Antidisturbios del reino de Sorogoyen
La serie de seis cap¨ªtulos recorre de la mano de polic¨ªas de la porra las miserias de la Espa?a de nuestro tiempo hasta sumergirse en las cloacas del Estado
Los antidisturbios son esos polic¨ªas de p¨¦sima fama cuya porra es el extremo del largo brazo de la ley que ejerce la llamada violencia leg¨ªtima del Estado. Cuando estos agentes pagados por todos nosotros tienen que liarse a golpes con los ciudadanos significa que los dem¨¢s resortes, barreras y equilibrios han fallado. Eso es exactamente lo que muestra Antidisturbios, la miniserie de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Pe?a estrenada anoche en Movistar +: c¨®mo una panda de hombres de las Unidades de Intervenci¨®n Policial (UIP) tiene que lidiar con la violencia y la muerte y luego volver a sus vidas, mientras a su alrededor supuran todos los vicios de las estructuras profundas del Estado.
Los creadores se centran en las vicisitudes de Puma 93, un subgrupo de las UIP de Madrid (el equipo de una furgona), cuyos seis integrantes son a la vez v¨ªctimas y villanos. En ellos se dibujan todas las ideas preconcebidas, incluso prejuicios, de directores y guionistas. Estos no ocultan que se inspiraron en el 15-M y las cargas policiales que vieron entonces.
Pero realmente los agentes son solo un veh¨ªculo para recrear ¡ªcon un alto grado de verosimilitud para quien lo ha visto de cerca, como ocurre en El Reino de Sorogoyen¡ª los esc¨¢ndalos que en los ¨²ltimos a?os han tenido como centro de irradiaci¨®n el Ministerio del Interior espa?ol. Por eso, la miniserie, de seis cap¨ªtulos de duraci¨®n variable, se ha llamado Antidisturbios, pero bien podr¨ªa haberse llamado Asuntos Internos o Polic¨ªa vice.
El arranque de tono casi documental baja a una de las miserias de nuestro tiempo: los desahucios. Durante el lanzamiento de una familia de un piso de una corrala del barrio madrile?o de Lavapi¨¦s, un inmigrante senegal¨¦s muere precipitado durante una carga en la galer¨ªa del edificio. El caso trae el recuerdo de Mame Mbay¨¦, un mantero que falleci¨® en 2018 en el mismo barrio, en circunstancias muy diferentes, de cuya muerte se acus¨® a la polic¨ªa.
Los agentes ¡ªRa¨²l Ar¨¦valo, ?lex Garc¨ªa, Hovik Keuchkerian, Roberto ?lamo, Ra¨²l Prieto y Patrick Criado¡ª se ven sometidos al escrutinio de su actuaci¨®n por parte de la agente de asuntos internos Laia Urquijo (Vicky Luengo). Esta menuda y tenaz agente de asuntos internos se enfrenta a un mundo de hombres fornidos, machistas y atrabiliarios, con una investigaci¨®n en la que tambi¨¦n surgen los prejuicios que el propio cuerpo policial tiene con los botas (as¨ª es c¨®mo los llaman muchos).
Sin embargo, como ocurre con las series de m¨¦dicos o de periodistas, los polic¨ªas de verdad no se sentir¨¢n c¨®modos con la actuaci¨®n inicial de sus compa?eros de ficci¨®n, uniformados y armados de forma preciosista. Es muy probable que ning¨²n subgrupo de antidisturbios hubiera trabajado as¨ª en el desahucio: no habr¨ªa confinado a parte de los expulsados de la vivienda en una zona en altura y sin segunda salida (habr¨ªan sido bajados a un lugar seguro), ni habr¨ªan dividido sus propias fuerzas. Incluso puede que se hubiesen negado a intervenir hasta recibir refuerzos adecuados. ¡°Ya se lo dijimos al director¡±, asegura un veterano antidisturbios de Madrid. Ver a agentes dispersarse a lo loco en una carga tras un partido de f¨²tbol de alto riesgo tampoco les va a gustar, ya que son personal entrenado para actuar con fuerza, pero siempre en inferioridad num¨¦rica y cuyo mayor temor es, precisamente, quedarse aislado en mitad de una batalla campal.
A lo largo de la serie, parece como si a los creadores les faltara algo, como si no les bastara con los azules. Seis horas de polic¨ªas recibiendo insultos y dando mamporros quiz¨¢s hubiera sido un tost¨®n, por mucho que hubiese recreado el prejuicio popular de que los antidisturbios est¨¢n compuestos por gente sedienta de dar gomazos a ciudadanos indefensos, lanzar pelotas de goma... Son unos 3.000 en toda Espa?a (sin contar los de la Guardia Civil ni los de las polic¨ªas auton¨®micas), y claro que tiene que haber de todo. Los propios agentes son conscientes de su p¨¦sima fama: ning¨²n antidisturbios confesar¨¢ a la primera que lo es. Dir¨¢, seguramente, que es funcionario.
As¨ª, los antidisturbios van siendo engullidos por la trama para que Sorogoyen y Pe?a ¡ªmirando desde la porra hacia las articulaciones del poder calcificadas por la corrupci¨®n¡ª recreen las cloacas del Estado, esas estructuras que funcionan en el l¨ªmite de la ley, casi siempre por dentro, pero a veces por fuera, seg¨²n la expresi¨®n de un veterano polic¨ªa ahora cerca del banquillo. Gente de las cloacas que se ve a s¨ª misma necesaria y de la que siempre han dispuesto y disponen todos los pa¨ªses, guste o no guste. Esos mismos que suelen acabar mal porque se creen impunes e inmunes.
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