ por re¨ªrse de Donald Trump. Seg¨²n sus normas, est¨¢n prohibidos los contenidos que menosprecien o denigren, ¡°en nuestra opini¨®n¡±, la plataforma. Para Trump, los l¨ªmites a la libertad de expresi¨®n est¨¢n en Trump.
Algo m¨¢s que nazis
Hay alternativas a las grandes redes sociales que no tienen el problema de haberse llenado de neonazis. Como Mastodon. En origen, Mastodon quer¨ªa ser una alternativa al clima desagradable de Twitter. Cuenta con ¡°instancias¡± o peque?as subredes descentralizadas y conectadas entre s¨ª. Esto significa que cada instancia puede poner sus normas, que aplica con m¨¢s facilidad al ser comparativamente peque?as, y si una instancia se llena de nazis o de teor¨ªas de la conspiraci¨®n acaba siendo aislada por el resto, como le ha ocurrido a Gab, que se aloja en esta red desde 2019, al ser de c¨®digo abierto.
Pero estamos hablando de una plataforma relativamente peque?a: Mastodon tiene unos tres millones de usuarios. Cuando Twitter ten¨ªa tres millones de usuarios tampoco sufr¨ªa los problemas de ahora. Y, en cualquier caso, aqu¨ª tambi¨¦n hay moderaci¨®n, aunque est¨¦ descentralizada. Eso s¨ª, la experiencia puede ser ¨²til: la propia Twitter anunci¨® en 2019 un proyecto en esta l¨ªnea, Bluesky.
?Puede Elon Musk solucionar todos estos problemas y crear una red social que atraiga a decenas de millones de personas, sin ning¨²n l¨ªmite a la libertad de expresi¨®n y que resulte amable a sus usuarios? No ser¨¦ yo quien diga que no, pero otros lo han intentado antes y, de momento, les ha salido regular.
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