Kenneth Cukier: ¡°La pr¨®xima gran batalla de la era digital ser¨¢ la de la libertad pol¨ªtica¡±
El periodista e investigador estadounidense cree que las instituciones deben de dotarse de herramientas que castiguen duramente las intromisiones en la privacidad de la tecnolog¨ªa
Kenneth Cukier lleva d¨¦cadas analizando c¨®mo la tecnolog¨ªa est¨¢ cambiando el mundo de los negocios y la propia sociedad. Editor ejecutivo del semanario brit¨¢nico The Economist e investigador sobre inteligencia artificial en la Universidad de Oxford, este estadounidense de 55 a?os se hizo un nombre en el mundillo en 2013 junto con su colega Viktor Mayer-Sch?nberger con la publicaci¨®n del libro Big data: la revoluci¨®n de los datos masivos. La obra fue incluida por The New York Times en su lista de bestsellers y traducida a 21 idiomas. En ella se describe c¨®mo Amazon, Google o Walmart procesan la ingente cantidad de datos sobre la gente que inunda internet para identificar patrones de comportamiento y hacer correlaciones y predicciones de consumo.
A Cukier le interesan mucho tambi¨¦n las aplicaciones de la inteligencia artificial (IA) en la educaci¨®n, tema sobre el cual dio en Madrid una charla en el marco de las conferencias EnlightED, organizadas por la Fundaci¨®n La Caixa y la Fundaci¨®n Telef¨®nica.
Pregunta. ?C¨®mo cree que puede ayudar la IA al sector educativo?
Respuesta. Hay una oportunidad incre¨ªble de aplicar el aprendizaje autom¨¢tico y la IA en este ¨¢mbito. Por ejemplo, si los chicos usan tabletas o dispositivos conectados, puedes averiguar cu¨¢ndo est¨¢n leyendo y a qu¨¦ hora lo hacen; puedes consultarles, interrumpirles con una prueba para mantenerles alerta. Tambi¨¦n puede ayudar al docente a ser mejor. S¨¦ de un caso en el que un profesor estaba estudiando las tareas y se dio cuenta de que el 80% de la clase hab¨ªa respondido mal y que la respuesta era exactamente igual en un examen de matem¨¢ticas, lo que suger¨ªa que no eran los ni?os los que se equivocaban, sino que ¨¦l necesitaba mejorar su estilo de ense?anza.
Aunque debemos adoptar la tecnolog¨ªa y los datos, no hay que hacerlo a expensas del elemento humano, de los profesores, de los compa?eros de clase. Y si vamos a replantear la forma en que ense?amos en un entorno digital, debemos reconocer que estas funciones anal¨®gicas son realmente fundamentales. En ¨²ltima instancia, lo que necesitamos ense?ar es resiliencia y agilidad mental, a superar los problemas y a hacer frente a la adversidad. Ese es el n¨²cleo de lo que creo que van a ser las necesidades de mucha gente en el siglo XXI.
P. Usted propone que la introducci¨®n de tecnolog¨ªa en las aulas deber¨ªa acompasarse con un aumento del profesorado, que haya un docente para cada cuatro estudiantes.
R. Todo se puede hacer, es una cuesti¨®n de prioridades. Hace 150 a?os no hab¨ªa ambulancias, y hace unos 60 o 70 a?os, de repente, si te pon¨ªas mal, llegaban dos personas en una furgoneta: un conductor y un m¨¦dico. Hoy en d¨ªa son tres. Hay que buscar f¨®rmulas creativas para encontrar m¨¢s docentes, por ejemplo recurriendo a profesionales con jubilaci¨®n anticipada o empleados de otros sectores que puedan capacitarse con alguna formaci¨®n como asistentes del profesor. Es clave que los ni?os tengan m¨¢s interacci¨®n con los instructores y que el aprendizaje no se limite a una certificaci¨®n basada en vomitar contenidos memorizados, sino en una exploraci¨®n acompa?ada de la creatividad y la imaginaci¨®n, de hechos y de aprendizaje.
P. Cada vez que se menciona la introducci¨®n de la IA en alg¨²n sector, en este caso la ense?anza, saltan muchas alertas. ?Cree que tendemos a magnificar los efectos negativos de la tecnolog¨ªa o que hacemos bien temi¨¦ndola?
R. Creo que ambas visiones deben coexistir. Quienes se quejan de las grandes plataformas digitales tambi¨¦n consultan sus tel¨¦fonos inteligentes cada ma?ana en sus primeros 15 segundos despiertos. La creciente introducci¨®n de tecnolog¨ªa en todas las esferas de la vida nos debe poner nerviosos. Pero es importante estarlo por las cosas correctas y no dejarse distraer por el resto. El hecho de que las tecnol¨®gicas recopilen datos de los usuarios no es el fin del mundo, podemos ignorar los anuncios segmentados. Sin embargo, que las redes sociales contribuyan a que las adolescentes est¨¦n m¨¢s deprimidas es un problema grave que deber¨ªa solucionarse. Idealmente, a iniciativa de las propias plataformas. Pero si la moralidad no funciona, necesitamos otras formas de abordarla. El regulador brit¨¢nico de las telecomunicaciones acaba de plantear la idea de analizar los algoritmos de las grandes plataformas tecnol¨®gicas para identificar qu¨¦ es lo que privilegian y priorizan. La luz solar es el mejor desinfectante.
