Sanidad y democracia: m¨¢s all¨¢ de Ayuso
Aqu¨ª no hay rojos oportunistas con ganas de tumbar el Gobierno de Madrid, sino ciudadanos con un cabreo soberan¨ªsimo cuyas causas son bien conocidas
En una sola cosa tiene raz¨®n Isabel D¨ªaz Ayuso cuando sale destemplada y achulapada a encararse con los ciudadanos, reduci¨¦ndolos a agitadores bolcheviques: el problema sanitario afecta a toda Espa?a. Mientras el foco se centra en Ayuso y en Madrid, los presidentes y consejeros del ramo de las dem¨¢s autonom¨ªas duermen tranquilos sin que nadie les afee sus listas de espera. Y hacen bien. El d¨ªa que necesiten una ayudita para conciliar el sue?o, les va a costar conseguir una cita para que les receten la droga.
Que no se despiste Ayuso, pues el mal de muchos es consuelo de c¨ªnicos. Que en Cantabria o en Arag¨®n tambi¨¦n pinten bastos no le da venia para desacreditar una protesta que viene de lo m¨¢s hondo de la sensibilidad democr¨¢tica espa?ola. Aqu¨ª no hay rojos oportunistas con ganas de tumbar su Gobierno, sino ciudadanos con un cabreo soberan¨ªsimo cuyas causas son bien conocidas. Hay que vivir en una burbuja de privilegio con cu¨¢druple capa aislante para que no te lleguen los ecos lastimeros del desastre. ?Qui¨¦n no conoce a alguien podrido del asco en una lista de espera? ?Qui¨¦n no tiene una madre, un t¨ªo o un amigo al que le han detectado tarde un c¨¢ncer o a quien se le ha empeorado una enfermedad cr¨®nica porque ya no le hacen el seguimiento que le hac¨ªan? ?Qui¨¦n no sabe de alguien que ha pasado 12 horas en Urgencias para que le pongan unos puntos?
Ayuso protagoniza el ¨²ltimo episodio de una demolici¨®n ya larga que deber¨ªa enfurecer a cualquier dem¨®crata, vote lo que vote. Desde las olvidadas ¡°retallades¡± del primero Gobierno de Artur Mas en Catalu?a al caos de hoy en Madrid, pasando por los experimentos privatizadores en la Valencia de Zaplana y Camps, la sanidad lleva demasiado tiempo acusando golpes, y la pandemia casi la deja KO. En Espa?a, la democracia est¨¢ asociada ¨ªntimamente al Estado social, y el mayor logro de ese Estado ha sido, con diferencia, la creaci¨®n de un sistema de salud p¨²blica universal de alta calidad. Atacarlo equivale a roer los cimientos profundos del edificio democr¨¢tico.
No hay logro hist¨®rico comparable a la creaci¨®n de esa sanidad. Casi nada es sagrado ya en Espa?a. Pueden tumbar ma?ana todas las estatuas de Col¨®n, quemar todas las banderas, sacrificar todos los mitos hist¨®ricos y cambiar el nombre de todas las calles, que solo unos pocos rancios se escandalizar¨¢n, pero al Gobierno que derribe hospitales o los convierta en dispensarios de caridad le esperan el oprobio y la furia.
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