El suicidio perfecto
¡°Aunque no es f¨¢cil suicidarse con el arco y las flechas, tampoco es imposible, y en mi largo vagar por el espacio he conocido tres casos dignos de menci¨®n¡±, a?adi¨® el cantinero de la Taberna Errante
Tras lanzar sus dardos con singular pericia, uno de los parroquianos de la Taberna Errante dijo:
¡ªSe podr¨ªa contar la historia de la humanidad usando como hilo conductor la evoluci¨®n de las armas arrojadizas y de los instrumentos arrojadores, como la honda, la est¨®lica o el arco.
¡ªMuy cierto ¡ªconvino otro de los presentes¡ª, pero hay que decir que esas armas tienen una importante limitaci¨®n: con la notable excepci¨®n del bumer¨¢n, no pueden usarse adecuadamente contra uno mismo y, por tanto, no sirven para suicidarse. El legendario cowboy del salvaje Oeste, para evitar ser torturado por los apaches, pod¨ªa pegarse un tiro en la sien con su Colt 45; al cazador de tigres a punto de ser cazado le quedaba el recurso de introducirse el ca?¨®n de su fusil en la boca y volarse la tapa de los sesos; el samur¨¢i deshonrado se hac¨ªa el harakiri con su afilado tanto ceremonial¡ Pero un arquero desesperado no podr¨ªa quitarse la vida con su arma emblem¨¢tica.
¡ªUna l¨¢stima ¡ªintervino un tercero¡ª, pues, dado que, como nos ense?a la arquer¨ªa zen, el arquero experto se hace uno con la flecha que dispara, quitarse la vida con el arco ser¨ªa la forma de suicidio m¨¢s plena y perfecta.
¡ªSer¨ªa y es ¡ªa?adi¨® el tabernero desde detr¨¢s de la barra¡ª, pues, aunque no es f¨¢cil suicidarse con el arco y las flechas, tampoco es imposible, y en mi largo vagar por el espacio he conocido tres casos dignos de menci¨®n.
¡°El primero de estos arqueros autoinmolados era muy certero. Tiraba con tal precisi¨®n que, cuando decidi¨® abandonar este mundo cruel, viaj¨® al planeta Pilas, donde no sopla el viento ni tiembla la tierra, y dispar¨® una flecha hacia el cenit. Tan exactamente se ci?¨® la saeta a la vertical que, tras agotar su impulso y alcanzar el punto de m¨¢xima altura, desanduvo por obra de la gravedad el camino recorrido y fue a clavarse en la cabeza del suicida.
¡°El segundo arquero era muy veloz: un hex¨¢podo arturiano que corr¨ªa tan deprisa que, en plena carrera, sus extremidades inferiores parec¨ªan una docena en vez de media. Dispar¨® horizontalmente su ¨²ltima flecha y luego corri¨® en pos de ella, la alcanz¨®, la adelant¨®, se interpuso en su trayectoria y la acogi¨® en su coraz¨®n.
¡°El tercer arquero era muy fuerte. Pos¨® su astronave en un solitario planetoide de escasa gravedad y poco accidentada superficie, y, tensando al m¨¢ximo su potent¨ªsimo arco por primera y ¨²ltima vez, dispar¨® a su distante enemigo, que era ¨¦l mismo. La flecha dio la vuelta al peque?o planeta y se clav¨® mortalmente en su espalda¡±.
Los textos de esta serie son breves aproximaciones narrativas a ese ¡°gran juego¡± de la ciencia, la t¨¦cnica y la tecnolog¨ªa -tres hilos inseparables de una misma trenza- que est¨¢ transformando el mundo cada vez m¨¢s deprisa y en el que todas/os debemos participar como jugadoras/es, si no queremos ser meros juguetes.
Puedes seguir a EL PA?S TECNOLOG?A en Facebook y Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.