¡®11M¡¯: El d¨ªa que estremeci¨® a Espa?a, 18 a?os despu¨¦s
El documental sobre los atentados de 2004 en Madrid que estrena este mi¨¦rcoles Netflix muestra con respeto la cara m¨¢s tr¨¢gica de aquel suceso y destapa las miserias de ciertos pol¨ªticos durante aquellos d¨ªas
Las primeras secuencias muestran la rutina de los trenes de cercan¨ªas de Madrid circulando a toda velocidad. Inmediatamente despu¨¦s, es la imagen de un grupo de j¨®venes que hablan y, entre risas, recuerdan lo que hac¨ªa una tercera persona ausente, Dani, la que llena la pantalla. Solo unos segundos m¨¢s tarde, los mismos j¨®venes cambian el tono de la conversaci¨®n. Ya no r¨ªen y se muestran abatidos. Algunos, incluso, lloran. Dani, el amigo del que recordaban an¨¦cdotas en pasado, fue una de las 192 v¨ªctimas mortales que dejaron los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 en Madrid, la mayor masacre terrorista de Europa. As¨ª comienza el documental 11M que, 18 a?os despu¨¦s de aquellos ataques, estrena este mi¨¦rcoles Netflix en lo que es un homenaje a las v¨ªctimas ante la cercan¨ªa del aniversario, pero tambi¨¦n una dura cr¨ªtica a las miserias pol¨ªticas que afloraron en aquellas jornadas tras estallar 13 bombas en cuatro trenes.
En hora y media, este documental del director mexicano Jos¨¦ G¨®mez desmenuza lo que ocurri¨® a partir del libro 11-M. La venganza de Al-Qaeda, de Fernando Reinares, investigador del Real Instituto Elcano y uno de los mayores expertos en terrorismo yihadista. Para contextualizar lo que pas¨®, echa una mirada atr¨¢s (los ataques del 11-S en EE UU o la desarticulaci¨®n en 2001 de una c¨¦lula de Al Qaeda en Espa?a) e intenta poner luz a uno de los misterios que no pudo resolver el juicio de aquellos atentados: qui¨¦n fue el verdadero inductor de la masacre. Todo ello sin caer en el recurso f¨¢cil de las im¨¢genes morbosas, innecesarios efectos especiales o reconstrucciones forzadas.
G¨®mez dedica los primeros 12 minutos del documental a los verdaderos protagonistas, las v¨ªctimas y sus familias. No salen sus nombres. Simplemente esbozan en unas pocas palabras c¨®mo eran sus vidas antes de que aquel ataque terrorista las derribara como castillos de naipes. Desfilan ante la c¨¢mara en un escenario despojado de artificios. Sus testimonios, pero tambi¨¦n sus silencios y sus miradas repletas de dolor, provocan irremediablemente un nudo en la garganta. Algo similar ocurre cuando hablan los polic¨ªas y miembros de los servicios de emergencia que acudieron a auxiliar a las v¨ªctimas y rememoran lo que vieron y siempre recordar¨¢n. Una primera bofetada al espectador para que nunca olvide lo que fue el 11-M.
A partir de ah¨ª, el documental intenta esbozar, con la perspectiva que dan los a?os transcurridos, qu¨¦ se hizo mal (que fue mucho) y por qu¨¦. Empieza as¨ª un an¨¢lisis d¨ªa por d¨ªa de las jornadas posteriores, antesala de unas elecciones generales que gan¨® por sorpresa el PSOE y puso fin a los gobiernos del PP. No hay un narrador que gu¨ªe porque no hace falta. Tan solo unos sencillos mensajes escritos y dibujos esbozados en negro y rojo que sit¨²an el momento y el escenario de las im¨¢genes recuperadas de aquellos d¨ªas que mostrar¨¢n a continuaci¨®n.
