¡®Slow Horses¡¯: las claves de la serie de esp¨ªas que quiere revolucionar el g¨¦nero
Un gran elenco comandado por Gary Oldman y Kristin Scott Thomas protagoniza la adaptaci¨®n de las novelas de Mick Herron. El autor ingl¨¦s desvela algunos puntos esenciales de la nueva ficci¨®n de Apple TV+
Los esp¨ªas son los reyes de la ficci¨®n glamurosa, puede pensar cualquier espectador que no se haya cruzado con Jackson Lamb, m¨¢quina flatulenta, esp¨ªritu herido, brillante y sucio jefe de la Casa de la ci¨¦naga, la oficina del MI5 a la que van a parar los desahuciados de los servicios de inteligencia brit¨¢nicos, protagonistas de la serie de libros escritos por Mick Herron que ahora llega a la pantalla de la mano de Apple TV+.
Slow Horses necesitaba tres factores para funcionar en su adaptaci¨®n televisiva: el tono (al fin y al cabo es el ingrediente con el que Herron ha revolucionado el g¨¦nero del espionaje), el humor (parte de lo mismo y sin el que no tiene sentido su obra) y el reparto: no ya por todos los secundarios, excelentes, de esta producci¨®n, sino por el rostro, el cuerpo, la voz que encarna a Lamb. ¡°Estoy encantado con que el elegido fuera Gary Oldman. La primera vez que lo vi interpretando el papel sab¨ªa que iba a ser fabuloso¡±, asegura Herron por correo electr¨®nico. Oldman se convierte en Lamb desde el primer minuto, desde el primer plano de sus calcetines rotos, desde el primer atisbo de su pelo grasiento o de su inteligencia esquiva y su lengua punzante. ¡°Todav¨ªa no me ha venido a la cabeza Gary cuando escribo sobre Lamb, pero es algo que podr¨ªa pasar f¨¢cilmente. Seguro que mejorar¨ªa mi escritura¡±, comenta el autor de Caballos lentos, el t¨ªtulo de la primera novela de la serie (todas publicadas por Salamandra en castellano) y el apelativo con el que se conoce a este desastroso grupo de perdedores.
El argumento de los seis cap¨ªtulos que adaptan esta novela es sencillo. Unos descerebrados ultraderechistas ingleses secuestran a un joven de origen paquistan¨ª para decapitarlo ante las c¨¢maras y dar una lecci¨®n al mundo musulm¨¢n. En lo que se consume el plazo dado por los secuestradores, los chicos de Lamb se ven inmersos en varias conspiraciones cruzadas en las que, por supuesto, nada es lo que parece. Detr¨¢s de todo est¨¢ Diana Taverner, una enorme Kristin Scott Thomas, la n¨²mero dos de los esp¨ªas de verdad.
En esta serie no hay glamur, pero no se distraigan con el humor o con la figura desastrada de Lamb. Aqu¨ª hay secretos, lealtades traicionadas y todos los ingredientes del espionaje de m¨¢s alto nivel, de la ficci¨®n de esp¨ªas elaborada y con una profunda carga moral, heredera directa del mejor John Le Carr¨¦. As¨ª, en el tercer episodio, una conversaci¨®n entre Lamb y Taverner ¡ª¡°son como viejos amantes, como un viejo matrimonio¡±, ha comentado Oldman sobre su relaci¨®n¡ª a la orilla de un canal londinense en una noche cerrada, resume el conjunto de mentiras, chantajes y desilusiones que forman parte de la vida de cualquier esp¨ªa veterano. Ah¨ª mismo, ese enigma andante que es Lamb, ese descre¨ªdo jefe cruel que humilla a los suyos a la menor ocasi¨®n, dice: ¡°Son un hatajo de perdedores, pero son mis perdedores¡±.
¡°Nunca he tenido un plan. Voy descubriendo poco a poco cosas sobre el pasado de Lamb¡±, asegura su creador, que s¨ª subraya un cambio respecto a los libros: los guionistas de la serie tienen en su poder ocho novelas (en Espa?a acaba de salir la cuarta, La calle de los esp¨ªas) y pueden administrar de manera diferente la informaci¨®n sobre el verdadero pilar en torno al que gira todo. Hay, por ejemplo, una revelaci¨®n en el sexto episodio que explica, ilumina y al mismo tiempo genera m¨¢s dudas sobre el pasado brillante de este esp¨ªa que, sabemos, pas¨® por las c¨¢rceles de la Stasi e, intuimos, sigue siendo alguien peligroso.
Existe un equilibrio delicado sin el que el g¨¦nero del espionaje no funciona. Por un lado, ha de haber acci¨®n y aqu¨ª la encontramos en su justa medida y bien rodada, sin que el hecho de ver al jefe de la banda a toda velocidad en un coche amarillo y destartalado por la campi?a inglesa sorprenda a nadie. Pero, por otro, tambi¨¦n grandes di¨¢logos. En uno de ellos, por ejemplo, River Cartwright, nieto ca¨ªdo en desgracia de un mito del espionaje que ser¨¢ esencial en futuras entregas, revela a Roddy (genio inform¨¢tico absoluto, ser insoportable) c¨®mo han sabido d¨®nde viv¨ªa a pesar de sus falsas identidades digitales, construidas con mimo y que borran su rastro cada pocas horas: Lamb se limit¨® a seguirlo una tarde. Ll¨¢menlo oda al espionaje de toda la vida.
La primera entrega de Slow Horses ha dado para mucho y eso supone una excelente noticia porque la novela que adapta es buena, pero no es la mejor de la serie. El ritmo de lo visto hasta ahora es ¨¢gil, ideal para un atrac¨®n, pero tambi¨¦n aguanta la espera semanal. Apple TV+ emitir¨¢ en breve la segunda parte de esta primera temporada, en la que adaptan Leones muertos, un fascinante thriller sobre la amenaza de los esp¨ªas durmientes. Luego, seg¨²n confirma Herron a este diario, llegar¨¢n las versiones de la tercera y la cuarta novela, seis episodios para cada una, que ya se est¨¢n rodando. Queda mucho por saber de los Caballos lentos, de sus vidas y sus fracasos y del turbio pasado de Lamb. Ni en presupuesto o dificultad, la nueva apuesta literaria de Apple llega al calibre de la adaptaci¨®n de Fundaci¨®n. El resultado, sin embargo, es probable que sea incluso mejor.
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