?lex en Valladolid, el ins¨®lito estreno de ¡®La naranja mec¨¢nica¡¯ en la Espa?a franquista
La pel¨ªcula de culto de Stanley Kubrick pudo proyectarse en la Seminci a pesar de las reticencias del director. Un documental de TCM disponible en ese canal y HBO Max detalla aquella aventura
En 1944, durante un apag¨®n en Londres en medio de la II Guerra Mundial, cuatro soldados estadounidenses desertores se colaron en el domicilio de Llewela Jones, una mujer embarazada que viv¨ªa sola en Londres porque su marido trabajaba en Malasia como funcionario brit¨¢nico. Le pegaron una paliza y la violaron los cuatro antes de desaparecer; la mujer perdi¨® el beb¨¦. Este marido, Anthony Burgess, se encontr¨® a su vuelta con un escenario dantesco y decidi¨® curar el espanto escribiendo una obra sob...
En 1944, durante un apag¨®n en Londres en medio de la II Guerra Mundial, cuatro soldados estadounidenses desertores se colaron en el domicilio de Llewela Jones, una mujer embarazada que viv¨ªa sola en Londres porque su marido trabajaba en Malasia como funcionario brit¨¢nico. Le pegaron una paliza y la violaron los cuatro antes de desaparecer; la mujer perdi¨® el beb¨¦. Este marido, Anthony Burgess, se encontr¨® a su vuelta con un escenario dantesco y decidi¨® curar el espanto escribiendo una obra sobre la ultraviolencia sin sentido. A?os antes hab¨ªa escuchado en un pub ingl¨¦s una expresi¨®n que le encant¨® (¡°as queer as a clockwork orange¡±) que se traduce como ¡°tan raro como una naranja mec¨¢nica¡±. ¡°Este t¨ªtulo ser¨ªa ideal para una historia acerca de la aplicaci¨®n de los principios pavlonianos o mec¨¢nicos a un organismo que, como una fruta, cuenta con color y dulzura¡±, dijo. Una versi¨®n posterior nada descabellada recuerda que ¡°orang¡± es ¡°persona¡± en el idioma malayo, y quiz¨¢ la intenci¨®n de Burgess, que vivi¨® a?os en Malasia, era jugar tambi¨¦n con El hombre mec¨¢nico, alguien programado como Alex (?lex por Alejandro Magno, incluso ¨¦l se llama Alejandro el Grande en alg¨²n momento del libro) el protagonista de La naranja mec¨¢nica, la novela m¨¢s famosa de Burgess. El apellido DeLarge se le a?adi¨® en la pel¨ªcula tomando como referencia al rey de Macedonia.
Que el autor no dijese toda la verdad sobre la inspiraci¨®n del t¨ªtulo no ser¨ªa una sorpresa. En la biograf¨ªa que escribi¨® Andrew Bisbell sobre ¨¦l se insiste en su poder de fabulaci¨®n da igual sobre qu¨¦ circunstancias. En 1959 dijo tener un tumor cerebral y, con el objeto de dejar dinero a su esposa para cuando ¨¦l muriera, escribi¨® cinco libros en tres a?os. Dice su bi¨®grafo que se trat¨® de una maniobra publicitaria; Burgess muri¨® en 1993. Historias como esa provocaron que Bisbell alertara sobre la posible falsedad de la violaci¨®n de Llewela Jones, cuya historia habr¨ªa sido de esta forma inventada por Burgess para firmar un buen contrato editorial. Tal y como apunta Andr¨¦s Petrucelli en la revista TN, Burgess hablaba del traum¨¢tico suceso como causa de no poder tener hijos, pero hay correspondencia privada en la que se muestra ilusionado por tenerlos. ?A qui¨¦n miente?
La naranja mec¨¢nica fue un fen¨®meno escandaloso que la adaptaci¨®n al cine de Stanley Kubrick hizo que creciese exponencialmente. La pel¨ªcula fue prohibida en muchos pa¨ªses y retirada por el propio Kubrick del Reino Unido hasta su fallecimiento, en 1999, debido a las amenazas de muerte sobre el director y su familia. Se estren¨® en 1971. Fue prohibida en Espa?a. ?Toda Espa?a? ?No! En 1975 una conservadora ciudad espa?ola consigui¨® estrenarla¡ con permiso de la dictadura y a pesar de Stanley Kubrick.
Valladolid proyect¨® por primera vez en su Seminci La naranja mec¨¢nica. La historia de c¨®mo y por qu¨¦ se revela en un documental de TCM, La naranja prohibida, dirigido por Pedro Garc¨ªa Berm¨²dez y que fue estrenado, naturalmente, en la Seminci en octubre de 2021. Disponible en ese canal dedicado al cine cl¨¢sico y ahora estrenado por HBO Max, est¨¢ narrado por Malcolm McDowell, el actor que da vida al ic¨®nico Alex DeLarge en la pel¨ªcula (¡°s¨¦ que en mis obituarios solo se hablar¨¢ de la maldita Naranja Mec¨¢nica¡±, dijo). ¡°Lleg¨® precedida por un aroma de esc¨¢ndalo: se dec¨ªa que era inmoral, corrupta, descarnada, promov¨ªa la violencia¡.¡±, recuerda Vicente Molina Foix en la cinta al mismo tiempo que se pasan los titulares dedicados a toda p¨¢gina en la prensa inglesa: ¡°Un nuevo mundo depravado¡±, ¡°Un peligroso misterio del comportamiento humano¡±. Valladolid, dice Fernando Herrero, director de la Seminci entre 1978 y 1983, era una ciudad en la que mandaban los propietarios rurales y, a?ade Dolores Ortega, espectadora de aquel festival, de marcadas diferencias sociales: ¡°Los barrios estaban en condiciones penosas, y en el centro viv¨ªan muy pocas familias burguesas, un cogollo de gente¡±. ¡°Una ciudad en la que la burgues¨ªa tiene muchos v¨ªnculos con el mundo rural¡±, dice el escritor Gustavo Mart¨ªn Garzo, ¡°y era m¨¢s bien conservadora y muy apegada al catolicismo¡±. A Valladolid fue a parar una bomba at¨®mica art¨ªstica, La naranja mec¨¢nica, tras cuatro a?os de esc¨¢ndalo mundial desde su estreno.
