Soy un objetivo del odio: por qu¨¦ no debemos ceder ante el acoso en redes sociales
El cient¨ªfico Fernando Valladares, amenazado tras la dana, cree que ¡°es tiempo de colaborar y reconstruir, de anticiparse y prevenir¡±
En las clases de la universidad abordamos con los estudiantes c¨®mo dialogar con los negacionistas. Buscamos y desarrollamos argumentos, pero tambi¨¦n formas de empatizar con las personas que niegan el cambio clim¨¢tico, que niegan especialmente la injerencia humana en el clima. Es muy dif¨ªcil mantener la calma ante personas que se muestran deliberadamente refractarias al conocimiento cient¨ªfico. Pero es todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil mantener esa calma cuando vemos las consecuencias de no escuchar a la ciencia y vemos ...
En las clases de la universidad abordamos con los estudiantes c¨®mo dialogar con los negacionistas. Buscamos y desarrollamos argumentos, pero tambi¨¦n formas de empatizar con las personas que niegan el cambio clim¨¢tico, que niegan especialmente la injerencia humana en el clima. Es muy dif¨ªcil mantener la calma ante personas que se muestran deliberadamente refractarias al conocimiento cient¨ªfico. Pero es todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil mantener esa calma cuando vemos las consecuencias de no escuchar a la ciencia y vemos el terrible impacto del cambio clim¨¢tico en la gente. Se vuelve dificil¨ªsima la convivencia con personas agresivas y rotundas que no solo desoyen a la ciencia, sino que la enjuician y la descalifican. Es doloroso ver e incluso experimentar el odio de estas personas mientras constatamos que el cambio clim¨¢tico ha hecho mucho m¨¢s virulentos y destructivos a los huracanes, como ha sido el caso de Helene y Milton en la costa este de Estados Unidos, y amplifica el poder destructor de las danas. Cuando vemos las muertes, el sufrimiento y los da?os que podr¨ªan haberse evitado o reducido si hubi¨¦ramos tomado consciencia todos y todas del clima que tenemos hoy, aqu¨ª y ahora. En estas circunstancias se vuelve ag¨®nico gestionar el odio del que somos objeto muchos y muchas de los que explicamos lo que pasa y por qu¨¦ pasa.
En estas dos semanas tras la dana que asol¨® muy especialmente la regi¨®n de Valencia he recibido, como otras investigadoras y comunicadores, todo tipo de insultos y descalificaciones en las redes sociales. Incluso amenazas furibundas de linchamiento, con personas que aseguran desear verme, literalmente, ahorcado. Asusta. Duele. Desconcierta. Estas personas organizadas en diversos grupos de Telegram como La Quinta Columna TV, y en diversas redes sociales, mantienen no solo que mentimos los que hablamos de cambio clim¨¢tico, sino que vivimos de esa mentira e incluso que estamos implicados en la manipulaci¨®n del clima para destruir personas e infraestructuras. Algo que incluyen dentro de lo que llaman el NOM, el nuevo orden mundial, algo a lo que al parecer los cient¨ªficos y cient¨ªficas contribuimos trabajando a las ¨®rdenes de ciertos tiranos o incluso liderando campa?as de desinformaci¨®n para hacernos con el poder.
El odio se vuelve t¨®xico cuando uno est¨¢ desgarrado por el dolor. Cuando uno lleva a?os hablando de escenarios duros y la actualidad te lo recuerda cada ma?ana. Cuando uno constata d¨ªa tras d¨ªa que nunca llega el momento de atender la emergencia clim¨¢tica, que el modelo actual de civilizaci¨®n colisiona frontalmente con un clima que ella misma ha enfurecido, pero que no quiere o no sabe tom¨¢rselo en serio. Cuando uno busca y rebusca razones para el optimismo en un ambiente contagioso de pesadumbre y ecoansiedad. En esas circunstancias el odio l¨¢stima. Y los que incitan al odio lo saben y se crecen. Algunos comunicadores y cient¨ªficos han tenido que cerrar sus cuentas en las redes sociales ante el acoso violento y constante, especialmente en el caso de las mujeres. Ante este odio y sus impactos, mi ¨¢nimo decae y el odio que recibo me lleva a cuestionarme lo que hago y c¨®mo lo hago una y otra vez. Porque no entiendo el odio. Pero s¨¦ que no ayuda a salir de las situaciones dif¨ªciles. No cierro mis cuentas ni bloqueo a quienes me odian. Necesito saber de su existencia. Necesito entenderlos mejor.
