Llanto
Aunque no nos conoci¨¦ramos y en alguna ocasi¨®n nos embisti¨¦ramos, sent¨ª una punzada honda y triste con la muerte de Javier Mar¨ªas
Es inevitable que recuerde aquel grito l¨ªrico de L¨¦o Ferr¨¦ en una canci¨®n afirmando ¡ª¡°Mozart muri¨® solo, acompa?ado a la fosa com¨²n por un perro y sus fantasmas¡±¡ª cuando constato en los medios de incomunicaci¨®n que hay colas de ocho kil¨®metros para despedir a la difunta reina de Inglaterra. Y me pregunto estupefacto por las razones de sus llorosos s¨²bditos para ese amor torrencial hacia ella. Se me escapan. Deben de estar relacionadas con la magia, o el absurdo, o el culto a los dioses de los feligreses.
Ese llanto, esa adoraci¨®n, esa sensaci¨®n desolada de p¨¦rdida, me parece natural y l¨®gico cuando mueren tus seres cercanos y queridos, familiares, amigos y amores. Tambi¨¦n con desconocidos que nos han regalado arte y belleza imperdurables. O investigaciones y hallazgos para hacer mejor la vida de sus semejantes. Imagino la eterna gratitud de tantos y tantos ante la desaparici¨®n de personas como Shakespeare, Billy Wilder, Vel¨¢zquez, Bach, John Coltrane, Einstein, Isaac Newton, Alexander Fleming, Marie Curie, genios que otorgaron luz al cuerpo y al alma de la gente. Tambi¨¦n en otros que dedicaron su existencia y su conocimiento a aliviar la intemperie de los m¨¢s desfavorecidos del planeta.
Y aunque no nos conoci¨¦ramos y en alguna ocasi¨®n nos embisti¨¦ramos, sent¨ª una punzada honda y triste con la muerte de Javier Mar¨ªas. Se me han oscurecido a¨²n m¨¢s los domingos sin sus impagables columnas. Adem¨¢s de infalibles e implacables detectoras de la gilipollez, eran el pensamiento l¨²cido y admirablemente expresado de alguien tan inteligente como libre. Y no abundan.
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