Viaje a la pasi¨®n y al perfeccionismo enfermizo de Stanley Kubrick
Una exposici¨®n con 600 piezas reconstruye en Madrid la obra del director a trav¨¦s de sus grandes temas y de sus pel¨ªculas, como ¡®2001: una odisea del espacio¡¯, ¡®El resplandor¡¯, ¡®La naranja mec¨¢nica¡¯ o ¡®Espartaco¡¯
Stanley Kubrick (Nueva York, 1928-Harpenden, Inglaterra, 1999) recibi¨® en marzo de 1977 el premio D. W. Griffith otorgado por el Sindicato de Directores. En el discurso que envi¨® desde su casa inglesa, alab¨® a Griffith como innovador, pero record¨® que el director de El nacimiento de una naci¨®n vivi¨® sus ¨²ltimos 17 a?os en la pobreza, rechazado por Hollywood. Y lo compar¨® con ?caro, para subrayar que en su ascenso al sol hubiera sido mejor ¡°olvidar la cera y las plumas y trabajar las alas¡±. Es decir, como el mismo Kubrick, uno de los artistas m¨¢s minuciosos y apasionados, para desesperaci¨®n de sus colaboradores, que ha dado el siglo XX. La exposici¨®n Stanley Kubrick. The Exhibition, que se puede ver en el madrile?o C¨ªrculo de Bellas Artes hasta el 8 de mayo, ilustra de manera profusa, con m¨¢s de 600 piezas, ese proceso creativo, esa inmersi¨®n enfermiza en cada proyecto del director de t¨ªtulos como 2001: una odisea del espacio, El resplandor, La naranja mec¨¢nica o Espartaco.
La exposici¨®n nace de la colaboraci¨®n del instituto alem¨¢n del cine, la Universidad de las Artes de Londres (donde est¨¢ depositado su archivo) y su viuda, Christiane Kubrick. Lleva de gira desde 2004 por todo el mundo con m¨¢s de 1,5 millones de entradas vendidas. En Espa?a pudo verse en 2018 en el CCCB de Barcelona, aunque para su exhibici¨®n en Madrid se ha reorganizado y priorizado la tem¨¢tica por encima de la cronolog¨ªa en el recorrido expositivo. Es decididamente abrumadora, gracias a que Kubrick lo era.
Como cuenta Isabel S¨¢nchez, comisaria de la exposici¨®n en Madrid: ¡°Este es un viaje al interior de su mente y de su universo para descubrir una mirada especial. Su cine ser¨¢ siempre actual, moderno, porque toca temas universales y sus protagonistas son seres humanos imperfectos¡±. S¨¢nchez insiste en la humanidad del cineasta, a la que superpon¨ªa un profundo pesimismo. ¡°Por eso, junto a esas reflexiones eternas, como el qui¨¦nes somos y de d¨®nde venimos de 2001..., se a?ade un ¡®s¨¢lvese quien pueda¡¯ constante en su filmograf¨ªa¡±. Su iron¨ªa, bastante siniestra, llega al extremo de plantearse en qu¨¦ manos est¨¢ el mundo, como atestigua su an¨¢lisis del poder, desde los casos m¨¢s evidentes, Senderos de gloria o Tel¨¦fono rojo, volamos hacia Mosc¨², a otros m¨¢s velados, como Eyes Wide Shut o Atraco perfecto. Desde luego, en su cine solo hubo un jefe: el mismo Kubrick, cuyo control enfermizo lo llevaba hasta a analizar las pantallas de las salas donde se estrenaban sus pel¨ªculas por todo el mundo (en alguna ocasi¨®n, incluso mand¨® pintar una para que se viera mejor la proyecci¨®n de La naranja mec¨¢nica).
En la planta baja del C¨ªrculo de Bellas Artes, el visitante entra en la mente de Kubrick. De ah¨ª que las piezas se agrupen por temas como el deseo (y su constante reflejo del hombre incapaz de descifrar el enigma femenino, por lo que reacciona con violencia o miedo ante las mujeres), la guerra, el poder o el humor. Las piezas audiovisuales proceden del CCCB, y en este recorrido aparecen el traje con t¨²nica de Craso (interpretado por Laurence Olivier) de Espartaco, o la maqueta (a escala 1:20) de la sala de guerra dise?ada por Ken Adam para Tel¨¦fono rojo..., un escenario majestuoso que Ronald Reagan intent¨® encontrar infructuosamente en la Casa Blanca cuando se convirti¨® en presidente de EE UU. Es el momento de ilustrar la precisi¨®n de Kubrick, que llega a recrear un atraco al minuto (Atraco perfecto) ¡ª¡±A Kubrick le obsesionaba el tiempo, bien para calcarlo, bien para hacerlo estallar, como en El resplandor¡±, apunta S¨¢nchez¡ª o a desglosar de tal manera el guion de uno de sus proyectos truncados, Napole¨®n, que calcula que la pel¨ªcula, dividida en 32 secuencias, durar¨ªa 236 minutos y 41 segundos. Para ese proyecto reuni¨® la m¨¢s completa colecci¨®n de libros sobre el emperador franc¨¦s, una biblioteca infinita a la que se homenajea con una pieza de espejos y vol¨²menes.
