Cuando los chiflados eran inofensivos
Netflix se parece cada vez m¨¢s al viejo caj¨®n de saldos de los Vips, esos contenedores en los que met¨ªamos la mano y sac¨¢bamos libros, videojuegos o pel¨ªculas, un poco al tunt¨²n
Netflix se parece cada vez m¨¢s al viejo caj¨®n de saldos de los Vips, esos contenedores en los que met¨ªamos la mano y sac¨¢bamos libros, videojuegos o pel¨ªculas, un poco al tunt¨²n. Escarbando estos d¨ªas para no ver los debates electorales de las cadenas auton¨®micas, me he topado con una cosa titulada Los apocalipsis del pasado. A m¨ª me ponen juntas las palabras ¡°apocalipsis¡± y ¡°pasado¡± y me entra un sopor de sobremesa grat¨ªsimo. Si a?adimos unos nazis o unos ovnis, caigo frito por reflejo pavloviano. Qu¨¦ buena serie de saldo para la siesta.
Este coso narra las aventuras de Graham Hancock, un se?or con apariencia de lord ingl¨¦s que lleva a?os viviendo a lo grande gracias a la divulgaci¨®n de una serie de chifladuras, la m¨¢s gorda de las cuales es que hubo una civilizaci¨®n muy avanzada all¨¢ por la prehistoria de la que no guardamos memoria, pero cuya existencia se propone demostrar. Sin freno al presupuesto, Hancock hace turismo por yacimientos arqueol¨®gicos de medio mundo, donde siempre encuentra a alguien que le sigue la corriente y alimenta su delirio.
Conforme avanzaban los minutos y no lograba dormirme, descubr¨ª con incomodidad que aquello ya no me hac¨ªa gracia. Hubo un tiempo en que estas cosas eran un juego inofensivo, un pasatiempo pop, pero ya no se pueden ver con iron¨ªa. Hancock forma parte de una internacional conspiranoica que se ha movilizado y que a veces le da por asaltar parlamentos, y otras, por presentarse a las elecciones. Quienes ve¨ªamos con simpat¨ªa a Jim¨¦nez del Oso como un showman carism¨¢tico despertamos ahora del sue?o. Algo parecido ha pasado con la propaganda electoral: aquellos friquis exaltados que ocupaban las franjas de publicidad gratuita tienen hoy esca?os y varas de alcald¨ªa. Esta noche, tras el recuento, no pocos obtendr¨¢n cargos p¨²blicos. As¨ª no hay quien se eche una cabezada.
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