Cr¨®nica de una de las grandes pol¨¦micas de Eurovisi¨®n: las banderas palestinas en Tel Aviv de la banda Hatari
El documental ¡®A Song Called Hate¡¯ registra el viaje de Islandia a Israel del controvertido grupo, que aprovech¨® su paso por el festival en 2019 para lanzar un mensaje inc¨®modo para el pa¨ªs anfitri¨®n
No es extra?o que muchos de los concursantes de Eurovisi¨®n busquen la forma de llamar la atenci¨®n en los fugaces tres minutos que suele durar su paso por el festival. En cambio, el gesto que llev¨® a los islandeses Hatari a los titulares de todo el mundo en la edici¨®n de 2019 se prolong¨® durante m¨¢s de tres meses.
Para los eurofan¨¢ticos no era un secreto que la banda, cuyo nombre significa odiador en su idioma, tramaba algo cuando subi¨® al escenario del Expo Tel Aviv (Israel). Los veintea?eros Klemens Hannigan y Matth¨ªas Haraldsson, rostros visibles del grupo, eran conocidos en su pa¨ªs por su indumentaria de cuero inspirada en el bondage y el sadomasoquismo y por un mensaje antisistema cantado a ritmo de punk electr¨®nico. El apoyo que los dos j¨®venes hab¨ªan mostrado a la causa palestina antes de llegar a Israel y su tendencia a la controversia les hab¨ªan colocado en el punto de mira de la prensa internacional. Pero no ocurri¨® nada. Interpretaron su tema Hatri? mun sigra (El odio prevalecer¨¢) sin ninguna incidencia. Fue durante las votaciones islandesas, el momento en que los m¨²sicos se aseguraban un plano ante m¨¢s de 200 millones de espectadores desde la sala de espera en la que se re¨²nen todos los artistas, cuando mostraron en directo varias banderas palestinas antes de que acabara la ceremonia. Se trataba de un gesto prohibido para un evento que se declara apol¨ªtico.
El documental A Song Called Hate (Una canci¨®n llamada odio), que estrena Filmin este jueves coincidiendo con la celebraci¨®n del festival, pone en contexto esta pol¨¦mica y muestra los matices en torno a una acci¨®n que ¡°fue m¨¢s all¨¢ de un simple gui?o medi¨¢tico¡±, cuenta durante una conversaci¨®n por Zoom su directora, Anna Hildur, periodista de formaci¨®n que debuta en el cine tras d¨¦cadas trabajando en la industria de la m¨²sica.
¡°Era importante explicar c¨®mo es la sociedad de la que provienen esos chicos y sus enormes diferencias con respecto a la que encontraron en su aventura eurovisiva. Esa libertad es un bien muy preciado que tenemos que cuidar si no queremos perderla¡±
La cineasta sigue al grupo desde su triunfo en la preselecci¨®n para Eurovisi¨®n. En ella, la banda anticapitalista logr¨® por votaci¨®n popular acudir al que es uno de los acontecimientos musicales que m¨¢s dinero y audiencia mueven en todo el planeta. Buena parte de sus compatriotas buscaban esa contradicci¨®n. ¡°Islandia es una de las primeras naciones que ha reconocido el Estado Palestino, en 2011. M¨¢s de 30.000 personas en un pa¨ªs de unos 360.000 habitantes firmaron una petici¨®n para no acudir a un Eurovisi¨®n organizado en Israel, en nombre de los derechos humanos. Votar a Hatari fue probablemente una forma de asegurarse que, al menos, su opini¨®n iba a estar representada en Tel Aviv¡±, comenta la directora sobre el momento en que decidi¨® que ¡°en torno a esos chicos hab¨ªa una historia de alcance internacional que contar¡±.
A medida que el documental avanza, el relato gana en capas de profundidad. La c¨¢mara de la cineasta acompa?a a Hatari en su viaje de Reikiavik a Tel Aviv, antes de su comentado paso por la final de Eurovisi¨®n. Durante esos d¨ªas previos, conocen en persona al m¨²sico palestino Bashar Murad, visitan la ciudad palestina de Hebr¨®n con un gu¨ªa local y reciben presiones de todo tipo por parte de ambos lados del conflicto. As¨ª, la cinta conecta al espectador con la realidad de un combate armado que sigue vigente. Los bombardeos de la aviaci¨®n y la artiller¨ªa israel¨ª sobre la franja de Gaza han provocado desde el 10 de mayo cerca de 200 nuevas v¨ªctimas mortales. Seg¨²n datos de la Oficina de Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), el recuento de muertes de uno y otro lado es muy dispar: 5.590 palestinos frente a 251 israel¨ªes desde 2008 hasta la actualidad. ¡°Los chicos de Hatari sab¨ªan que quer¨ªan hacer algo al respecto y que tener una c¨¢mara siempre a su lado era una herramienta poderosa para lo que quer¨ªan contar, pero no tuvieron claro hasta el ¨²ltimo momento qu¨¦ iban a hacer durante su actuaci¨®n. Fue un viaje hacia lo desconocido para todos nosotros¡±, comenta Hildur.
La cinta muestra a los dos m¨²sicos despojados de sus disfraces de cuero y de su discurso extremo, siendo un par de j¨®venes que tocan de memoria en un piano las melod¨ªas que Yann Tiersen compuso para la banda sonora de Am¨¦lie y que confraternizan con Kobi Marimi, el representante israel¨ª en Eurovisi¨®n 2019. Antes de tocar en directo, Klemens y Matth¨ªas se muestran como j¨®venes asustados por una broma que se les ha ido de las manos y, al mismo tiempo, como dos estrellas de la m¨²sica determinadas a lanzar un mensaje con el que se sienten cada vez m¨¢s pr¨®ximos mientras van aprendiendo m¨¢s detalles sobre el conflicto b¨¦lico del que hablan.
A Song Called Hate reflexiona en definitiva sobre la labor del arte en la sociedad y, como dice la primera ministra islandesa, Katrin Jakobsd¨®ttir, durante el documental, sobre la responsabilidad que tiene la sociedad de dar a los artistas la libertad de lanzar o no mensajes pol¨ªticos. ¡°La intervenci¨®n de Jakobsd¨®ttir era imprescindible para m¨ª; para explicar c¨®mo es la sociedad de la que provienen esos chicos y sus enormes diferencias con respecto a la que encontraron en su aventura eurovisiva. Esa libertad de la que disfrutan es un bien muy preciado que tenemos que cuidar si no queremos perderla¡±, concluye la cineasta.
Regresa la pol¨¦mica a la edici¨®n 2021
Mientras la israel¨ª Eden Alene se preparaba para cantar en la primera semifinal de Eurovisi¨®n 2021 este martes, un centenar de personas se dieron cita delante del centro de eventos Ahoy de R¨®terdam con banderas de Palestina, exigiendo boicotear a Israel y acusando al festival de ¡°apoyar cr¨ªmenes de guerra¡± contra los palestinos.
En una manifestaci¨®n autorizada y acompa?ada por varios agentes de la polic¨ªa de Pa¨ªses Bajos, neerlandeses, egipcios, turcos y refugiados palestinos entonaron diferentes c¨¢nticos, como Del r¨ªo al mar, Palestina ser¨¢ libre¡± o ¡°la ocupaci¨®n es un crimen¡±, mientras otros llamaban a una Intifada, el t¨¦rmino usado para referirse a la rebeli¨®n popular de los palestinos. EFE
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