¡®Terapia de parejas¡¯, una educada incursi¨®n en las desavenencias ¨ªntimas
La selecci¨®n de los casos reales para hacer la serie parece obedecer a un doble deseo: el de ofrecer casos de inter¨¦s y atenerse a la obligada diversidad ¨¦tnica y de g¨¦nero
Puede que, como insisten sus detractores, el psicoan¨¢lisis tenga escasos efectos curativos, pero no se le puede negar una capacidad de seducci¨®n de la que se ha valido muchas veces la peque?a pantalla (y la grande). Ah¨ª est¨¢ la extraordinaria serie In treatment ¡ªversi¨®n estadounidense de la original israel¨ª Be tipul¡ª, con su analista (ya sin div¨¢n) y sus pacientes atormentados, de la que se han hecho adaptaciones en diferentes pa¨ªses. Siguiendo su estela, Terapia de parejas, de Showtime, que emite ya en su segunda temporada Movistar +, propone una inmersi¨®n, eso s¨ª educada y sin excesos ¨ªntimos, en la compleja trama de las relaciones de pareja. Solo que aqu¨ª no hay guionista ni personajes. Tampoco acci¨®n dram¨¢tica m¨¢s all¨¢ de la que se desarrolla en las propias sesiones.
Todo es real. Desde la psicoterapeuta, ¡ªla muy fotog¨¦nica y natural Orna Guralnik, psicoanalista de 57 a?os¡ª, a ¡°sus¡± pacientes: cuatro parejas (Sarah y Lauren, Evelyn y Alan, DeSean y Elein, Annie y Mau) en la primera temporada y otras tres en la segunda (Gianni y Matthew, Michal y Michael, Tashira y Dru). Todas, grabadas en el transcurso de sesiones de terapia reales mediante c¨¢maras camufladas discretamente en la consulta de Guralnik. Los productores y directores de la serie (Josh Krugman, hijo de terapeutas, Elyse Steinberg y Elie Despres, a los que se a?ade Kim Roberts en la segunda temporada), hicieron una especie de casting para elegir a los participantes entre multitud de aspirantes.
La selecci¨®n parece obedecer a un doble deseo: el de ofrecer casos de inter¨¦s y atenerse a la obligada diversidad ¨¦tnica y de g¨¦nero. Difieren las tensiones entre los matrimonios tradicionales y las parejas que forman Sarah y Lauren, transexual, o Gianni y Matthiew, un gay atormentado por su padre desde la adolescencia. Todos, vecinos de Nueva York. En la serie, pr¨®xima al documental, sus intervenciones resultan cre¨ªbles y naturales, por m¨¢s que presenciemos algo tan privado como una sesi¨®n real de terapia. M¨¦rito de la realizaci¨®n y de las parejas que se manejan ante la c¨¢mara como consumados actores. ?Qu¨¦ les ha llevado a aceptar una propuesta tan extrema? Seg¨²n los creadores, que rechazaron a todos los aspirantes con ansias de notoriedad televisiva, les mueve el deseo de que sus historias sean ¨²tiles a otras parejas con problemas.
M¨¢s all¨¢ de todo esto, la serie engancha por sus di¨¢logos, por la escenificaci¨®n de las desavenencias ¨ªntimas y la capacidad de la psicoterapeuta de deslindar problemas, de deshacer la trama de culpabilidades. Los desajustes afectivos entre Tashira y Dru, los reproches velados y expl¨ªcitos entre Gianni y Matthew o las quejas explosivas de Michal a prop¨®sito de su pasivo marido, dejan entrever tambi¨¦n el peso que tienen las patolog¨ªas en nuestras relaciones y afectos. Guralnik disecciona emociones y comportamientos, mientras quedan en la sombra sus propias relaciones. La segunda temporada ofrece un breve retrato de la ciudad confinada por la covid 19, con psicoterapeuta y pacientes comunic¨¢ndose por videoconferencia, y una tensi¨®n especial en el aire porque, como se?ala Guralnik, el confinamiento cierra todas las v¨ªas de escape. Superado lo peor de la pandemia, la doctora vuelve a abrir la consulta a sus pacientes que, al final, parecen haber superado de alguna forma sus diferencias. Con lo que la serie consigue adem¨¢s de interesar, publicitar los beneficios de la terapia de parejas.
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