Desconf¨ªen de quienes s¨®lo ofrecen respuestas

Cada d¨ªa, en redes, me saltan v¨ªdeos cortos de los mismos personajes Zeta (en el sentido generacional y en el sentido cinematogr¨¢fico) pontificando sobre cosas que no conocen y sobre las que tampoco han le¨ªdo. Los v¨ªdeos no los hacen en sus casas sino en plat¨®s de televisi¨®n. En los comentarios, aplausos y muchos ¡°bien dicho, ya era hora¡±. Cada d¨ªa lamento que siempre sienten c¨¢tedra pero que nunca hagan ninguna pregunta.

Cuando lean esto se sabr¨¢n los resultados de las elecciones municipales y los que no son de Madrid dejar¨¢n de leer sobre Ayuso, y los que no somos de Valencia dejaremos de leer sobre una candidata que era desconocida hasta que un c¨®mico hizo un desafortunado comentario sobre una campa?a basada en condici¨®n sexual y discapacidad. Descansaremos (informativamente) un poquito y seguiremos tirando de un carro que pesa demasiado y del que no podemos tomar nada.

Al mismo tiempo seguir¨¢n las fil¨ªpicas. Miren: he o¨ªdo dos veces, en la semana pasada, que el problema de la inteligencia artificial es que no plantea preguntas, que s¨®lo emite respuestas basadas en lo que hay en Internet. Y que la inteligencia comienza por plantearse preguntas (el perpetuo porqu¨¦ de los ni?os peque?os). No creo que nadie haya sido mejor persona por leer, pero todos podemos ser mejores si nos hacemos preguntas. No seremos nuestra mejor versi¨®n (como dicen los entrenadores personales) pero s¨ª seremos una versi¨®n m¨¢s viva y m¨¢s humana de las m¨¢quinas de producir y consumir en las que nos vamos convirtiendo. Desconf¨ªen de los que parecen tener la respuesta a todo. Planteen sus propias preguntas y dense tiempo para contestarlas. Pero sobre todo huyan de cualquiera que se siente delante de una c¨¢mara o delante de una audiencia a explicarles c¨®mo es el mundo y c¨®mo tienen que entenderlo.

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