Estupor
No logro conmoverme ante la guerra entre ricos y pobres que se est¨¢ montando en estos volc¨¢nicos d¨ªas con el f¨²tbol
Enamorado de la mejor est¨¦tica del fracaso en el cine y la literatura, me afili¨¦ parad¨®jicamente cuando era ni?o al Real Madrid, el ganador supremo. Algo tal vez l¨®gico y realista, aunque tambi¨¦n contradictorio, ya que era el peor de la clase jugando al f¨²tbol, padec¨ªa esa condici¨®n humillante en la que aquellos que eleg¨ªan los equipos no me quer¨ªan ni de portero. Pero tambi¨¦n pertenezco a esa categor¨ªa de bastardos, de gente sin alma, que disfruta a¨²n m¨¢s con el gran f¨²tbol que con los triunfos de su equipo cuando estos son vulgares o r¨¢canos. Raz¨®n por la que me he levantado a aplaudir como un poseso en el Bernab¨¦u el arte inmaculado de jugadores como Cruyff, Ronaldinho, Iniesta y Messi.
Cada vez me aburro m¨¢s con el televisado juego (o lo que sea) en los campos vac¨ªos de p¨²blico. Solo me vuelve a parecer un espect¨¢culo apasionante cuando veo las batallas entre el Bayern y el Paris Saint-Germain. Y poco m¨¢s. Por ello, no logro conmoverme ante la guerra entre ricos y pobres, reivindicando la eterna lucha de clases que plante¨® Marx, que se est¨¢ montando en estos volc¨¢nicos d¨ªas. Comprendo los razonamientos del emperador del empresariado, el prosaico se?or P¨¦rez, y tambi¨¦n la rebeli¨®n de los d¨¦biles. No siento ninguna simpat¨ªa por ese rey Midas en presunta crisis, ni por el funambulista Laporta, pero cuando observo la catadura moral y financiera de los supuestos defensores de los pobres, me asaltan escalofr¨ªos. Los jefes y subalternos de los diversos organismos del gran negocio me recuerdan transparentemente a la Cosa Nostra. Y complementariamente, han recibido la solidaridad extrema de un energ¨²meno pijo como Boris Johnson.
Mi sadismo o mi inconsciencia se reconforta con la derrota de los que poseen casi todo, aunque estos se declaren c¨ªnicamente en naufragio, pero me inspiran id¨¦ntico mal rollo los representantes de los oprimidos. ?Qu¨¦ hacer?, se pregunt¨® Lenin. Y constaten la posterior barbarie que ayud¨® a montar. En nombre de los pobres, claro.
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