Rotula, que algo queda

Una confesi¨®n previa: detesto los r¨®tulos. Si alguna vez Rosa Mar¨ªa Mateo deja de ser la administradora provisional vitalicia de RTVE y consigo hacerme con su puesto tras muchas y muy sucias maniobras pol¨ªticas, mi primera medida ser¨ªa prohibir los r¨®tulos, salvo en Cachitos. Los r¨®tulos son basura visual, abaratan la est¨¦tica del programa, premastican la informaci¨®n y orientan la mirada del espectador de forma groser¨ªsima. Pero, sobre todo, son feos. Suelen ir en may¨²sculas, lo que siempre es una ordinariez, y se proyectan con colores chillones de alto contraste, lo que convierte la pantalla en un tenderete. Me da lo mismo que la man¨ªa tituladora tenga or¨ªgenes nobles en la CNN y en Bloomberg, yo quiero una tele que respete al espectador y no le tome por un beb¨¦ distra¨ªdo que necesita sonajeros.

El r¨®tulo es tambi¨¦n el refugio del cobarde, de quien no se atreve a decir seg¨²n qu¨¦ cosas en antena, pero las cuela como quien pintarrajea la puerta del ba?o del instituto. Son un instrumento perfecto para lanzar piedras y esconder las manos. El rotulista es el chivo expiatorio definitivo.

No s¨¦ c¨®mo se gest¨® aquello de la princesa y el abuelo. Una redacci¨®n es un caos con apariencia de orden donde abundan los malentendidos y alguien puede interpretar como una orden un chiste dicho en una reuni¨®n. Puede ser, pero los miembros de una redacci¨®n no son agentes aut¨®nomos. Todos comprenden el tono, el car¨¢cter y los l¨ªmites del producto en el que trabajan. Es muy dif¨ªcil que se cuelen ocurrencias a contrapelo. Ah¨ª est¨¢ el problema: no ten¨ªan claro que hac¨ªan un programa informativo y no estaban en Cachitos. O tal vez el rotulista hac¨ªa m¨¦ritos para que le fichasen en el programa de La 2. Ahora sabe que quien juega con r¨®tulos se acaba quemando los ojos.