El d¨ªa en que ¡®La naranja mec¨¢nica¡¯ desafi¨® a la Espa?a conservadora
Un documental recuerda el tumultuoso paso de la pel¨ªcula de Stanley Kubrick por la Seminci de Valladolid, tras estar cuatro a?os prohibida por la censura franquista
El 24 de abril de 1975 Valladolid entr¨® en la modernidad. O al menos eso sintieron quienes pudieron pasar al primer pase p¨²blico en Espa?a de La naranja mec¨¢nica, de Stanley Kubrick, pel¨ªcula prohibida por la censura franquista desde su estreno mundial en 1971. Aquella tumultuosa y pol¨¦mica proyecci¨®n en una ciudad calificada de muy conservadora (¡±fachadolid¡±), pero que en ese momento bull¨ªa entre manifestaciones sindicales y revueltas estudiantiles, es recordada por sus protagonistas en el documental La naranja prohibida, de Pedro Gonz¨¢lez Berm¨²dez. El filme se ha estrenado este s¨¢bado, como no pod¨ªa ser menos, en la Seminci pucelana, el mismo festival que la acogi¨® entonces, con la presencia de su imponente actor principal, Malcolm McDowell.
Aunque el mismo McDowell explica que sab¨ªan ya en el rodaje (seis meses que empezaron el 7 de septiembre de 1970) que La naranja mec¨¢nica ¡°no iba a pasar inadvertida¡±, nadie imagin¨® el terremoto que provocar¨ªa en su estreno. ¡°La rodamos como una comedia negra, para nada como una apolog¨ªa de la violencia, que no aparece de forma detallada en la pel¨ªcula. Era revolucionaria por su forma y su look... Hablamos de antes de la MTV. Hoy se hace una lectura de ella peligros¨ªsima, que refleja el momento que sufrimos¡±, contaba este s¨¢bado en Valladolid.
El lanzamiento de la pel¨ªcula de Kubrick se produjo el 19 de diciembre de 1971 ¡ªde ah¨ª que este trimestre se celebre el medio siglo del estreno¡ª en Nueva York y San Francisco, antes de llegar a Londres en enero de 1972. En Espa?a Warner, su productora y distribuidora, la present¨® ante la censura franquista, que hab¨ªa prohibido Lolita y Senderos de gloria, cortado Espartaco y autorizado ?Tel¨¦fono rojo? Volamos hacia Mosc¨² y 2001: una odisea hacia el espacio. Y La naranja mec¨¢nica tampoco logr¨® el permiso de proyecci¨®n. Adem¨¢s, la pel¨ªcula, al a?o de exhibici¨®n, fue retirada de los cines brit¨¢nicos por Kubrick, harto de la pol¨¦mica que la acompa?aba. ¡°Poca gente le recuerda como productor, pero era muy responsable¡±, cuenta McDowell, que a sus 77 a?os trabaja sin descanso y est¨¢ en perfecta forma f¨ªsica. ¡°Como 2001 se le hab¨ªa ido de madre en el presupuesto, quiso demostrar que pod¨ªa hacer una pel¨ªcula de coste modesto y no rebasarlo¡±.
As¨ª que cuando para la edici¨®n de la Seminci de 1975 Warner plante¨® su proyecci¨®n en el certamen ¡ªque dos a?os antes hab¨ªa borrado de su nombre la coletilla ¡°cine religioso y de valores humanos¡±¡ª, su director, Carmelo Romero, que la hab¨ªa visto en Canad¨¢ en 1973, se las prometi¨® felices. M¨¢s cuando en febrero de 1975 hab¨ªa desaparecido la censura, sustituida por el sistema de calificaciones de pel¨ªculas por edades, y la Direcci¨®n General de Cinematograf¨ªa apoyaba la iniciativa de Warner.
En aquel momento Valladolid, una ciudad de 200.000 habitantes con casi 30.000 estudiantes universitarios, herv¨ªa con protestas en las facultades y la lucha sindical en la factor¨ªa de la Fasa Renault. A 20 d¨ªas del arranque del festival, Warner pidi¨® que el comit¨¦ de selecci¨®n devolviera la copia ¡°para unos retoques¡±, y posteriormente anunci¨® que no la proyectar¨ªa. A Kubrick, m¨¢s que obseso, paranoico del control, le hab¨ªan llegado esas noticias y no le gustaba la ciudad. Romero, a petici¨®n de la oficina espa?ola del estudio de Hollywood, le envi¨® una carta cont¨¢ndole que la Seminci era un festival progresista y que se proyectar¨ªa en la universidad. Esto ¨²ltimo convenci¨® al cineasta, que dio el permiso.
Romero minti¨®, aunque en el documental cuenta que solo a medias: ¡°La mayor parte de su p¨²blico era estudiantil¡±. Y tras una pl¨¢cida proyecci¨®n en el cine Coca para la prensa el d¨ªa anterior, y con centenares de personas en la cola ante la taquilla (llegaron a dormir all¨ª en sacos de dormir), lleg¨® la jornada de proyecci¨®n con p¨²blico en el cine Carri¨®n. El evento hab¨ªa enfurecido a la poblaci¨®n m¨¢s retr¨®grada de la ciudad.
