R¨¦quiem por la entrevista de caf¨¦, copa y puro en televisi¨®n
Con estilos y tonos radicalmente distintos, ?ngel Casas y Jes¨²s Quintero forjaron carreras paralelas en una televisi¨®n que acogi¨® con entusiasmo su trabajo. La escasa distancia entre el fallecimiento de ambos pone en bandeja la met¨¢fora: con ellos se ha ido un subg¨¦nero
Alrededor de un lustro antes de que Stevie Wonder nos aconsejara, v¨ªa campa?a de la DGT, no conducir si hab¨ªamos bebido, otro m¨²sico de primera categor¨ªa hizo un particular alegato contra el alcohol en la televisi¨®n espa?ola. ¡°Yo les recomendar¨ªa mantenerse al margen de la bebida¡±, sentenci¨® Joe Cocker desde la segunda cadena de TVE. La peculiaridad de la sugerencia proviene de su puesta en escena: para pronunciarla, Cocker cogi¨® el botell¨ªn de cerveza que ten¨ªa en el suelo y lo agarr¨® como si se lo fueran a robar. Era su respuesta a la pregunta sobre su afici¨®n a la bebida que con total naturalidad le hab¨ªa formulado ?ngel Casas durante la entrevista que le hizo para Musical express (1980-1983), su primer programa como hombre orquesta (presentador, director y guionista).
La primera vez que ?ngel Casas se coloc¨® frente a las c¨¢maras de televisi¨®n fue en 1974, entrevistado por Moncho Alpuente para el programa Tele-Revista (1974) como el cr¨ªtico musical respetado que ya era. Dos a?os despu¨¦s, en 1976, tuvo lugar otro debut en televisi¨®n espa?ola, que, como todos los hist¨®ricos, solo se pudo consagrar en retrospectiva. Jes¨²s Quintero, con una ya tambi¨¦n consolidada carrera radiof¨®nica, se pon¨ªa frente a las c¨¢maras para entrevistar a Paco de Luc¨ªa en La hora de. Y le hizo una pregunta que removi¨® alg¨²n despacho de Prado del Rey: ¡°?Qu¨¦ es m¨¢s importante a la hora de tocar la guitarra, la derecha o la izquierda?¡±. El guitarrista respondi¨® que la izquierda era la que hac¨ªa m¨²sica, la creativa, la inteligente y que la derecha era la que ejecutaba. La leyenda dice, tal y como recuerda en su libro El purgatorio Javier Salvago, poeta, guionista y colaborador fiel de Quintero durante m¨¢s de 30 a?os, que la paliza que meses despu¨¦s recibi¨® el guitarrista a cargo de un grupo de ultras que le pisotearon los dedos de la mano izquierda para que no pudiera volver a tocar se debi¨® a aquella respuesta.
Con estilos y tonos radicalmente distintos, uno sard¨®nico y erudito, el otro evocador y lac¨®nico, ?ngel Casas y Jes¨²s Quintero forjaron carreras paralelas en una televisi¨®n que acogi¨® con entusiasmo su trabajo. La escasa distancia entre el fallecimiento de ambos pone en bandeja la met¨¢fora, con ellos se ha ido ¡ªlo hizo cuando se retiraron, pero todo tiene soluci¨®n menos la muerte¡ª un subg¨¦nero televisivo, la entrevista de caf¨¦, copa y puro, una entrevista con cariz de charla de sobremesa, distendida, cercana, c¨®mplice.
Casas y Quintero practicaron la entrevista con curiosidad sincera. Por la entrevista y por el entrevistado. Ambos hab¨ªan vivido la noche y sus gentes, uno en Barcelona y el otro en Sevilla, a ambos les entusiasmaba lo suyo y los dos hac¨ªan gala de un carisma abrumador que, al contrario que otros conocidos entrevistadores devorados por su propio ego, sab¨ªan poner al servicio de su entrevistado. ?ngel Casas siempre insisti¨® en que no era mit¨®mano, pero sab¨ªa m¨¢s de sus entrevistados que cualquier admirador profundo. A Quintero no le gustaba ¡°convertir el micr¨®fono en una picana, ni la tensi¨®n del interrogatorio policial¡±. El primero le preguntaba a Ray Charles por sus adicciones sin juzgarle ni compadecerle y a Don Johnson por cuando rob¨® un coche a los 12 a?os. El segundo le sac¨® a Borges el titular: ¡°Horchata, s¨ª; Gazpacho, no¡±. Se trataba de, como ha explicado Quintero alguna vez, ¡°conducir gentilmente al otro hacia lo que es¡±.
No les resta m¨¦rito, pero el terreno estaba abonado. Al contrario de lo que predica el adanismo, la historia de la televisi¨®n espa?ola ha dado grandes entrevistas, grandes entrevistadores y grandes entrevistados, elementos que no siempre confluyen. El g¨¦nero floreci¨®, como casi todos, en las d¨¦cadas previas a las privadas, cuando TVE no era la televisi¨®n que nos merec¨ªamos, era mucho mejor. Y nos dio programas de, o con, entrevistas tan dispares como A fondo, Estudio abierto (sucedido por Direct¨ªsimo), Si yo fuera presidente, La edad de oro, Rockopop, Buenas noches o M¨¢s estrellas que en el cielo. Es dif¨ªcil ponerse en la ¨¦poca, como bien explic¨® Elvira Lindo.
La entrevista c¨®mplice ha tenido una muerte degenerativa. En los noventa y primeros 2000, seguimos asistiendo a programas que la ejerc¨ªan, no hay m¨¢s que recordar Queremos saber (1992-1994), La noche abierta (1997-2004) o la versi¨®n televisiva de El loco de la colina (2006-2007). Ah¨ª estuvieron tambi¨¦n Sabor a Lolas o Ay Lola, Lolita, Lola. Y Casas fue alternando programas en TVE y en TV3 hasta 2007. Pero asomarse a la tele de hoy es comprobar que solo quedan vestigios de aquello. La mayor¨ªa de las entrevistas se dividen en tres grupos: las promocionales, en las que el personaje casi acaba convertido en un macguffin (El hormiguero), las de pulso con el entrevistado (?vole, Gonzo) y las que solo busca el trending topic. Y luego est¨¢ la antientrevista de Broncano, como bien la defini¨® en este diario Javier Rodr¨ªguez Marcos. Los t¨ªmidos intentos de la televisi¨®n espa?ola por revitalizar el subg¨¦nero se han quedado en eso. Tal vez porque no solo ha cambiado la tele, ha cambiado el pa¨ªs que la acoge, los periodistas que se forjan en ¨¦l, la manera de mirarlo. No es casualidad que su mejor representante contempor¨¢neo sea Mil¨¢ vs Mil¨¢, el programa en el que Mercedes Mil¨¢ entrevista a personajes a los que entrevist¨® en sus primeros a?os y repasa con ellos aquella charla primera. A veces hay que ponerse en esta ¨¦poca. Aunque solo sea para renegar de sus ausencias.
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