P. Todas las tecnolog¨ªas y avances cient¨ªficos tienen una parte buena y otra mala. ?Qu¨¦ opina de la IA?
R. Creo que, en ¨²ltima instancia, poco a poco dejaremos de hablar de IA, de la misma manera que no hablamos ya de la inform¨¢tica. Cuando uno va a un hospital, no dice que ha tenido una atenci¨®n m¨¦dica computarizada, por mucho que haya ordenadores por todas partes. Ahora estamos en un periodo de adaptaci¨®n. Lo que hace a la IA un poco espeluznante es que perdemos algo de explicabilidad y de causalidad. La versi¨®n moderna de la IA, el aprendizaje autom¨¢tico (o machine learning), no sabe que el color rojo del sem¨¢foro significa parar porque nosotros se lo hayamos dicho, sino porque ha analizado los datos y ha llegado a esa conclusi¨®n.
P. Hace diez a?os que Viktor Mayer-Sch?nberger y usted publicaron el libro Big Data, uno de los primeros que advirtieron sobre el gran impacto que tendr¨ªa en la sociedad la disponibilidad masiva de datos. ?C¨®mo ha envejecido?
R. Algunas cosas las acertamos; en otras, nos equivocamos terriblemente. Por ejemplo, avanzamos que habr¨ªa auditores de algoritmos. En ese momento sonaba a ciencia ficci¨®n, pero ya existen. En cambio, cre¨ªamos que Google Flu Trends, una herramienta que analizaba las b¨²squedas para predecir tendencias, ser¨ªa capaz de anticipar brotes de gripe, pero no vio venir la Covid. Tambi¨¦n nos equivocamos al pensar que los sistemas se dise?ar¨ªan para buscar el equilibrio social. Por ejemplo, la gente no recibi¨® con buenos ojos las aplicaciones de rastreo social, que pod¨ªan haber sido de mucha ayuda durante la pandemia. Cuando entramos y salimos de un pa¨ªs damos much¨ªsimos datos personales; creo que deber¨ªamos estar m¨¢s dispuestos a ceder datos personales al Gobierno en caso de necesidad, acompa?¨¢ndolo de normativas que sean tan duras que nadie se atreva a abusar de la privacidad de los ciudadanos. Otras cosas que se nos escaparon fueron el auge del autoritarismo digital de China y la velocidad a la que han avanzado las tecnolog¨ªas de reconocimiento facial y de voz. El hecho de que la empresa estadounidense Clearview haya accedido a miles de millones de fotograf¨ªas de usuarios de las redes sociales y sea capaz de identificarlos es intelectualmente estimulante. Cuando escrib¨ª el libro ni se me ocurri¨® que eso fuera posible.
P. Clearview ha sido multada en pa¨ªses como Italia o Francia por usar fotos de usuarios sin su consentimiento. ?No cree tambi¨¦n que la gente ha desarrollado una mayor conciencia sobre la privacidad en el entorno digital?
R. Mi opini¨®n sobre la privacidad est¨¢ cambiando. Hace diez a?os pensaba que el perfilado de usuarios para servirles anuncios segmentados no eran el fin del mundo. Cre¨ªa que recoger datos era bueno en s¨ª mismo porque eran pruebas emp¨ªricas que nos pod¨ªan ayudar a construir un mundo mejor. Presupon¨ªa que predominar¨ªa la buena fe, pero no ha sido as¨ª. Si las libertades y los derechos fundamentales no son respetados, entonces el marco en el que se recopilan y usan datos personales tiene que ser cuestionado y restringido. Creo que el Reglamento General de Protecci¨®n de Datos (RGPD) no es la respuesta adecuada, pero cada vez que entro en una web por primera vez deniego que se recojan mis cookies, algo que estableci¨® ese reglamento. Estamos viendo lo que sucede en China, pero debemos saber que esas herramientas de vigilancia ciudadana para la seguridad p¨²blica llegar¨¢n tambi¨¦n a Occidente, simplemente porque la tecnolog¨ªa est¨¢ ah¨ª y es tentador usarla. Me temo que si no nos dotamos de reglas duras para preservar la libertad y dignidad humana tendremos problemas. La pr¨®xima gran batalla de la era digital ser¨¢ sobre la libertad pol¨ªtica
P. En Espa?a, la polic¨ªa est¨¢ ultimando la implantaci¨®n de una herramienta autom¨¢tica de reconocimiento facial. ?Qu¨¦ opina sobre esta tecnolog¨ªa y su uso policial?
R. No estoy en contra de ello, pero quiero que en este caso haya limitaciones sobre el poder policial. Que se use esa tecnolog¨ªa, pero de forma adecuada. Y quiero que se penalice duramente los usos inapropiados. No quiero que un agente pare y registre a un ciudadano porque este pertenezca a alguna minor¨ªa en vez de porque represente una amenaza para la sociedad.
P. ?Cree que la carrera por la IA entre EE UU y China la tiene ya ganada el gigante asi¨¢tico?
R. La carrera sigue, nada est¨¢ decidido. Ahora mismo, Occidente tiene una cierta ventaja en todas las tecnolog¨ªas. Puede que no dure mucho, pero ah¨ª est¨¢. Lo siguiente ser¨¢ el uso de IA en el armamento y en la log¨ªstica. Aqu¨ª tambi¨¦n, la carrera est¨¢ abierta, y va a ser muy dura. Sobre este tema, opino lo mismo que ha dicho Henry Kissinger: quienes creen en la democracia liberal deber¨ªan investigar el armamento inteligente para no perder la ventaja de esta tecnolog¨ªa, pero al mismo tiempo deber¨ªan iniciar conversaciones para establecer acuerdos de control de estas armas.
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