¡®Encerrado con el diablo¡¯: Dennis Lehane busca en el fondo del alma humana
El escritor aborda su mayor reto desde que se instal¨® en Los ?ngeles para trabajar en televisi¨®n: una serie basada en hechos reales sobre un asesino de j¨®venes. Una producci¨®n de Apple Tv en la que el autor de ¡®Mystic River¡¯ oscurece su mirada
Dennis Lehane es el rey de los oscuros rincones de Boston. Quien mejor ha sabido retratar en los ¨²ltimos a?os el lado criminal de los Estados Unidos, en el pasado y hoy. Sus libros, sus guiones, las pel¨ªculas basadas en sus novelas van al fondo del alma, pero cuando le presentaron el libro que cuenta la historia real de Jimmy Keene y Larry Hall no quer¨ªa abordarla de ninguna manera. ¡°He estado implicado en muchos proyectos oscuros y no quer¨ªa. Tengo una hija joven y cualquier cosa sobre asesinos en serie me hace dar un paso atr¨¢s, no lanzarme a por ello. Pero los productores no paraban de decirme: ¡®L¨¦elo, solo l¨¦elo¡¯. As¨ª que lo hice. Y al final de la historia llegu¨¦ a un punto donde hab¨ªa dos cosas que me atrapaban. Por un lado, es muy mitol¨®gica. La historia del hombre que sale de la cueva a proteger a la sociedad de los monstruos y vuelve de todo aquello cambiado. Y por otro, en esta sociedad de la masculinidad t¨®xica pens¨¦: ?Hay algo m¨¢s t¨®xico y masculino que un asesino en serie?¡±, contaba la semana pasada por videoconferencia.
Y as¨ª empez¨® la implicaci¨®n del autor de Cualquier otro d¨ªa en Black Bird (Encerrado con el diablo, en espa?ol), serie que estrena este viernes Apple Tv+ con dos episodios y, a partir de ah¨ª, uno semanal hasta completar los seis. Guionista de prestigio (The Wire, Boardwalk Empire) productor de grandes proyectos televisivos (Mr Mercedes) aqu¨ª Lehane est¨¢ ante su mayor reto en la industria desde que cambi¨® Boston por la c¨¢lida California en 2013. La serie adapta la historia real de Jimmy Keene (Taron Egerton), hijo de un polic¨ªa condecorado (Ray Liotta) y exitoso deportista universitario convertido despu¨¦s en traficante de drogas. Cuando es apresado se le abre una ventana para no permanecer 10 a?os entre rejas: pasar a una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad y ganarse la confianza del asesino en serie Larry Hall (un genial Paul Walter Hauser) para que le diga d¨®nde est¨¢n los cad¨¢veres de las j¨®venes que ha matado. Y aqu¨ª surge el primer problema. Porque Hall, un tipo turbio todav¨ªa m¨¢s oscuro en la serie, confes¨® y luego se retract¨® y su mente est¨¢ tan llena de recovecos y sombras como sus palabras.
Para adentrarse en esa mente perversa, Jimmy lo intenta todo y pone a prueba sus propios l¨ªmites. ¡°Jimmy juega un juego complicado y tramposo. No sabemos cu¨¢ndo est¨¢ diciendo la verdad y cu¨¢ndo est¨¢ simplemente intentando conseguir la complicidad de Larry. Es un juego de ajedrez entre los dos, que es muy interesante¡±, explica Lehane, que habla de ¡°mi Jimmy¡±, no tan distinto al de la realidad, pero un personaje de ficci¨®n al fin y al cabo. ?l, que ha visto c¨®mo triunfaban las adaptaciones de Mystic River (Clint Eastwood, 2003), Gone Baby Gone (Ben Affleck, 2007) o Sutter Island (Martin Scorsese, 2010) no tiene problema al respecto: ¡°En lo que respetes el esp¨ªritu del libro, estoy c¨®modo. Hay que hacer cambios, claro. Y en este caso, con gente real se aplica la misma norma: tengo que ser fiel a la esencia de la gente tal y como los entiendo en el libro. Y si lo consigo, no me importa ficcionalizar, subrayar algunas cosas, cambiar otras, siempre que no infrarrepresente la realidad de la obra¡±.
