HBO destapa los ¨²ltimos secretos de Juan Carlos I en ¡®Operaci¨®n Salvar al Rey¡¯
La plataforma estrena este viernes una docuserie que retrata las amistades peligrosas econ¨®micas de Juan Carlos I; revela grabaciones in¨¦ditas con sus amantes donde el monarca habla sobre los expresidentes Gonz¨¢lez y Aznar y sobre Luis Rold¨¢n
¡°?Si los espa?oles supieran en qu¨¦ manos estamos!¡±. La vedete B¨¢rbara Rey estalla ante las c¨¢maras al otro lado de la ventanilla de su coche. Y amenaza. Dice que est¨¢ desesperada, que han entrado a robar en su casa, que ten¨ªa micr¨®fonos y c¨¢maras por todas partes y que est¨¢ dispuesta a que salte todo por los aires. Las revelaciones que aparecen en los tres cap¨ªtulos de la docuserie Salvar al Rey, de HBO Max, que se estrena en la plataforma este viernes, dejan una sensaci¨®n de cierta tristeza. Con la perspectiva menos indulgente del tiempo, los logros y la cara de la moneda del largo mandato del rey Juan Carlos I para aceptar y asentar esta etapa democr¨¢tica en Espa?a suman muchos enteros, pero las sombras tambi¨¦n fueron muchas y se ocultaron durante demasiado tiempo. La docuserie las rescata, ordena y contextualiza con el rigor de los grandes documentales norteamericanos o de la BBC. Y corrobora dos de las obsesiones que persiguieron a Juan Carlos I desde su traum¨¢tica juventud: dejar de estar solo y amasar bienes para no volver a pasar apuros econ¨®micos.
El monarca est¨¢ desnudo, encima de la popa de un yate, y seis paparazzi se turnan en el hueco de un acantilado para captar im¨¢genes de la escena. La retratan. Uno de ellos, Antonio Montero, confirma en la serie los temores que le asaltaron desde el primer momento: o se hac¨ªa de oro o tendr¨ªa problemas. No hubo lugar. Simplemente las im¨¢genes nunca se publicaron en Espa?a y se relegaron sin visibilidad solo en una revista italiana. Ahora tampoco salen en el documental, pese a lograr los productores ejecutivos de Mandarina para este proyecto de HBO disponer de todas ellas y ser uno de los ejemplos de c¨®mo se protegi¨® hasta el extremo la imagen del anterior monarca en todos los medios, como confiesan algunos periodistas relevantes de la transici¨®n: I?aki Gabilondo, Victoria Prego, Fernando ?nega, Pedro J. Ram¨ªrez, Pilar Urbano... Los departamentos y asesores judiciales de HBO no las respaldaron.
El objetivo de la serie Salvar al Rey es explicar con un lenguaje televisivo sencillo la importancia del reinado de Juan Carlos I. Para ello divide en tres porciones su mandato. Cada episodio tiene un sentido, aunque la trama se va entrelazando con aspectos personales, ¨ªntimos y profesionales de su vida, que acaban por conformar una manera de ser y una personalidad. El primer apartado reconstruye su infancia, el exilio familiar en Estoril, aquellas carencias y presiones, el entorno mon¨¢rquico de su padre, don Juan de Borb¨®n y, sobre todo, el determinante accidente mortal que acab¨® con la vida de su hermano, el infante ¡°Don Alfonsito¡±, cuando ten¨ªa 15 a?os y jugaba con su hermano mayor, Juan Carlos, con una pistola en un s¨®tano de Villa Giralda. El trabajo cuenta c¨®mo don Juan se llev¨® a un aparte a su hijo y le hizo jurar all¨ª mismo que no hab¨ªa habido ning¨²n prop¨®sito en ese disparo que atraves¨® la cabeza a su hermano. Al d¨ªa siguiente, sin tiempo para el funeral, lo mand¨® a la Academia Militar de Zaragoza.
El propio Juan Carlos I admite, en alguna entrevista que aparece en la serie, que en aquellos a?os su familia, despreciada por la dictadura de Franco, pas¨® bastantes penurias. Tambi¨¦n se incluye el pasaje de aquel reportaje de Selina Scott para ITV, A year in Spain (Un a?o en Espa?a), en el que el ahora em¨¦rito muestra serias dudas, en aquel apote¨®sico 1992 para Espa?a, sobre su contribuci¨®n al sistema impositivo del pa¨ªs que reinaba. Pero el fotograma m¨¢s premonitorio se descubre de pasada, en el d¨ªa se?alado el 22 de noviembre de 1975 para su coronaci¨®n en las Cortes, cuando entre los muchos militares y autoridades con trajes grises que coparon el Congreso sobresalen las chalinas o kufiyyas de varios mandatarios del Golfo P¨¦rsico. Fue un mercado de amistades que Juan Carlos I cuid¨® particularmente desde incluso antes, cuando asisti¨® y conoci¨® a do?a Sof¨ªa en Pers¨¦polis, durante los cinco d¨ªas de fiestas para 600 invitados que organiz¨® en octubre de 1971 el sha Mohamed Reza Pahlevi de Ir¨¢n para celebrar los 2.500 a?os del nacimiento del Imperio Persa.
