El Rey del que no se hac¨ªan ni chistes: el periodismo confiesa sus errores
Veteranos informadores admiten un exceso de condescendencia en el reinado de Juan Carlos I, pero se?alan a los Gobiernos como primeros responsables


Los gui?oles de Canal+ no dejaban t¨ªtere con cabeza. En el espacio sat¨ªrico de la cadena entonces propiedad del grupo PRISA pod¨ªan verse, a mediados de los a?os noventa, escenas como la de Felipe Gonz¨¢lez retratado de viejo Corleone con la m¨²sica de fondo de El Padrino. Solo hab¨ªa una cabeza que no se pod¨ªa tocar. ¡°Fue la ¨²nica condici¨®n que nos puso la empresa editora: que no hici¨¦semos gui?ol del Rey¡±, recuerda un antiguo directivo de la cadena.
En esos a?os, ni a los humoristas de televisi¨®n se les escuchaba el m¨¢s leve chiste sobre el Rey. Cuando, ya casi en el cambio de siglo, Javier Sard¨¢ puso a Manel Fuentes imitando al jefe del Estado en el Cr¨®nicas Marcianas de Telecinco result¨® casi un acontecimiento. ¡°Hablar del Rey en t¨¦rminos de humor se consideraba fuera de las reglas de juego¡±, comenta Montserrat Dom¨ªnguez, directora de la Cadena SER y entonces otro de los rostros m¨¢s conocidos de Telecinco. ¡°La figura se manten¨ªa siempre en el terreno institucional: nada de bromas, nada de maldades¡ Estaba por encima del bien y del mal¡±.
Ninguna autocr¨ªtica tan feroz sobre el papel de los medios en el reinado de Juan Carlos I como la que hace ya tiempo hizo I?aki Gabilondo, con m¨¢s de medio siglo de periodismo a cuestas. ¡°Nos hicimos juancarlistas sin ser mon¨¢rquicos y cometimos un error decisivo¡±, confes¨® en 2020.¡±No hubo escrutinio pol¨ªtico y los medios fuimos ciegos, sordos y mudos¡±. Gabilondo ha citado alguna excepci¨®n, que tambi¨¦n resalta Dom¨ªnguez: las investigaciones del periodista Jos¨¦ Garc¨ªa Abad, autor de dos libros en los que detallaba los nebulosos negocios de Juan Carlos I con las monarqu¨ªas petroleras y que pasaron casi inadvertidos.
Jos¨¦ Antonio Zarzalejos, uno de los periodistas que mejor conoce la Monarqu¨ªa espa?ola, recuerda o¨ªr de boca de alg¨²n compa?ero de profesi¨®n en esa ¨¦poca: ¡°Valgo m¨¢s por lo que callo que por lo que cuento¡±. ¡°Se ha hablado mucho de si exist¨ªa un pacto de silencio entre los editores. Yo entonces dirig¨ªa El Correo en Bilbao y no puedo atestiguarlo. No s¨¦ si es verdad, pero se lo he o¨ªdo a personas solventes¡±, a?ade Zarzalejos, que luego estar¨ªa al frente del gran diario mon¨¢rquico, Abc, y hoy es adjunto al presidente de El Confidencial. Tampoco Jes¨²s Ceberio acredita que tal cosa existiese tras su experiencia de 13 a?os dirigiendo EL PA?S, de 1993 a 2006, aunque s¨ª revela: ¡°Las informaciones sobre el Rey hab¨ªa que comunicarlas al editor. Eso formaba parte del pacto entre el director y el editor¡±.
¡°Hubo mucha autocensura¡±, admite Ceberio. El exdirector de EL PA?S relata episodios como el del yate Fortuna, donado al Rey por empresarios mallorquines en 2000, que la prensa cont¨® sin ning¨²n tono cr¨ªtico. Todos los consultados aluden al contexto de los a?os ochenta y noventa, el de un rey en la cima de su popularidad, icono del despegue internacional de la nueva Espa?a democr¨¢tica. El esp¨ªritu de una ¨¦poca que, seg¨²n Ceberio, distorsion¨® el papel de los medios: ¡°En la Transici¨®n se estableci¨® una conexi¨®n entre la prensa y el proceso pol¨ªtico. La prensa desempe?¨® un papel relevante en el cambio de r¨¦gimen y luego se involucr¨® de una forma que no le correspond¨ªa, porque su papel era ser cr¨ªtica hacia el poder pol¨ªtico. Se fueron creando zonas de sombra no sometidas a control ante una cierta dejadez de la prensa. No solo con el Rey, tambi¨¦n con la financiaci¨®n ilegal de los partidos, ante la que se mir¨® para otro lado durante a?os¡±.