La serie juega con un ritmo propio de los mejores thrillers de Lehane, e incluye dos aspectos para acelerar la trama: por un lado, Larry ha interpuesto un recurso y si lo gana saldr¨¢ libre, algo que tambi¨¦n ocurri¨® en el caso real; por otro, el padre de Jimmy tiene los d¨ªas contados y si no sale de la c¨¢rcel no podr¨¢ reconducir su relaci¨®n con ¨¦l. La tensi¨®n de la cuenta atr¨¢s se nota en cada cap¨ªtulo. Y ah¨ª entra en juego otro valor de la narrativa del autor bostoniano: los personajes est¨¢n amasados con fuerza, llenos de matices, aqu¨ª nada es blanco o negro, no se puede explicar ni justificar f¨¢cilmente a ninguno, el espectador no est¨¢ c¨®modo con nadie.
Un peque?o ¡°hallazgo¡± le permiti¨® abordar la otra parte de la trama, radicada b¨¢sicamente en el pasado, sin grandes problemas. Es aquella en la que dos investigadores dedican su vida a ir de un lugar a otro por parajes de la Am¨¦rica profunda para encontrar esos cad¨¢veres, atesorar pruebas contra Larry y encerrarlo de por vida. ¡°El mayor reto en este sentido fue contar qu¨¦ pasaba antes de que Jimmy llegara a la c¨¢rcel. Y entonces se me ocurri¨® que ¨¦l le¨ªa el archivo del caso de manera que lo que se ve es lo que est¨¢ leyendo¡±, explica Lehane, quien reconoce que es m¨¢s ¡°f¨¢cil¡± escribir guiones que libros. ¡°Como escritor de guiones est¨¢s muy por encima del material. Para escribir un libro necesito bucear en ¨¦l, convertirme en el libro, en los personajes. Esto no lo habr¨ªa podido escribir nunca como una novela. Habr¨ªa sido demasiado dif¨ªcil, emocional y psicol¨®gicamente¡±.
Como showrunner, Lehane ha querido controlar todo, ya fuera el casting del oficial que maneja el pol¨ªgrafo en los interrogatorios (muy secundario) como la m¨²sica de Mogwai, temas con los que la banda escocesa crea una atm¨®sfera inigualable. ¡°Fue f¨¢cil. Me encantan. No s¨¦ nada de m¨²sica cl¨¢sica, pero me paso el d¨ªa escuchando m¨²sica de cine, as¨ª que no solo los conoc¨ªa como banda sino tambi¨¦n por su trabajo en Miami Vice o ZeroZeroZero¡±. La direcci¨®n de los tres primeros episodios corre a cargo de Micha?l R. Roskam, que ya adapt¨® La entrega, basada en un relato de Lehane.
Black Bird juega con varios planos y en todos funciona. Es una investigaci¨®n que recuerda a cl¨¢sicos policiales, un thriller carcelario, un drama familiar. Los interrogatorios al psic¨®pata est¨¢n a la altura de los mejores de Mindhunters. ¡°No puedes hacer una escena de interrogatorios hoy en d¨ªa sin pensar en lo que hizo Fincher. No puedes¡±, asegura reconociendo la influencia. ¡°Lo que hice es ser religiosamente fiel a las transcripciones. Esas conversaciones son casi palabra por palabra exactas¡±.
Como ya han hecho escritores de la talla de Michael Connelly (Bosch) o George Pelecanos (The Wire, Treme), Lehane se encuentra c¨®modo en Hollywood como parte de una generaci¨®n que ha vuelto a la tradici¨®n de Dashiell Hammett, Raymond Chandler o William Faulkner en los cuarenta y los cincuenta del siglo pasado. Solo que con mejor fortuna y para televisi¨®n. En lo que esperan su pr¨®ximo libro, los lectores de Lehane pueden rastrear su huella en cada escena de Black Bird, en su oscuridad, en la b¨²squeda de redenci¨®n de su antih¨¦roe.
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