Los Oscar

Cada a?o, ese tipo de periodista que se preocupa mucho por los premios dice que ¡°la Academia vota conservador¡± o que la Academia ¡°le debe un Oscar¡± a no s¨¦ qui¨¦n. Cada a?o, el periodista que no conoce personalmente a una sola persona que pueda votar en los Oscar se erige como psicoanalista de 9.500 seres humanos. En Tropic Thunder, el personaje de Robert Downey Jr. hac¨ªa una afilada observaci¨®n sobre los galardones otorgados a actores interpretando a discapacitados. ¡°Todo el mundo sabe que no hay que hacer de retrasado total¡­ Infantil s¨ª, retrasado no. Lo tuyo era retrasado total, macho¡±.

Nunca entender¨¦ por qu¨¦ hay gente analizando los Oscar como si fueran el debate sobre el estado de la naci¨®n. Nunca entender¨¦ por qu¨¦ hay gente que trata de convertir lo banal en trascendente. La banalidad es una bendici¨®n que nos saca de todo lo mec¨¢nico, lo gris y lo inexorable. Los Oscar son un veh¨ªculo fabuloso para lo banal; a veces se les cuelan cl¨¢sicos, pero en esencia se trata de una gala llena de gente que matar¨ªa a su propia madre por ser aplaudida durante cinco minutos. La diferencia con cualquier congreso de poes¨ªa o de teatro es la puesta en escena, la capacidad para crear esa ilusi¨®n ¨®ptica de relevancia y glamur.

Por eso comentamos los vestidos y los n¨²meros musicales, porque es lo ¨²nico real en esas galas que muestran la intrascendencia de todo lo que hacemos, hicimos, y haremos. A los programas de cine solo les pido que no intenten analizar las votaciones de los Oscar como si fueran las impurezas en una piedra de pirita. Los premios son divertidos si apoyas irracionalmente una pel¨ªcula, si sale uno de tu colegio, o si te los dan a ti.

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