No son ideas suyas, el tiempo vuela porque ya pasamos casi un cuarto del d¨ªa ¡®escroleando¡¯ en Internet
Las ¨²ltimas investigaciones neurocient¨ªficas indican que la din¨¢mica adictiva de las redes alteran la percepci¨®n del tiempo
El tiempo no es absoluto. Es la frase que m¨¢s se le atribuye a Albert Einstein, y eso que ¨¦l no vivi¨® la experiencia de escrolear en Internet y perder totalmente la noci¨®n de las horas y los minutos. El informe Estado M¨®vil de 2022 asegura que en Espa?a pasamos, como promedio, cinco horas absortos, con el cuello doblado, arrastrando el dedo por una pantalla. Una actividad que, seg¨²n las ¨²ltimas investigaciones neurocient¨ªficas, altera nuestra percepci¨®n del tiempo que sentimos que se nos escurre de las manos, sin que apenas recordemos, unas horas despu¨¦s, en qu¨¦ lo hemos invertido.
El ingeniero Aza Raskin cre¨® el scroll infinito en 2006. En 2018 se mostr¨® culpable y arrepentido en una entrevista en la BBC porque su invento era ¡°una din¨¢mica muy adictiva que no permit¨ªa al usuario procesar la informaci¨®n que le¨ªa. Es como si rociaran coca¨ªna conductual por toda la interfaz¡±, dijo entonces. Por eso olvidamos casi todo. Escaneamos, pero no leemos, vemos, pero no miramos, o¨ªmos pero apenas escuchamos. Y el tiempo hace su trabajo, pasa.
Las horas pasan de otra manera cuando vagamos por Internet. Esta es la conclusi¨®n de los estudios de Peter Tse, profesor de Neurociencia Cognitiva del Darmouth College. ¡°Las investigaciones en mi laboratorio muestran que los eventos parecen durar m¨¢s tiempo cuando les prestamos mucha atenci¨®n. Esto es porque el cerebro no tiene un reloj para medir las horas y juzga por la informaci¨®n que ha procesado. Cuando prestamos atenci¨®n procesamos m¨¢s informaci¨®n por unidad de tiempo¡±, explica por email desde un vuelo de Nueva Zelanda a Los ?ngeles que se le est¨¢ haciendo eterno. El profesor ilustra su idea con un ejemplo: ¡°si estamos a punto de chocar a un coche por detr¨¢s y provocar un accidente sentimos que los sucesos pasan por delante de nuestros ojos en c¨¢mara lenta. Esto sucede porque estamos alerta, prestando m¨¢s atenci¨®n y, procesando m¨¢s informaci¨®n que si estuvi¨¦ramos relajados o distra¨ªdos¡±.
Su primer estudio sobre la percepci¨®n del tiempo es de 2004, tres a?os antes del iPhone y dos antes del scroll infinito. Entonces su investigaci¨®n se centr¨® en la novedad, otra circunstancia que altera nuestra idea del tiempo. ¡°Hay una percepci¨®n temporal que se basa en la memoria. Tendemos a acumular m¨¢s informaci¨®n y a percibir que el tiempo pasa m¨¢s lentamente cuando hacemos algo nuevo. La memoria de las actividades rutinarias, por ejemplo, cambiar a diario el pa?al de un beb¨¦, se borra muy r¨¢pido. Por eso, aunque recordemos que los primeros d¨ªas de la crianza de nuestros hijos fueron largos y agotadores, al mirar atr¨¢s nos parece que crecieron muy r¨¢pido¡±.
Esto, opina el profesor, demuestra el papel que juega la falta de novedad en nuestra percepci¨®n del paso del tiempo. Si no pasan cosas y no prestamos atenci¨®n nos parece que todo pasa volando. ¡°En retrospectiva solo recordaremos v¨ªvidamente las experiencias discordantes, nuevas y emocionantes, la rutina tiende a borrarse r¨¢pidamente¡±, dice. Otra pieza del puzzle es la atenci¨®n que prestamos al propio paso del tiempo. El ¨²ltimo minuto antes de que pare la lavadora, como bien sabemos, siempre ser¨¢ es el m¨¢s largo del d¨ªa.