Nada fue f¨¢cil aquel 24 de abril de 1975. El due?o de la sala ya hab¨ªa regalado entre sus conocidos las entradas para las 1.000 butacas. Romero, indignado, pidi¨® un nuevo taquillaje y al ponerlas a la venta solo permiti¨® dos entradas por comprador. Con la proyecci¨®n empezada, se recibi¨® una llamada con un aviso de bomba. Desde la cabina del proyector, tel¨¦fono en mano, el director de la Seminci decidi¨® no desalojar la sala y asumir la responsabilidad.
En La naranja prohibida, algunos de los espectadores de aquella cita hist¨®rica recuerdan que encontraron en la pantalla un eco ¡°de la violencia que se viv¨ªa en Valladolid¡±. El fil¨®sofo Gustavo Mart¨ªn Garzo estaba en aquella sesi¨®n: ¡°Era una pel¨ªcula muy perturbadora¡±. A McDowell le encanta la extra?a ligaz¨®n entre La naranja mec¨¢nica y Valladolid: ¡°Solo conozco algo similar en Ciudad de M¨¦xico, donde una multitud ech¨® abajo las puertas del cine. Lo de Valladolid es maravilloso, y confirma la fuerza de la pel¨ªcula incluso en una ciudad tan conservadora¡±.
McDowell alberga una relaci¨®n contradictoria con La naranja mec¨¢nica. Ven¨ªa de rodar If..., con Lindsay Anderson, que se convirti¨® en uno de sus mejores amigos, y disfrut¨® mucho del rodaje de un proyecto que llevaba rondando en la cabeza de Kubrick desde la publicaci¨®n del libro de Burgess ¡ªa quien nunca le gust¨® el filme¡ª en 1962, y que para el director supuso su primer trabajo con Warner, que siempre respet¨® susmuchas exigencias. ¡°No volv¨ª a ver nunca m¨¢s a Stanley, aunque s¨ª hablamos por tel¨¦fono varias veces despu¨¦s. Fue muy extra?o... Yo era joven, me sumerg¨ª en una relaci¨®n profundamente familiar, y completado el rodaje se acab¨®. Lo sent¨ª como un divorcio, y lo lamento. Sin embargo, hicimos un filme extraordinario¡±. En la biograf¨ªa del cineasta escrita por John Baxter asegura que la entrada de McDowell cambi¨® el proyecto y que Kubrick no lo hubiera rodado sin ¨¦l: ¡°Dios, no. Lo ¨²nico es que tuve una dolencia al inicio, no muy grave. El m¨¦dico del seguro le aconsej¨® que contratara a otro y Stanley me dijo que o yo o ninguno¡±.
El artista m¨¢s taquillero
En el mismo libro se dice que Cantando bajo la lluvia aparece en La naranja mec¨¢nica porque era la ¨²nica canci¨®n que conoc¨ªa el actor: ¡°Todo leyenda. Stanley me pidi¨® que tarareara algo, se me ocurri¨® esa instintivamente, y ¨¦l sali¨® disparado del estudio¡±. Se fue a llamar a Warner a ver si pod¨ªa obtener los derechos de la canci¨®n, y una hora m¨¢s tarde volvi¨® radiante. As¨ª crearon un momento ic¨®nico para la historia del arte. ¡°En aquel momento Stanley era la ¨²nica estrella del cine de autor que tambi¨¦n aseguraba taquillazos. Nadie le pod¨ªa negar nada. Y no ha habido otro como ¨¦l, si acaso Steven Spielberg o alguna vez Scorsese¡±, reflexiona McDowell.
En el resto de Espa?a La naranja mec¨¢nica lleg¨® primero a los cines de arte y ensayo ¡ªse pudo ver en el madrile?o Cid Campeador¡ª y dos a?os m¨¢s tarde, doblada con la traducci¨®n de Vicente Molina Foix, que aparece en el documental hablando sobre su complicada labor, al tener que inventar un numeroso conjunto de palabras, siempre bajo la supervisi¨®n del meticuloso Kubrick.
?Se podr¨ªa rodar hoy una pel¨ªcula similar? ¡°No¡±, replica su protagonista¡±. ¡°Si el hombre no escoge, deja de ser hombre¡±, se escucha en el documental producido por TCM, que lo estrenar¨¢ en su canal en diciembre. McDowell asegura: ¡°En estos tiempos tan pro-Trump y de fake news, en los que se humilla y se miente tan f¨¢cilmente, en los que a¨²n existe un machismo brutal, y en los que a las v¨ªctimas de acoso sexual se las vilipendia, no creo que muchos se atrevieran a producir una reflexi¨®n tan inteligente sobre el libre albedr¨ªo y la violencia institucional¡±.
Babelia
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