No s¨¦ si es lo m¨¢s seguro de hacer para mi salud f¨ªsica y ps¨ªquica. Pero siento que hago lo que hay que hacer, informar, informar e informar. Mientras me informo, me informo y me informo. De la ciencia, de la actualidad y, tambi¨¦n, de los que odian y por qu¨¦ odian. Ojal¨¢ estuviera equivocado sobre el cambio clim¨¢tico. Ser¨ªa feliz si lo estuviera. Pero yo no soy lo que importa. Lo que importa es conseguir cuanto antes una sociedad preparada para el clima que ya tenemos aqu¨ª. Una sociedad que anteponga los derechos humanos y la salud de las personas a la actividad econ¨®mica y al ego¨ªsmo suicida. Vale la pena luchar por eso. Con independencia de las posibilidades de lograrlo. Ajustando el tono y el contenido para llegar a todos y todas. Incluso a los que odian. Porque, como dec¨ªa Martin Luther King hace m¨¢s de 60 a?os, ¡°el odio no puede expulsar al odio; solo el amor puede hacer eso¡±.
Por fortuna, en estas semanas de odio hemos recibido tambi¨¦n muchas palabras de apoyo y de confort humano. Palabras que necesitamos m¨¢s que nunca en unos tiempos, los actuales, donde el odio duele, bloquea y desespera. Gracias, de verdad, gracias. Pero los desaf¨ªos y riesgos m¨¢s urgentes y peligrosos no vienen de ese odio sino de un clima desbocado que no estamos terminando de aceptar. En la cumbre del clima n¨²mero 29, que se celebra en estos momentos en Azerbaiy¨¢n, la mayor amenaza que se cierne sobre todos y todas se aborda con una tibieza irresponsable. Unos meses despu¨¦s de la COP 29, en enero de 2025, Donald Trump, un negacionista clim¨¢tico radical y declarado, tomar¨¢ las riendas del pa¨ªs que m¨¢s gases de efecto invernadero ha emitido. Y lo har¨¢ negando que eso sea un problema. Se desligar¨¢ de todos los acuerdos clim¨¢ticos alcanzados en esa cumbre y lo har¨¢ incitando al odio desde la presidencia de uno de los pa¨ªses de mayor peso en la esfera internacional. Y lo har¨¢ mediante una de las redes sociales m¨¢s agresivas, X, antes Twitter, que ¨¦l pilota como nadie.
La humanidad no merece este dolor a?adido a las tragedias que el cambio clim¨¢tico genera en todos los rincones del planeta. Pero es la humanidad la que, a trav¨¦s de unas democracias renqueantes y grandes dosis de desinformaci¨®n, la que ha ido apoyando gobiernos tibios, y normalizando ¡°verdades alternativas¡± y mensajes de odio. Por eso creo firmemente que los m¨¢s de 100.000 cient¨ªficos de todo el mundo que alertamos sobre el riesgo clim¨¢tico y proponemos formas de adaptarnos y mitigarlo estamos haciendo lo que toca hacer. Es tiempo de entender y entenderse, de comprender y comprenderse. Es tiempo de colaborar y reconstruir, de anticiparse y prevenir. La ciencia no es ni ser¨¢ la soluci¨®n al cambio clim¨¢tico. Tan solo aporta diagn¨®sticos, herramientas y posibles salidas. La soluci¨®n a la crisis clim¨¢tica es humana. Es pol¨ªtica. Y en esa soluci¨®n no hay lugar para el odio.
Fernando Valladares es doctor en Biolog¨ªa e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), donde dirige el grupo de Ecolog¨ªa y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.