El empacho de I?aki
Inmunes a la erosi¨®n, los pol¨ªticos acaban corroyendo a todo el mundo. Gabilondo es demasiado elegante para emular a Estanislao Figueras, pero ha venido a decir algo parecido en su despedida del columnismo radiof¨®nico diario
Cuenta la leyenda que Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera Rep¨²blica, tras cuatro meses en el cargo, dijo en junio de 1873: ¡°Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros¡±. Y se larg¨® de Espa?a. Seguramente no fue as¨ª, y consta que present¨® la dimisi¨®n ante el Congreso de los Diputados con todos los formalismos en regla, pero si la frase persiste y se cita tanto es porque suena veros¨ªmil, lo que har¨ªa cualquier ciudadano razonable en una situaci¨®n similar. Para m¨ª, lo extra?o es que los gobernantes se aferren al poder como los percebes a la piedra y no salgan corriendo en cuanto lo catan. Debe de ser una cosa muy adictiva, peor que el chocolate y las patatas fritas a la vez.
Inmunes a la erosi¨®n, los pol¨ªticos acaban corroyendo a todo el mundo. I?aki Gabilondo es demasiado elegante para emular a Estanislao Figueras, pero, en sus propias y justas palabras, ha venido a decir algo parecido en su despedida del columnismo radiof¨®nico diario. Como los c¨®nyuges delicados, se atribuye a s¨ª mismo la culpa en el divorcio: ¡°El problema soy yo, estoy empachado¡±. Se agradece la cortes¨ªa, pero todos sus oyentes sabemos que el infierno, como en tiempos de Sartre, siguen siendo los dem¨¢s.
Se marcha ¨¦l y se quedan quienes lo han empachado, mientras nosotros, con aparatos digestivos mucho m¨¢s fr¨¢giles y sensibles a las intolerancias, masticamos cada ma?ana una actualidad m¨¢s ins¨ªpida y grumosa.
Si los hunos y los hotros tuvieran madres de las de antes, estas les llamar¨ªan para decirles: ¡°Estar¨¦is contentos, hab¨¦is empachado a Gabilondo. A Gabilondo, nada menos. Qu¨¦ verg¨¹enza deber¨ªa daros. Si Gabilondo no os aguanta, imaginad c¨®mo nos sentimos los dem¨¢s¡±. No habr¨¢ tal bronca, porque hace tiempo que nadie presta atenci¨®n a las se?ales del desastre. Cada cual seguir¨¢ gritando lo suyo.
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