Live Aid: cuando el rock se moviliz¨® por ?frica, pero sin ?frica

¡°Este es vuestro Woodstock¡±, dijo Joan B¨¢ez a la multitud que llenaba el estadio JFK de Filadelfia el 13 de julio de 1985. Era Live Aid, el primer macroconcierto humanitario que sigui¨® por televisi¨®n una audiencia global: se estimaron 1.500 millones de espectadores. El festival hab¨ªa empezado en Wembley, Londres, al mediod¨ªa local: 16 horas despu¨¦s se echaba el tel¨®n en Filadelfia. Phil Collins vol¨® en el Concorde para actuar en los dos estadios. Live Aid era una iniciativa del m¨²sico irland¨¦s Bob Geldof para recaudar fondos contra la hambruna en Etiop¨ªa, que caus¨® conmoci¨®n esos a?os y ya hab¨ªa motivado un par de canciones que juntaron a grandes artistas de uno y otro lado del Atl¨¢ntico: We Are The World y Do They Know It¡¯s Christmas?

No era como Woodstock, si acaso para los presentes, porque el m¨ªtico festival de 1969 ¡ªB¨¢ez estuvo all¨ª¡ª no se segu¨ªa por la tele sino pisando barro. Pero los que ¨¦ramos j¨®venes en 1985 no pudimos apartar los ojos de la pantalla (la de La 2 en Espa?a) aquel largo d¨ªa de verano. El acontecimiento se recuerda en un reciente cap¨ªtulo del Sof¨¢ Sonoro de la SER, disponible en podcast. El cu¨¢druple DVD que recoge 10 horas de actuaciones no se ofrece en ninguna plataforma de televisi¨®n, pero la mayor parte del contenido est¨¢ de forma fragmentaria, en 239 v¨ªdeos, en el canal oficial de Live Aid en YouTube. La fecha del 13 de julio se estableci¨®, por iniciativa de un grupo de radios brasile?as que hizo fortuna en emisoras de otros pa¨ªses, como el d¨ªa mundial del rock.

Queen dio uno de los conciertos m¨¢s recordados de la historia en apenas 20 minutos, lo que se replic¨® minuciosamente en el ¨²ltimo tramo de la pel¨ªcula Bohemian Rhapsody. U2 se consagr¨® en menos tiempo a¨²n: toc¨® solo dos temas, entre ellos un hipn¨®tico Bad estirado por la banda durante 12 minutos mientras Bono saltaba al foso para sacar a una espectadora de la multitud, abrazarla y bailar con ella.

No todo fue tan brillante. Dylan apareci¨® junto a Keith Richards y Ronnie Wood, pero hizo una interpretaci¨®n perezosa, o de mala gana, de Blowin¡¯ in the Wind; ¨¦l es as¨ª. Tampoco se lucieron Led Zeppelin, con el viajero Collins en la bater¨ªa, as¨ª que se ocuparon de borrar las huellas y su turno no aparece en la grabaci¨®n oficial (aunque queda rastro de ella). Hubo mucho m¨¢s: el regreso de los Beach Boys, McCartney (al que fall¨® el micr¨®fono en Let It Be), Jagger con Tina Turner, Neil Young con Crosby, Still y Nash, The Who, Bowie, Elton John, Santana, Sting, Dire Straits...

Sobre los fines que se persegu¨ªan, vinieron a?os de pol¨¦mica. Exist¨ªan indicios de que el dinero recaudado no lleg¨® a quienes tanto lo necesitaban. La BBC se disculp¨® con Geldof tras informar de que una guerrilla et¨ªope dedic¨® la mayor parte de la ayuda a comprar armas. Visto con ojos de hoy, alguna cosa m¨¢s chirriaba. Live Aid fue una constelaci¨®n de estrellas, pero todas del mismo perfil: hombres blancos anglosajones. Con contadas mujeres (adem¨¢s de las citadas B¨¢ez y Turner, estuvieron Madonna, Sade o Chrissie Hynde). Y sin un solo artista africano al que se creyera digno de figurar all¨ª. Incluso escaseaban los afrodescendientes, que tanto han aportado a la m¨²sica norteamericana: por eso se neg¨® a participar Stevie Wonder; Michael Jackson aleg¨® problemas de agenda. Por ?frica, para ?frica... pero sin ?frica.

Tres a?os despu¨¦s, el 11 de junio de 1988, otro macrofestival televisado desde Wembley exigi¨® la liberaci¨®n de Nelson Mandela, encarcelado en la Sur¨¢frica racista, en el d¨ªa de su 70 cumplea?os. Muchos de los de Live Aid repitieron, pero adem¨¢s estuvieron los que deb¨ªan haber estado y a nadie se le hab¨ªa ocurrido invitar: los m¨²sicos africanos. Bob Geldof convoc¨® una nueva edici¨®n de su festival, llamada Live 8, en julio de 2005, con m¨¢s sedes y un poquito m¨¢s de diversidad, para presionar a la cumbre del G-8 en favor de los pa¨ªses pobres. La f¨®rmula se repiti¨® en 2007, pero ya sin la organizaci¨®n del irland¨¦s, esta vez promovido por Al Gore para apoyar la causa clim¨¢tica, y se llam¨® Live Earth.

Geldof acab¨® confesando que estaba harto de su personaje, que no quer¨ªa ser el ¡°santo Bob¡±, que la presi¨®n de este circo le hab¨ªa arruinado la vida y costado el matrimonio, que nadie lo ve¨ªa ya como un m¨²sico. Sabe que no ser¨¢ recordado por ser el autor de I Don¡¯t Like Mondays. Pero hizo historia, como m¨ªnimo, del rock. Es m¨¢s dudoso que un festival as¨ª sirviera para cambiar el mundo. Al menos ayud¨® a concienciar. ?O a tranquilizar conciencias? Lo cant¨® Bowie all¨ª mismo: ¡°Podemos ser h¨¦roes solo por un d¨ªa¡±.

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