Todo se intercala con los testimonios actuales de polic¨ªas que participaron en la investigaci¨®n, jueces, fiscales, pol¨ªticos, periodistas, expertos en yihadismo¡ que sirven para entender cu¨¢les fueron los momentos clave: desde el hallazgo de la mochila que no estall¨®, y que dio las pistas que provocaron las primeras detenciones, a la localizaci¨®n de la c¨¦lula yihadista en un piso de Legan¨¦s y su suicidio con explosivos, que cost¨® la vida a un polic¨ªa de los GEO. Todo ello sin olvidar las declaraciones que aquellos d¨ªas hicieron los principales l¨ªderes pol¨ªticos, algunas de las cuales, con la perspectiva del tiempo, parecen grotescas. Escuchar a miembros del ejecutivo que entonces encabezaba Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar insistir en adjudicar a ETA aquel atentado pese a las evidencias que arrojaban la investigaci¨®n policial desde los primeros d¨ªas provoca indignaci¨®n a¨²n hoy.
Teor¨ªa de la conspiraci¨®n
El documental se adentra entonces en la llamada teor¨ªa de la conspiraci¨®n, una rocambolesca versi¨®n de lo sucedido difundida durante a?os en la que se agitaron en una coctelera medi¨¢tica ETA, los servicios secretos de terceros pa¨ªses y oscuros intereses partidistas para crear una realidad paralela de lo que realmente demostr¨® el juicio. Aquella maniobra jug¨® a convertir en evidencias lo que eran coincidencias o simples an¨¦cdotas de una compleja investigaci¨®n con el respaldo de periodistas que, como recuerdan algunos de los que prestan su testimonio, buscaban tan solo vender m¨¢s ejemplares. Como lo define amargamente otro de los entrevistados, fue una ¡°operaci¨®n de intoxicaci¨®n¡± con graves consecuencias. El documental recuerda que cre¨® dudas entre una parte de las v¨ªctimas y de la sociedad, que a¨²n perviven, pero tambi¨¦n que caus¨® da?os mucho m¨¢s concretos, como el suicidio de la esposa de unos de los polic¨ªas falsamente acusados de participar en unas manipulaciones que nunca existieron.
A partir de aqu¨ª, G¨®mez se centra en aclarar qui¨¦n estuvo realmente detr¨¢s de aquellos atentados. Recoge el testimonio de expertos en yihadismo, de agentes de la CIA y, sobre todo, el contenido de dos documentos de la inteligencia estadounidense que ponen nombre y apellidos al presunto instigador: Amer Azizi, un marroqu¨ª casado con una espa?ola que desde su escondite en la frontera entre Afganist¨¢n y Pakist¨¢n hizo algo m¨¢s que inspirar a la c¨¦lula que lo cometi¨®. El documental reconstruye su paso por Espa?a, como logr¨® esquivar su detenci¨®n, sus conexiones con los l¨ªderes de Al Qaeda y su muerte en diciembre de 2005, a?o y medio despu¨¦s de los atentados, tras un ataque con un dron de Estados Unidos ?l, concluye el documental, era la pieza fundamental que faltaba del puzle que permite entender aquel atentado.
Despejado el enigma, en los ¨²ltimos minutos el foco vuelve a las v¨ªctimas. De nuevo planos de sus rostros, esta vez sin palabras. No necesitan hablar. El dolor perenne que reflejan es todo un manifiesto de dignidad que se contrapone a las maniobras que intentaron moldear la realidad de una tragedia a intereses pol¨ªticos. Tambi¨¦n aparece el juez que investig¨® aquellos atentados, Juan del Olmo, quien con l¨¢grimas en los ojos sentencia: ¡°Lo que no podemos hacer es olvidar¡±. Un mensaje final recuerda que una de las heridas en los atentados muri¨® tras pasar 10 a?os en coma.
El documental pod¨ªa haber acabado ah¨ª, pero no lo hace e introduce dos im¨¢genes finales que demuestran que este no puede ni debe mostrarse equidistante ante la tragedia. Una es la del extesorero del PP Luis B¨¢rcenas, junto al fragmento de una declaraci¨®n judicial en la que afirmaba que los dirigentes de su partido decidieron ayudar econ¨®micamente a un medio de comunicaci¨®n precisamente por haber defendido la teor¨ªa de la conspiraci¨®n. La otra, la de Aznar, del que recuerda que no corrigi¨® sus declaraciones de aquellos d¨ªas ni ha querido dar su testimonio para el rodaje. Aquellas palabras suyas ante la comisi¨®n de investigaci¨®n del 11-M en el Congreso en las que afirm¨® que ¡°los que idearon el 11-M no est¨¢n ni en desiertos remotos ni en monta?as lejanas¡± irritan a¨²n m¨¢s si cabe tras este documental necesario.
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