?Ha cambiado ¡®Borgen¡¯ o ha cambiado la pol¨ªtica?
La serie reapareci¨® en Netflix despu¨¦s de nueve a?os en los que ha pasado de todo. La protagonista nos desconcierta: ahora es c¨ªnica, voluble. Como la realidad
Algo huele a cinismo en la ¨²ltima temporada de Borgen. El drama pol¨ªtico dan¨¦s tuvo ¨¦xito hace un decenio con su retrato de las miserias cotidianas de los gobernantes y de los medios, encontrables hasta en la m¨¢s mod¨¦lica de las democracias. En su reaparici¨®n, ahora en Netflix (Borgen: Reino, poder y gloria), la protagonista Birgitte Nyborg (bien interpretada por Sidse Babett Knudsen) nos desconcierta. La ahora ministra de Exteriores cede en sus principios y da volantazos seg¨²n sople el viento. ?Ha cambiado Borgen? ?O ser¨¢ que ha cambiado la pol¨ªtica?
La trama principal de la nueva entrega convence: el hallazgo de petr¨®leo en Groenlandia alienta el independentismo de ese pa¨ªs, contradice la pol¨ªtica clim¨¢tica de Copenhague y crea tensiones con EE UU, Rusia y China. L¨¢stima que cueste creerse algunas escenas: nadie repite el mismo discurso en p¨²blico y en una negociaci¨®n a puerta cerrada. Chirr¨ªa, por ejemplo, que la ministra decida sola sobre una crisis mundial, sin contar con la primera ministra ni con su partido; o que, ante un notici¨®n de los que hacen tambalearse al Gobierno, los jefes de un informativo se dediquen a buscar im¨¢genes de archivo. No es grave: la serie funciona porque pone el foco en la humanidad de quien toma decisiones y est¨¢ sometido a la presi¨®n de votantes, tuiteros, aliados, lobbies, embajadores. De ah¨ª sale una forma de hacer pol¨ªtica l¨ªquida, vol¨¢til, cortoplacista.
Desde 2013, cuando se par¨® Borgen, ha pasado de todo: el Brexit, Trump, Bolsonaro, Orb¨¢n, el despegue de las redes sociales, la crisis de los refugiados, la pandemia, la invasi¨®n de Ucrania... Incluso, ahora, la amenaza de una guerra nuclear. Y hemos vivido el auge de la ultraderecha en los pa¨ªses n¨®rdicos y en tantos otros. Los extremistas despuntaron en Dinamarca y, aunque ya van a menos, sus ideas contaminaron a los dem¨¢s partidos: tambi¨¦n asomaron en Noruega y Finlandia, y en Suecia hoy acarician el poder. El que cre¨ªamos para¨ªso del bienestar y la tolerancia no va a ser ejemplar para siempre. De Italia ni hablamos. Todav¨ªa.
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