C¨®mo Freddie Mercury luch¨® contra el estigma despu¨¦s de muerto
El documental ¡®The Final Act¡¯ va mucho m¨¢s all¨¢ de la carrera del l¨ªder de Queen y del concierto homenaje en Wembley: ahonda en la doble discriminaci¨®n de los homosexuales, por su condici¨®n y por el sida, en a?os muy tr¨¢gicos
En 1982, un periodista pregunt¨® por primera vez por el sida al portavoz de Ronald Reagan en la Casa Blanca, Larry Speakes. Este no supo de qu¨¦ le hablaban. ¡°S¨ª, lo que llaman la plaga gay¡±, le explic¨® el reportero. La risotada del portavoz presidencial no fue la ¨²nica en la sala de prensa. ¡°Yo no lo tengo, ?y usted?¡±, fue su respuesta. Qu¨¦ gracioso preguntar por eso aqu¨ª.
La escena aparece en el documental Freddie Mercury: The Final Act (disponible en RTVE Play y en Movistar+ con distintos nombres, traducido como El ¨²ltimo acto y El show final, respectivamente). El filme parte de la carrera del cantante de Queen, y del concierto homenaje que se celebr¨® tras su muerte, para ir mucho m¨¢s all¨¢: para ilustrar c¨®mo se luch¨® contra el doble estigma que supon¨ªa la homosexualidad y el VIH en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX.
Mercury ten¨ªa talento, carisma y una voz prodigiosa, y a mediados de los ochenta estaba llenando grandes recintos en giras de Queen por todo el mundo. Los primeros s¨ªntomas del sida le alarmaron, pero daba largas a su m¨¦dico, y no le cog¨ªa el tel¨¦fono, cuando todo apuntaba a que ten¨ªa lo que no quer¨ªa saber. Tard¨® meses en dec¨ªrselo a sus compa?eros de banda, que ya se hab¨ªan dado cuenta.
La prensa sensacionalista explot¨® de forma miserable su caso. Quiso seguir adelante hasta el final, delgad¨ªsimo y con visibles lesiones en la piel, aunque ya no hizo m¨¢s directos y se refugi¨® en el estudio. Fue el guitarrista Brian May quien compuso para ¨¦l la canci¨®n Show Must Go On, que se considera su epitafio. No era un tema f¨¢cil: lo cant¨® con todas sus ¨²ltimas energ¨ªas.
En los a?os ochenta, la est¨¦tica LGTBI estaba haci¨¦ndose m¨¢s visible en la escena pop. Pero los artistas de masas evitaban admitir su orientaci¨®n sexual expl¨ªcitamente y jugaban m¨¢s a la ambiguedad. Las discogr¨¢ficas eran temerosas del impacto que tendr¨ªa una salida del armario en una audiencia tan amplia. Todav¨ªa se escuchaban muchas voces conservadoras, en tribunas de prensa y en la televisi¨®n, que consideraban el sida un castigo divino a la depravaci¨®n y la promiscuidad. Algo que se merec¨ªan los gais por su estilo de vida exc¨¦ntrico e inmoral.
La muerte de Rock Hudson en 1985 tuvo un impacto mundial: demostraba que la enfermedad no era un mal de minor¨ªas marginadas, que pod¨ªa golpear el coraz¨®n de Hollywood. El fallecimiento de Mercury, en 1991, fue menos inesperado, pero sirvi¨® de ariete contra la homofobia. El m¨²sico se recluy¨® sus dos ¨²ltimas semanas de vida en una mansi¨®n asediada por los periodistas. El d¨ªa antes de morir hizo p¨²blico en un comunicado que ten¨ªa sida.
Sus colegas de banda pelearon a partir de entonces por vincular su figura al necesario respeto a la forma de vivir la sexualidad que elige cada cual y a la urgencia de dedicar fondos a investigar el VIH. El 20 de abril de 1992, en un abarrotado estadio de Wembley en Londres, Queen actu¨® por primera vez sin su l¨ªder en beneficio de la lucha contra el sida. La a?orada voz de Mercury fue reemplazada por las de otras grandes estrellas: David Bowie, Elton John, Annie Lenox, Lisa Stansfield, Alx Rose o George Michael.
El documental recupera im¨¢genes in¨¦ditas de sus ensayos con la banda. Algunos de esos artistas, por cierto, eran homosexuales como el homenajeado, y en los a?os siguientes se iban mostrando cada vez menos interesados en ocultarlo. El mensaje de aquel concierto trascendi¨® de largo el recuerdo de un m¨²sico excepcional. Y sigue resonando hoy.
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