Haneke en el B¨®sforo
En ¡®Inocentes¡¯ hay algo de Almod¨®var, del humor involuntario del director austr¨ªaco y hasta de las hermanas del baptisterio. Pero, sobre todo, hay unos miedos en los que es sencillo reconocerse
Safiye padece un trastorno que la lleva a desollarse las manos por miedo a los g¨¦rmenes; su hermana G¨¹lben sufre incontinencia nocturna y acumula las s¨¢banas sucias mientras su hermano Han, que se refugia de los secretos familiares recorriendo basureros, se enamora de una mujer con un padre delincuente acosado por la mafia.
Este amor que Facebook denominar¨ªa ¡°es complicado¡± es el epicentro de Inocentes, la serie de Antena 3 que corrobora que las telenovelas son m¨¢s que mugrosas y galansotes, beb¨¦s en inclusas y rencillas sobre lindes. Algo que sabemos bien los seguidores de un g¨¦nero tan denostado como fascinante en el que ya se ha visto desde la reencarnaci¨®n, El cuerpo del deseo, a la inmortalidad a la que fue condenada Auriselvia Luzardo por increpar a Jesucristo durante su crucifixi¨®n en De oro puro, cumbre del telerrealismo m¨¢gico que justifica las palabras de Isabel Allende en Eva Luna: ¡°la telenovela es una cuesti¨®n de fe. Si te pones a analizarlas les quitas la magia y las arruinas¡±.
En Inocentes hay algo del Almod¨®var crepuscular, del humor involuntario por sobredosis de incomodidad de Haneke y hasta de las hermanas del baptisterio. Pero sobre todo hay miedos en los que es sencillo reconocerse. Porque es dif¨ªcil que el espectador haya tenido que lidiar con su gemelo malvado, pero f¨¢cil que se haya sentido tan desubicado que controlar la limpieza del sal¨®n le haga sentir que controla su vida.
Los trastornos emocionales son universales y por ello Inocentes es el tercer ¨¦xito de la psiquiatra y escritora turca G¨¹lseren Buda?c?o?lu. Aunque no nos enga?emos, todo es McGuffin: las inclusas, los tocs, y las reencarnaciones. El ¨²nico fin es que los amantes se reencuentren, Pero mientras tanto disfrutemos de los hiperb¨®licos desatinos que los separan sin analizarlos demasiado para no arruinar la magia.
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