Esas relaciones privilegiadas con los emiratos las perpetuaron m¨¢s tarde algunos de los amigos empresarios de don Juan Carlos, como Manuel Prado y Col¨®n de Carvajal, administrador privado de muchos de sus supuestos negocios durante d¨¦cadas, o Javier de la Rosa. El documento integra tambi¨¦n una jugosa entrevista con el exbanquero Mario Conde, que tanto se aproxim¨® en aquellos a?os al monarca para medrar, en la que revela que se meti¨® a comprar participaciones en medios de comunicaci¨®n (?poca, El Mundo) para contraatacar a los editoriales cr¨ªticos de EL PA?S contra sus operaciones especulativas al frente de Banesto. Conde tambi¨¦n delata los supuestos tejemanejes del entonces jefe de la Casa Real durante 16 a?os, Sabino Fern¨¢ndez Campo, y sus filtraciones a algunos medios sobre la vida y las relaciones m¨¢s disolutas del jefe del Estado para intentar frenar a tiempo aquella deriva. No lo consigui¨®. Juan Carlos I le ces¨®, sin aviso previo, en una comida a la que le cit¨® en un conocido mes¨®n de Madrid con su esposa, la reina Sof¨ªa. Todos esos empresarios acabaron pasando una temporada por la c¨¢rcel.
En el documental se escucha en varias ocasiones de manera in¨¦dita la voz de Juan Carlos I en charlas grabadas con amigas ¨ªntimas. Y se expone por primera vez su larga relaci¨®n con la fotoperiodista Queca Campillo, uno de los iconos period¨ªsticos de la Transici¨®n, que trabaj¨® muchos a?os en el diario Pueblo. Campillo llega a contar, en un pasaje de una entrevista nunca emitida, que en ocasiones se encontraba con el rey en una furgoneta en la zona norte del monte de El Pardo que da entrada al palacio de La Zarzuela. El Rey le dej¨® durante a?os todo tipo de mensajes en su contestador y la hija de la fot¨®grafa, fallecida de c¨¢ncer en 2015, rememora c¨®mo su madre ejerc¨ªa adem¨¢s de confesora particular del monarca tambi¨¦n de mediadora y parapeto sobre lo que se coc¨ªa en los medios sobre su figura.
Las cintas de Juan Carlos I con B¨¢rbara Rey son uno de los secretos recurrentes de la Transici¨®n a¨²n sin conocer. La actriz, dama de honor en concursos de misses, cantante y exesposa del domador ?ngel Cristo lleva lustros amenazando con ese material. Quedaban en su casa y tambi¨¦n en otra que mont¨® el Cesid (anterior al CNI) en la calle Sextante de Madrid con todo su aparataje. En la serie se reflejan varias charlas en las que la vedete inquiere a Juan Carlos I sobre diversos temas de la m¨¢xima actualidad en el momento. En una de ellas, Barbara Rey expresa su mala opini¨®n sobre el expresidente popular Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y adelanta que no comprende c¨®mo muchos espa?oles le votaron. El Rey concede que ¨¦l tampoco lo entiende. Y en otra expone algo similar ante la ¨²ltima etapa de Felipe Gonz¨¢lez. Cuando se interesa por la situaci¨®n de Luis Rold¨¢n, exdirector de la Guardia Civil fugado y luego apresado por corrupci¨®n, Juan Carlos I comenta que en la Benem¨¦rita no saben nada sobre su paradero y a?ade que le dicen que ¡°ser¨ªa mejor que apareciera muerto¡±. No precisa qui¨¦n.
La docuserie no abunda sobre el caso No¨®s, que afect¨® a su hija, la infanta Cristina, y su yerno, I?aki Urdangar¨ªn, porque los productores consideraron que la sentencia no le otorga al Rey ning¨²n papel sustancial directo en esa trama. Y sobre sus tratos y conflictos con Corinna Larsen no aporta m¨¢s novedades que las publicadas en estos ¨²ltimos a?os. El largo v¨ªnculo con su ¡°amiga entra?able¡± mallorquina Marta Gay¨¢ s¨ª ilustra muy bien la incomodidad de los gobiernos y los aparatos del Estado para sortear esas peliagudas situaciones, sobre todo cuando afectaban a actuaciones oficiales, algo que s¨ª encontr¨® paralelismos m¨¢s tarde tras la ruptura con la empresaria alemana. En el verano de 1992, don Juan Carlos desapareci¨® unos d¨ªas de Espa?a misteriosamente. Viaj¨® a Suiza. Se dijo que para una revisi¨®n m¨¦dica. La Casa Real entonces no aval¨® ese chequeo y se desataron las especulaciones. El serial recoge que Gay¨¢ estaba all¨ª recibiendo un tratamiento. El presidente y la portavoz de aquel ejecutivo socialista, Rosa Conde, le mandaron varios mensajes p¨²blicos bastante directos sobre que deb¨ªa dar explicaciones. Don Juan Carlos cogi¨® el avi¨®n, volvi¨® unas horas a Madrid, despach¨® con Felipe Gonz¨¢lez, y retorn¨® a Suiza. Hasta la pr¨®xima.
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