Hab¨ªa dos maneras en Espa?a de ver las pel¨ªculas prohibidas: sesiones clandestinas o viajar al extranjero. Por eso Molina Foix dice una de las frases m¨¢s bellas del documental: ¡°Para m¨ª Par¨ªs, m¨¢s que la Torre Eiffel o los Campos El¨ªseos, fue el descubrimiento de los cines. De las pel¨ªculas de Bu?uel y otros directores que no hab¨ªan llegado a Espa?a¡±. As¨ª estaban las cosas cuando Warner Bros se puso en contacto con Carmelo Romero, director de la Seminci en 1975, para decirle que estaban interesados en proyectar La naranja mec¨¢nica y que ten¨ªan la aprobaci¨®n de la Direcci¨®n General de Cine. En febrero de ese a?o el BOE hab¨ªa anunciado que se suspend¨ªa el sistema del control de censura. El estreno de la pel¨ªcula de Kubrick era, en palabras de Mart¨ªn Garzo, una forma del r¨¦gimen de hacer ver que pod¨ªan hacer apuestas arriesgadas, una maniobra propagand¨ªstica de apertura. Pero no era la primera vez. En la propia Seminci se hab¨ªa proyectado el a?o anterior, con enorme revuelo en las puertas, Jesucristo Superstar. ¡°Fue autorizada un viernes por un Consejo de Ministros presidido por Franco para que se pasase el domingo¡±, recuerda Romero.
Maniobra propagand¨ªstica
Ni las huelgas laborales, ni la agitaci¨®n pol¨ªtica que se viv¨ªa en las calles a pocos meses de la muerte de Franco, ni la censura del r¨¦gimen iban a impedir que La naranja mec¨¢nica se estrenase en la Seminci. La delicada cuerda se rompi¨® por el lado m¨¢s inesperado una semana antes de que empezase el festival. Stanley Kubrick no quer¨ªa que Valladolid fuese el escenario del estreno espa?ol de La naranja mec¨¢nica. ¡°?No fastidies!¡±, exclama Romero. ?La raz¨®n? Jes¨²s Ojeda, miembro de la direcci¨®n del festival, cree que Kubrick se asust¨® por el nombre que a la Seminci le hab¨ªa obligado a utilizar desde su fundaci¨®n la dictadura: Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos. Otra idea es que le hubiese llegado la informaci¨®n de que las m¨¢quinas de proyecci¨®n del festival no le garantizasen la mejor puesta de largo de la obra. ¡°Era un perfeccionista obsesivo¡±, dice Romero. Molina Foix, que tradujo El resplandor y trabaj¨® durante semanas con Kubrick, consigui¨® una entrevista con el genio. ¡°?Puede decirme cu¨¢les son sus pel¨ªculas favoritas?¡±. ¡°Las buenas¡±.
La Seminci convenci¨®, por intermediaci¨®n de Warner, a Kubrick para proyectar la pel¨ªcula exclusivamente en la Universidad de Valladolid. No fue as¨ª: tambi¨¦n se proyect¨® en dos cines de la ciudad para que m¨¢s gente pudiese verla. Tir¨®, el director Carmelo Romero, de picaresca espa?ola: ¡°Es cierto que le dije que s¨®lo se proyectar¨ªa en la Universidad, pero no fue un enga?o: el p¨²blico que abarrot¨® las otras proyecciones fue exclusivamente universitario¡±.
¡°Las instrucciones que yo recib¨ª cuando le¨ª el libreto fueron que ten¨ªa que interpretar a un hombre inmoral, violador y asesino. Y ten¨ªa que hacer que el p¨²blico estuviese a favor de ?lex. No que le diese su apoyo, no necesariamente, pero s¨ª su fascinaci¨®n, que se quedaran enganchados¡±, dice McDowell. En una entrevista publicada en 1972, Kubrick expres¨® lo que quer¨ªa decir con la pel¨ªcula: ¡°Habla de las tentativas por limitar la elecci¨®n del hombre entre el bien y el mal (¡) Pol¨ªticamente el gobierno utiliza la violencia de los peores miembros de la sociedad para sus propios fines: la alianza con los drugos que se han convertido en polic¨ªas y por supuesto con ?lex. Debemos ver la ¨²ltima escena en su contexto sat¨ªrico. ¡°I was cured, all right!¡± (¡°De veras estaba curado¡±) se parece al grito del Dr. Strangelove: ¡°Mein F¨¹hrer, camino¡± Y la imagen de Alex como el ni?o alimentado a la cuchara de esta sociedad totalitaria y completamente corrupta ofrece lo c¨®mico en primer plano y un excelente s¨ªmbolo¡±.