Cuando los ovnis eran divertidos
La serie documental ¡®Ummo: la Espa?a alien¨ªgena¡¯ es proustiana. Verla es mojar la magdalena en el platillo volante
Hubo un tiempo no tan lejano en que todo eran ovnis. Era imposible encender la tele, hojear un peri¨®dico o tener una charla de sobremesa sin que apareciesen avistamientos y abducciones, que es la forma alien¨ªgena de decir secuestro. Nac¨ª en 1979, en plena fiebre ovni, y mi madre asocia mi nacimiento con un fen¨®meno extra?o que vivi¨® en Madrid durante el embarazo. Un origen extraterrestre explicar¨ªa muchas de mis rarezas y me dar¨ªa un barniz de ¨¦poca. Como crec¨ª viendo V, no me parec¨ªa del todo inveros¨ªmil ser una variante del hijo de las estrellas: estaba tan a favor de los extraterrestres que no me asustaba Freddy Krueger, pues antes de ese personaje, su actor, Robert Englund, hab¨ªa sido el bicho bueno de V.
Los ovnis pasaron de estar en todas partes a no estar en ninguna. Su auge y ca¨ªda fue paralela a la de Pajares y Esteso, y seguramente por las mismas razones: el paso de un pa¨ªs deprimido a una democracia avanzada. Por eso la serie documental Ummo: la Espa?a alien¨ªgena (Movistar Plus+) es proustiana. Verla es mojar la magdalena en el platillo volante. Todo ese mundo ingenuo y juguet¨®n liderado por Jim¨¦nez del Oso se despliega como los siete tomos de En busca del tiempo perdido, aunque sus creadores, Laura Pousa y Javier Olivera, no se contentan con invocar a los visitantes del planeta Ummo, altos y rubios como turistas suecos. Hay que ver los tres episodios, que van de la comedia a la tragedia, para despertar de todo el sue?o pop paranormal. No desvelo nada, pero el final da escalofr¨ªos, y no por asuntos del m¨¢s all¨¢, sino bien terrenales. Las cosas del misterio fueron una vez entretenimiento nacional, y si hoy son patrimonio de conspiranoicos y tarados de ultraderecha se debe a que, tal vez, sus instigadores no fueron solo charlatanes inocentes.
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