?Qui¨¦n teme a Corea del Norte?
Me voy a poner pedante por un momento: en esta ¨¦poca de p¨²blicos suspicaces, ¡®El infiltrado¡¯ supone un caso extremo de ilegibilidad. En plata: no s¨¦ c¨®mo carajo interpretar el documental
Muchas de las cosas que funcionan y triunfan demuestran que, en general, somos espectadores desconfiados, resabiadetes y un punto c¨ªnico. Nos hemos acostumbrado a falsos documentales, a narradores poco fiables y a relatos donde nada es lo que parece sino todo lo contrario y viceversa. Qu¨¦ tiempos aquellos en que ve¨ªamos La hora de Bill Cosby y cre¨ªamos de verdad que aquel padre de familia con jers¨¦is horteras era as¨ª de encantador y asexuado fuera del plat¨®.
Me voy a poner pedante y afrancesado por un momento: en esta ¨¦poca de p¨²blicos suspicaces, El infiltrado (Filmin) supone un caso extremo de ilegibilidad. En plata: no s¨¦ c¨®mo carajo interpretar el documental. La trama es bien sencilla y al alcance de todo el que haya le¨ªdo de ni?o El sulfato at¨®mico de Mortadelo y Filem¨®n. Un chef prejubilado de Copenhague se hace pasar por fan de Corea del Norte para ganarse la confianza de la claque de este pa¨ªs en Europa, sobre todo del espa?ol Alejandro Cao de Ben¨®s, y desvelar as¨ª la naturaleza mafiosa del r¨¦gimen, demostrando que se dedica a vender armas y drogas.
En dos horas se resumen diez a?os de infiltraci¨®n, por lo que casi todo el metraje son planos de c¨¢mara oculta movidos y desenfocados que apuntan a pies, techos y l¨¢mparas. El resultado es una mezcla de Borat y Equipo de investigaci¨®n sin la voz de Gloria Serra. Fascinado y mareado, me pregunto qu¨¦ me quieren contar. No s¨¦ si debo estremecerme con o re¨ªrme de Cao de Ben¨®s y tampoco entiendo la motivaci¨®n del infiltrado, m¨¢s all¨¢ de correr aventuras y orearse.
Sospecho que me r¨ªo de m¨¢s, me horrorizo de menos y acabo vacun¨¢ndome de espanto. Conforme avanzan los minutos, Corea del Norte deviene puro kitsch, casi inofensiva. Eso no me pasaba cuando ve¨ªa a Bill Cosby.
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