La pasi¨®n del director por la geometr¨ªa se reproduce en esa planta con una vitrina central que la recorre y que provoca una divisi¨®n perfecta de las salas. En ella se pueden ver decenas de dibujos, libros (11 de sus 13 pel¨ªculas se basan en novelas) o el story board de A. I. Inteligencia artificial, producci¨®n que abandon¨® porque la tecnolog¨ªa cinematogr¨¢fica no hab¨ªa avanzado lo suficiente como para reproducir el mundo del cuento de Brian Aldiss (a?os despu¨¦s s¨ª lo lograr¨ªa un fan de Kubrick, Steven Spielberg).
A un lado aparecen fotograf¨ªas de la estancia de Kubrick en Madrid para completar el rodaje de Espartaco. Desde que se afinc¨® en Inglaterra, el cineasta viaj¨® lo imprescindible. Sin embargo, a Espa?a tuvo que venir para filmar en exteriores las secuencias de la marcha de los esclavos, los entrenamientos (una pieza audiovisual del CCCB certifica el paralelismo entre este momento y las pr¨¢cticas militares en La chaqueta met¨¢lica), la crucifixi¨®n y la batalla final. Se ve a Kubrick relajado, con su c¨¢mara ¡ªsu carrera empez¨® como fot¨®grafo de revistas, labor a la que la muestra tambi¨¦n dedica un espacio¨D colgando o en mano, en mitad de una dehesa en Colmenar Viejo. En una pared adyacente est¨¢n las fotograf¨ªas de posibles localizaciones en Eslovaquia de Los papeles arios, su proyecto sobre el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial, y su comparaci¨®n con retratos realizados en el gueto jud¨ªo de Varsovia. Los papeles arios tampoco acab¨® en las salas de cine.
Para adentrarse en el universo de Kubrick, el visitante tiene que subir a la primera planta del C¨ªrculo de Bellas Artes. All¨ª el recorrido se articula a trav¨¦s de 2001, una odisea del espacio, La chaqueta met¨¢lica, Barry Lyndon, El resplandor, La naranja mec¨¢nica y Eyes Wide Shut. De todas ellas hay numerosas piezas. Por destacar algunas, la cuberter¨ªa y los cascos de los astronautas, los trajes de simios, las instrucciones del ba?o de la nave y el interior de HAL 9.000 de 2001, una odisea del espacio; el casco de Buf¨®n de La chaqueta met¨¢lica; los trajes de Lady Lyndon de Barry Lyndon; el vestuario de Alex DeLarge y la mesa del Korova Milk Bar de La naranja mec¨¢nica; una maqueta del laberinto del hotel Overlook, los vestidos de las gemelas y la m¨¢quina de escribir de Jack Torrance de El resplandor, y media docena de m¨¢scaras y la capa del doctor Bill Harford de Eyes Wide Shut. Junto a ellos, guiones, fotograf¨ªas, claquetas y cualquier elemento que Kubrick considerara necesario para cada pel¨ªcula.
A la salida, adem¨¢s de los carteles de sus filmes en varios idiomas, como ep¨ªlogo se proyecta una pieza audiovisual creada por Manuel Huerga, que en 37 minutos repasa la vida del cineasta con un ¨²nico narrador: el mismo Kubrick, que pone su voz gracias a las entrevistas que dio a lo largo de su carrera. Como recoge la muestra, ¨¦l pensaba que ¡°si puede escribirse o pensarse, puede filmarse¡± y que ¡°las partes m¨¢s importantes de una pel¨ªcula son las misteriosas, las que est¨¢n m¨¢s all¨¢ del alcance de la raz¨®n y del lenguaje¡±.
Stanley Kubrik. The Exhibition
Círculo de Bellas Artes. Calle de Alcalá, 42. Madrid
Hasta el 8 de mayo de 2022.
Horario: de martes a domingo, de 10.00 a 21.00. Lunes cerrado, excepto festivos.
Precio: entrada general, 14 euros; niños de 4 a 12 años, 6 euros.
www.kubrickexhibition.com
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