Zarzalejos sit¨²a la c¨²spide de esa ¨¦poca en los fastos de 1992, sobre todo en los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, donde la imagen de la Familia Real funcion¨® como la ¡°quintaesencia del ¨¦xito de una operaci¨®n pol¨ªtica que no se sab¨ªa c¨®mo iba a salir¡±. Tambi¨¦n fue en ese momento, se?ala el periodista, cuando Juan Carlos I perdi¨® el ¡°sentido de la realidad¡±.
El ¡°consenso permisivo¡± de la prensa frente al Rey ¡ªdice Zarzalejos oponi¨¦ndolo al ¡°consenso inquisitivo¡± que, seg¨²n ¨¦l, se ha instalado sobre Felipe VI¡ª se agriet¨® con el caso Urdangarin y se rompi¨® tras el episodio de la cacer¨ªa de Botsuana, en 2012. Sin negar que la actitud de los medios contribuy¨® a que el monarca se sintiese libre de controles, el exdirector de Abc advierte de que insistir en esa idea conduce a una ¡°socializaci¨®n de la culpa¡±. Y en su opini¨®n las primeras responsabilidades son, por este orden, del propio Juan Carlos I y ¡°subsidiariamente¡± de cada uno de los presidentes del Gobierno, de los jefes de la Casa del Rey y de los empresarios, que ¡°encontraron en el jefe del Estado un veh¨ªculo de penetraci¨®n en mercados dif¨ªciles¡±.
En eso mismo insiste Soledad Gallego-D¨ªaz. La directora de EL PA?S entre 2018 y 2020 resalta que los medios no ten¨ªan informaciones fehacientes de los manejos ahora descubiertos y que el poder pol¨ªtico tampoco actu¨®. ¡°Los Gobiernos, o no estuvieron atentos, o si lo estuvieron no hicieron nada. ?En qu¨¦ momento se supo que el Rey ten¨ªa cuentas en el extranjero? Y el CNI, ?no ten¨ªa informaci¨®n?. Y si la ten¨ªa, ?la transmiti¨® a sus superiores?¡±, se pregunta la periodista que public¨® la exclusiva del texto de la Constituci¨®n de 1978. Gallego-D¨ªaz apunta, por otra parte, que la posici¨®n de Juan Carlos I de mantener la neutralidad pol¨ªtica de la instituci¨®n contribuy¨® a situarlo al margen de las controversias p¨²blicas.
Lo que nunca constituy¨® un secreto, coinciden los consultados, fue la animada vida extraconyugal del monarca. Y al contrario que en otros pa¨ªses, tambi¨¦n la prensa lo ignor¨®. ¡°Ven¨ªamos de una ¨¦poca terriblemente pacata, de una dictadura que reprim¨ªa la libertad sexual¡±, contextualiza Gallego-D¨ªaz. ¡°Y por eso nadie quer¨ªa meterse en la vida privada de nadie, ni en la del Rey ni en la de los pol¨ªticos¡±.
¡°Lo que hizo la prensa inglesa meti¨¦ndose hasta el ba?o de Carlos y Camilla Parker me parece indecente¡±, tercia Victoria Prego, periodista de referencia en los a?os de la Transici¨®n y hoy adjunta al director de El Independiente. Prego asegura que nunca pudo sospechar cu¨¢les eran los negocios del hoy residente en Abu Dabi. ¡°Como mucho, se o¨ªan rumores, pero nada m¨¢s¡±, a?ade. ¡°Lo ¨²nico que yo ve¨ªa en el Rey era la imagen de la democracia y de la apertura internacional de Espa?a¡±, argumenta. Descubrir lo que se ha sabido ahora dice que le ha producido una ¡°desaz¨®n total¡±. Aun as¨ª, defiende que Juan Carlos I deber¨ªa haber continuado en La Zarzuela, ¡°donde la saldr¨ªa m¨¢s barato al Estado y tendr¨ªa una vida m¨¢s discreta¡±. Prego est¨¢ convencida de que con los a?os su figura renacer¨¢: ¡°Todas estas cosas ser¨¢n la letra peque?a y su aportaci¨®n a Espa?a la letra grande. La historia lo juzgar¨¢ as¨ª, aunque ¨¦l no lo ver¨¢¡±.
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