Lo que nos pasa en Internet es una mezcla de todo esto. ¡°Podemos estar muy metidos en un videojuego, y en ese momento percibir que el tiempo pasa lentamente, pero como no estamos mirando el reloj y muchas de nuestras acciones son repetitivas nuestra memoria nos dir¨¢, en retrospectiva, que el juego ha pasado muy r¨¢pido¡±. Nuestro Instagram nos promete un aluvi¨®n de novedades por minuto, pero vamos de una story a otra sin prestar atenci¨®n porque todas se parecen demasiado. Apenas recordamos nada. La experiencia de escrolear es casi siempre la misma. Un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n.
Un trabajo muy conocido publicado en 2015 fue el primero en demostrar en cu¨¢nto subestim¨¢bamos el tiempo diario que pas¨¢bamos en las pantallas. Entonces los autores calcularon que nuestra percepci¨®n del tiempo que pas¨¢bamos escroleando estaba por debajo de la realidad en un 20%. Ocho a?os despu¨¦s otros investigadores sospechan que esa cifra puede haberse quedado corta. Estudios posteriores han explorado la alteraci¨®n de la percepci¨®n temporal en los videojuegos y en Facebook. Las mediciones del trabajador social Andrew Fishman con un ejercicio de estimaci¨®n del tiempo con menores con problemas de adicci¨®n a los videojuegos estiman que los ni?os juegan entre tres y cinco veces m¨¢s tiempo del que ellos creen.
Si la experiencia de escrolear es casi siempre la misma, hay pocas novedades que recordar, y apenas prestamos atenci¨®n estamos ante la f¨®rmula perfecta para que el tiempo se nos escurra entre las manos.
Philip Gable, profesor asociado del Departamento de Ciencias Psicol¨®gicas y del Cerebro de la Universidad de Delaware ha demostrados en sus experimentos que cuando estamos motivados nos parece que el tiempo vuela. ¡°Escrolear es f¨¢cil, no requiere ning¨²n esfuerzo, est¨¢ dise?ado para que nos desplacemos sin pensar horas y horas, la promesa de encontrar una novedad es lo que nos mantiene motivados a seguir, pero la realidad es otra, lo que encontramos es casi siempre igual, aburrido, sin emociones, y apenas lo recordamos. Hay tanta informaci¨®n por clasificar que no recordamos lo que vamos dejando atr¨¢s. No hay ninguna raz¨®n para hacerlo¡±.
Para el profesor Tse el problema de que se nos pasen las horas ensimismados en Internet es que mientras m¨¢s tiempo dedicamos a ¡°ocupaciones virtuales¡± m¨¢s problemas tendremos para gestionar nuestro tiempo real, construir relaciones personales, o pasar tiempo en la naturaleza. ¡°La psicolog¨ªa social ha demostrado que lo que m¨¢s recompensa en la vida es la conexi¨®n. A una persona, a un trabajo, a un lugar. Y las conexiones aut¨¦nticas se consiguen prestando atenci¨®n. No hay atajos. Con conexiones m¨¢s fuertes empezaremos a conseguir recompensas sociales de personas reales en lugar de likes y pseudorecompensas de gente online que apenas conocemos¡±.
Casi cualquier cosa es mejor que no tener consciencia del tiempo que perdemos, as¨ª lo ve el profesor Gable que aprueba usar temporizadores, alarmas y las propias estad¨ªsticas del tel¨¦fono para al menos saber las horas que estamos dedicando a escrolear sin orden ni concierto.
En la guerra de la atenci¨®n seremos los grandes perdedores si seguimos entregando nuestras horas a vagar, esclavos de la dopamina que nos proveen en peque?as dosis los est¨ªmulos de Internet. Mejor recuperar el control y decidir nosotros donde pasamos el tiempo y donde buscar el chute de placer que nos merecemos. Y no en peque?as dosis.
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