C¨®mo el Apollo se convirti¨® en una patria dentro del Harlem
La mejor m¨²sica negra del siglo XX surgi¨® del m¨ªtico local o pas¨® por all¨ª. El documental ¡®El Teatro Apollo¡¯, en HBO Max, subraya lo que significa un espacio compartido para la identidad de una comunidad
Que las vidas negras importan ya lo sab¨ªan bien en EE UU en 1964. Un mes de julio de hace 59 a?os, un polic¨ªa blanco mat¨® a tiros a un chico negro de 15 a?os, James Powell, en Harlem, Nueva York. Los vecinos del barrio salieron a las calles a protestar y se produjeron graves disturbios. En medio del caos y los saqueos en la calle 125, nadie toc¨® un solo cristal del teatro Apollo. Ese lugar era sagrado: era un templo para la comunidad afroamericana, la local y la de todo el pa¨ªs, desde hac¨ªa d¨¦cadas. Y lo sigue siendo hoy.
El documental El Teatro Apollo (The Apollo), en HBO Max, del director Roger Ross Williams, no es una historia del local m¨¢s m¨ªtico del Harlem, ni siquiera es una historia del Harlem; es la historia de 85 a?os de lucha de los ciudadanos negros por el reconocimiento de su dignidad a trav¨¦s de todo lo que pas¨® en una sala con 1.600 butacas. Desde ah¨ª se proyect¨® una escena cultural vibrante a todo EE UU y al mundo entero, y eso empez¨® en los a?os m¨¢s crudos de la segregaci¨®n racial. El teatro hab¨ªa sido levantado en 1913, y funcion¨® como cabaret para blancos hasta que en 1934 se convirti¨® en uno de los escasos espacios no segregados de la ciudad. Eran los a?os de lo que se llam¨® el Renacimiento de Harlem.
De este oasis de libertad y creatividad surgieron grandes figuras de la m¨²sica (jazz, soul, blues, rock and roll, rap, hip-hop), de la comedia, el vodevil, la danza o la poes¨ªa. Y a trav¨¦s de ese arte se afianz¨® la conciencia de un pueblo cuyos abuelos sal¨ªan de la esclavitud y que segu¨ªa sufriendo la discriminaci¨®n. En los concursos de talentos de este local (a¨²n se celebran cada mi¨¦rcoles las Amateur Nights) apareci¨® Ella Fitzgerald con 17 a?os en 1934; tres d¨¦cadas m¨¢s tarde ganar¨ªa el suyo Jimi Hendrix con 21. Aqu¨ª James Brown pronunci¨® el lema ¡°Soy negro y estoy orgulloso¡±, aqu¨ª actu¨® unas 200 veces y aqu¨ª fue velado su cuerpo tras su muerte en 2006. Aqu¨ª Billie Holiday cant¨® la inquietante canci¨®n Strange Fruit, que denunciaba los linchamientos de hombres negros. Aqu¨ª estuvieron muchas noches Duke Ellington, Aretha Franklin, Louis Armstrong, Sarah Vaughan, Ray Charles. Aqu¨ª paraban siempre que pod¨ªan los artistas de la Motown: Stevie Wonder, The Supremes, The Temptations, Marvin Gaye, Diana Ross, The Miracles... Aqu¨ª hab¨ªa actuado de ni?o Michael Jackson; aqu¨ª se le vel¨® tambi¨¦n tras su muerte en 2009. Los d¨ªas de gloria van quedando atr¨¢s, pero a¨²n est¨¢n recientes los espect¨¢culos de Jay-Z, Pharrell Williams, Alicia Keys o Bruno Mars.
Williams (el primer afroamericano en ganar un Oscar como director, en 2009 por el documental Music by Prudence) insiste en trazar ese paralelismo entre la toma de conciencia de la poblaci¨®n negra y la magia del lugar en el que mejor expresaban su ambici¨®n art¨ªstica. Abre y cierra el metraje con testimonios de familiares de v¨ªctimas de la brutalidad policial, un problema enquistado hasta hoy, para dejar claro que la lucha no ha terminado. Y dedica buena parte del metraje a explicar c¨®mo era la vida en un pa¨ªs segregado por razas seg¨²n leyes vigentes hasta mediados de los sesenta: vemos que hasta las estrellas del espect¨¢culo ten¨ªan vetado el acceso a hoteles, restaurantes, ascensores.
Seguimos la evoluci¨®n del barrio, su auge como foco cultural y su decadencia en los ¨²ltimos setenta, a?os duros en Nueva York, cuando el local cierra por primera vez. Despu¨¦s, seg¨²n se desarrollaba la escena cultural de la Gran Manzana, el Apollo se volv¨ªa menos rentable: ten¨ªa pocas butacas para competir con recintos mayores. Pero el barrio se aferr¨® a su mito y sigui¨® atrayendo a los mejores artistas del pa¨ªs (no solo negros: en su cartel salieron U2, Red Hot Chili Peppers, Guns N¡¯Roses, George Michael o Bruce Springsteen). Acab¨® protegido por el Estado de Nueva York a trav¨¦s de una fundaci¨®n y se mantiene abierto hoy. M¨¢s como cantera de talento que como im¨¢n para las estrellas.
La pel¨ªcula, de 2019, invita a reflexionar sobre c¨®mo se construye eso que llaman identidad. No basta con compartir problemas, o un color de piel, o un pasado tr¨¢gico. El Teatro Apollo es un canto a lo mucho que importa para hacer comunidad disponer de espacios de cultura y ocio donde uno se siente parte de algo m¨¢s grande que le incluye, le acoge y le abraza. Lo que ha pasado en el Apollo durante casi 90 a?os no solo defini¨® a la Norteam¨¦rica de ra¨ªces africanas: define todav¨ªa a todo un pa¨ªs. Y, en gran medida, a la cultura universal.
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