Dinamitero
Era un juglar inmenso y libertario, aunque nunca hubiera aceptado entrar en ninguna academia, un perenne tocapelotas. Hoy tendr¨ªa 101 a?os. Se llamaba Georges Brassens
Estaba convencido de que, si Dios existiera, se pasaba un mont¨®n. Habl¨® de un fugado gorila, con volc¨¢nico furor sexual, que entre la opci¨®n de descargarlo en una vieja o en un juez que firmaba ufano las sentencias de muerte, decidi¨® consumar el calent¨®n con el lloriqueante magistrado. Estaba obsesionado con contemplar el ombligo de las esposas de los polic¨ªas. Animaba a los que predicaban el martirio e incluso la muerte para defender sus ideas que lo hicieran de muerte lenta y, por supuesto, que ellos fueran los primeros en sacrificarse. Utilizaba el sarcasmo de forma genial, pero pod¨ªa ser muy tierno. Jam¨¢s era previsible. Transmit¨ªa gozo hacia las fugaces cosas de la vida. Era un juglar inmenso y libertario, aunque nunca hubiera aceptado entrar en ninguna academia, un perenne tocapelotas y dinamitero vocacional, alguien temido por cualquier tipo de poder, b¨¢lsamo eterno para los receptores con dos dedos de frente y un poco de coraz¨®n. Hoy tendr¨ªa 101 a?os. Se llamaba Georges Brassens.
Y me pregunto, conociendo la respuesta, por el contenido actual de sus canciones si siguiera en la Tierra. Ser¨ªan sorprendentes, vitri¨®licas, compasivas con los eternos perdedores, a contracorriente de todo lo impuesto. Desear¨ªan quemarle vivo los inquisidores de todas las variantes. No solo el Frente Nacional sino las espurias e idiotas cazadoras de brujos que encarnan el nuevo y absoluto poder. Habr¨ªa que cerrarle su descre¨ªda boca a Brassens, a ese irremediable y descarado subversivo, siempre descojon¨¢ndose de las verdades oficiales e institucionalizadas.
Me relamo y me parto de risa imaginando la canci¨®n que hubiera escrito este hombre sobre el esperpento del colegio El¨ªas Ah¨²ja y sus consecuencias. Y cuando veo el multitudinario jolgorio callejero del D¨ªa de la Hispanidad y el orgasmo de tantos abanderados, pienso en la impagable canci¨®n de Brassens La mala reputaci¨®n: ¡°Los d¨ªas de fiesta nacional yo me quedo en la cama igual. Y es que la m¨²sica militar nunca me pudo levantar. Yo no quiero hacer ning¨²n da?o queriendo vivir fuera del reba?o. Pero hasta los ciegos me miran mal, es natural¡±.
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