El ocaso del hombre m¨¢s influyente de la televisi¨®n en Brasil
El programa de variedades de Silvio Santos, de 92 a?os, es un cl¨¢sico que lleva seis d¨¦cadas en antena gracias a la sinton¨ªa con el p¨²blico m¨¢s humilde y la cercan¨ªa con todos los presidentes
Hace seis d¨¦cadas, el 3 de junio de 1963, John F. Kennedy era presidente de EEUU y en Brasil un joven se asomaba por primera vez a los hogares a trav¨¦s del televisor. Presentaba un concurso que sorteaba juguetes, electrodom¨¦sticos y utensilios de cocina, productos de una empresa de la que era due?o. Para llegar a la pantalla, hab¨ªa alquilado un espacio de 30 minutos en la franja nocturna de un canal de S?o Paulo. Comenzaba la impresionante carrera televisiva de Silvio Santos (92 a?os, R¨ªo de Janeiro), que hasta la pandemia acudi¨® religiosamente cada semana a su cita dominical con las familias brasile?as. Casi nadie fuera de Brasil conoce a Silvio Santos, pero entre sus compatriotas es tan popular como Pel¨¦. Algunos de sus momentos estelares son parte de la memoria colectiva. Otros se convirtieron en memes virales, como su reacci¨®n de sorpresa may¨²scula ante una ni?a que le respondi¨® contando con desparpajo un chiste obsceno.
Brasil asiste al ocaso del profesional que m¨¢s ha influido de la historia de la televisi¨®n brasile?a. Su principal producto, Programa Silvio Santos, cuatro horas de variedades los domingos por la noche convertidas en un cl¨¢sico que incluye concursos, actuaciones musicales, humor, entrevistas¡ Un c¨®ctel de entretenimiento y alegr¨ªa que millones de brasile?os disfrutan como evasi¨®n de las incontables miserias cotidianas. Entre los muchos momentos emblem¨¢ticos, ese en el que el presentador lanza al p¨²blico billetes convertidos en avioncitos y los presentes intentan agarrarlos. Dif¨ªcil encontrar otro programa en el mundo que lleve 60 a?os en antena sin interrupci¨®n.
La pandemia casi le cuesta la vida a la veterana estrella de la televisi¨®n, pero al mismo tiempo le brind¨® una ocasi¨®n inmejorable de empezar a decir adi¨®s. Dej¨® de presentar el programa semanal, pero se resiste a jubilarse oficialmente. Una de sus seis hijas hered¨® el puesto y, desde entonces, conduce el espacio, que ahora se titula Programa Silvio Santos com Patricia Abravanel. Ese sutil cambio es otro indicio de que la transici¨®n en el emporio familiar est¨¢ en marcha, pero sin prisas ni rupturas.
Que el patriarca faltara en junio pasado al programa del 60? aniversario hizo saltar alarmas sobre la salud de este hombre hecho a s¨ª mismo que encarna los sue?os de millones de brasile?os que batallan a diario para prosperar y ser felices. ¡°Esto es para ti, padre, que est¨¢s en el sof¨¢. T¨² construiste esta historia¡±, proclam¨®, emocionada, su hija Patricia. El presentador vive entre Orlando (Florida) y S?o Paulo.
Tambi¨¦n es propietario de un grupo medi¨¢tico, SBT, que con m¨¢s de cien emisoras afiliadas compite por el segundo puesto con la Record, propiedad de la Iglesia Universal, un culto evang¨¦lico, en un panorama que domina el grupo Globo. La broma en la empresa es que las siglas SBT significan Silvio Bromea con la Televisi¨®n. Aunque tiene fama de convertir en oro todo lo que toca, algunos de sus negocios, como un banco, fueron estrepitosos fracasos.
Casi todas sus hijas han recuperado el apellido original del patriarca, que naci¨® en 1930 en R¨ªo de Janeiro con el nombre de Senor Abravanel. Primog¨¦nito de una pareja de jud¨ªos sefard¨ªes llegados a Brasil desde el imperio otomano, estudi¨® contabilidad y fue paracaidista del Ej¨¦rcito antes de descubrir su verdadero talento.
Es un gran vendedor de s¨ª mismo al que le gusta definirse como comerciante o animador del p¨²blico. Y es muy distinto a cualquier otro de los empresarios brasile?os que dominan la industria. A ¨¦l le entusiasma la televisi¨®n aunque lleg¨® a ella porque vislumbr¨® que ser¨ªa un negocio formidable. Y dio en el clavo. Mauricio Stycer, cr¨ªtico de televisi¨®n y autor de Topa tudo por dinheiro (Lo que sea por dinero), una de las varias biograf¨ªas del empresario y presentador, explica c¨®mo fueron aquellos inicios. ¡°Quiere entrar en la televisi¨®n porque es la mejor manera de vender sus productos. Si fuera la radio, habr¨ªa ido a la radio; si fuera un peri¨®dico, habr¨ªa ido al peri¨®dico. Pero se da cuenta de que la televisi¨®n es la forma m¨¢s eficaz de vender sus productos del Ba¨²l de la Felicidad, su compa?¨ªa¡±. Ahora posee una empresa de cosm¨¦ticos y un hotel de lujo.
Una vez en pantalla, resulta que aquel joven elegante, siempre de traje y con el micro atado en la pechera, se revela como ¡°un comunicador extraordinario, con una capacidad extraordinaria de comunicarse con las capas m¨¢s humildes¡±, explica Stycer, tambi¨¦n columnista del diario Folha de S.Paulo, durante una entrevista por videollamada. Consigue tratar a todos de igual a igual, sean famosas artistas, poderosos pol¨ªticos, mujeres u hombres de a pie, que se sientan c¨®modos, en confianza. En los primeros a?os el ¨¦xito es absoluto. En 1969 casi bate en audiencia al mayor espect¨¢culo del mundo, la llegada del hombre a la luna. En los setenta, llega a alcanzar el 100% del share: todos los televisores de Brasil emitiendo su programa, seg¨²n su propia web.
Otro ingrediente de su exitosa trayectoria, recalca el cr¨ªtico de televisi¨®n, es su relaci¨®n con el poder. ¡°No es ning¨²n ingenuo, siempre tuvo claro que para mantenerse en la televisi¨®n ten¨ªa que estar muy bien relacionado con el poder. Sin manifestar preferencias, ha sido amigo de todos los presidentes, desde la dictadura hasta hoy. Muchos le hicieron favores y ¨¦l les retribuy¨® con espacio para hablar bien del Gobierno¡±, dice Stycer. Este le not¨® m¨¢s amable que de costumbre con el Gabinete Bolsonaro, al que aport¨® un yerno: el marido de Patricia, la presentadora, Fabio Faria, fue ministro de las Comunicaciones. ¡°Nunca fue hostil a ning¨²n Gobierno, pero creo que fue m¨¢s feliz con ese que con otros¡±.
Pero la era Bolsonaro termin¨® y Silvio Santos, su familia y su empresa ya se han recolocado. Sus hijas, incluida Daniela Beyrute, que es la consejera ejecutiva del grupo SBT, estuvieron recientemente en Brasilia visitando al presidente Lula porque, a fin de cuentas, las cadenas en abierto dependen de concesiones gubernamentales.
El mandatario y la estrella televisiva se conocen bien. Cada uno en su ¨¢mbito, protagonizan la vida p¨²blica brasile?a hace m¨¢s de medio siglo. Y, por supuesto, el izquierdista ha pasado por el programa. Su intervenci¨®n en 1989 resucita de vez en cuando en redes. Brasil acababa de dejar atr¨¢s la dictadura, el fundador del Partido de los Trabajadores se presentaba por primera vez a las presidenciales. Un obrero en la presidencia era algo bien revolucionario (tard¨® 14 a?os m¨¢s en hacerse realidad). Lula no desperdici¨® la valiosa ocasi¨®n de hablarle de t¨² a t¨² al pueblo brasile?o a trav¨¦s de la pantalla. En menos de cuatro minutos da un mitin en el que ya est¨¢n los asuntos, los gestos y el tono del Lula que el mundo conoce. Incluso la ronquera. Eso s¨ª, ni una cana.
El nonagenario Silvio Santos, en cambio, todav¨ªa se ti?e. Intent¨® dejarlo tiempo atr¨¢s pero fue tal esc¨¢ndalo que en un suspiro volvi¨® al cabello casta?o oscuro.
Enorme es la expectaci¨®n sobre su salud y sus idas y venidas. ¡°Mi padre est¨¢ bien, feliz, sano y disfrutando de su mujer [?ris Abravanel]. Pero est¨¢ de a?o sab¨¢tico. Va a hacer lo que quiera, cuando quiera. Es muy importante que sep¨¢is que est¨¢ bien¡±, declaraba recientemente su hija, la jefa de SBT.
Mientras, ¨¦l se deja ver de vez en cuando. En alguna ocasi¨®n se ha paseado en p¨²blico en pijama, recuerda el cr¨ªtico de televisi¨®n. No es un lapsus de anciano, ni mucho menos, sino una h¨¢bil estrategia para publicitar los pijamas que comercializa uno de sus nietos.
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